Pages

miércoles, 16 de marzo de 2011

MINI RELATO "ÚLTIMO AMANECER"


"ÚLTIMO AMANECER"


Realmente, Julia adoraba sentir como los rayos del sol calentaban su piel, su rostro, sus cabellos, toda ella en conjunto. Era una delicia y una gran tentación, el dejarse acariciar por el brillante astro que en esos momentos reinaba en el cielo azul; en esas fechas hacía muy buena temperatura, lo justo para pasar un rato agradable. No hacía ni frío, ni excesivo calor, simplemente era perfecto.

A Julia le encantaba la primavera, era su estación del año preferida. Por eso, todas las tardes salía al jardín a regodearse de bellas y perfumadas flores de todos los colores y tamaños. 

Cada vez que el reloj marcaba las seis de la tarde, salía a reunirse con la madre naturaleza y así pasaba lo que quedaba del día, con su delicado y enfermizo cuerpo tumbado sobre la hierba. Nada más sentir el fresco césped bajo la espalda, cerraba los ojos y alzaba la barbilla para absolver todo cuanto pudiera tomar del astro rey. A veces se llevaba consigo el Mp3 y escuchaba música relajante, y otras veces se llevaba algún libro interesante; se quedaba leyéndolo hasta que caía la noche y comenzaba a refrescar.

Y ahora más que nunca tenía la urgente necesidad de aprovechar al máximo los rayos del sol, porque su tiempo se agotaba y ya nunca más volvería a ver la luz del día.

La joven muchacha hizo un ligero movimiento de cabeza, intentando apartar esos pensamientos de su mente. No quería recordar los motivos que la llevaron a tomar esa drástica decisión... Sin embargo, no había otra, o sino tendría que conformarse con lo que el destino había preparado para ella: una muerte prematura.

Suspiró con cansancio, agotada y exhausta por el simple hecho de vivir. Incluso respirar era un gran esfuerzo para ella. 

En las últimas semanas su salud había decaído en picado y los médicos no le daban mucho más tiempo de vida, a lo sumo otras pocas semanas más. Su padre había intentado ayudarla con todo lo que tenía a su alcance para poder ponerle remedio a su mal, pero no era suficiente. Ya había ocurrido lo mismo pocos años atrás, cuando el cáncer de sangre se llevó la vida de su madre, y ahora la Leucemia había ido a por ella.

Hacía un par de semanas que había solicitado en el hospital el alta voluntaria, ya que estaba cansada de tantos médicos, tantas pruebas y tratamientos. La quimioterapia apenas le había ayudado en algo, en cambio la había dejado más indispuesta y débil. Como ya estaba harta de todo eso, de permanecer encerrada entre esas grises paredes, y lo que ella realmente quería era salir al exterior y disfrutar de la primavera, decidió pedir el alta y aceptar única opción que le quedaba si quería seguir con vida...

Y ahora ella se encontraba en el jardín de su casa, acompañada tan solo de un viejo libro de poemas. Pero como los párpados estaban obstinados en mantenerse cerrados y le costaba horrores que eso no sucediera, tuvo que renunciar a la lectura. Así que, con resignación, decidió que ya era hora de volver a casa y descansar un rato. Se despidió del sol y de la luz del día; hoy iba a ser la última vez que disfrutaría de su cálido toque. 

Sin demora alguna, obligó a sus débiles piernas a que se pusieran en funcionamiento y se dirigieran hacia la vivienda; diez larguísimos minutos después estaba en su habitación, tumbada en su lecho. 

Mientras estaba recostada en la cómoda cama de su dormitorio, Julia rememoró en su mente el momento exacto en el que conoció a Daniel, el apuesto y simpático celador que trabajaba en el turno nocturno en el hospital donde tantas veces estuvo ella ingresada. El muchacho, que no aparentaba más de diecinueve años, era de constitución delgada y alto. A ella le sacaba por lo menos un par de palmos. Y no era porque Daniel fuera demasiado alto, no, más bien el motivo era porque ella era bastante menuda; apenas superaba el metro y medio de estatura. 

La gente solía echarle menos edad de la que verdaderamente tenía, debido a su cara angelical y facciones juveniles. Aparentaba unos dieciséis años debido a su extrema delgadez —consecuencia de su mortal enfermedad—, pero en realidad era mayor de edad desde hacía un mes aproximadamente.

Sin dejar de pensar en Daniel, Julia se acomodó mejor entre todo aquel amasijo de sábanas. Recordó que el chico se había quedado impresionado por su forma de ser, tan abierta y alegre aún estando a las puertas de la muerte, al menos eso le había confesado él. Le dijo que eso fue lo que más le llamó la atención sobre su persona, además de su belleza. Y debió de ser cierto, porque desde que se tropezaron en el pasillo del hospital una nohe, conectaron a la primera y se hicieron muy buenos amigos.

Aunque las anteriores veces en las que estuvo ingresada, siempre deseaba salir de aquél triste lugar y regresar a su casa de campo, rodeada por la naturaleza, ahora que Daniel había entrado de lleno en su frágil vida, ya no estaba tan ansiosa por abandonar el hospital; él era lo único que la retenía allí, pues estaba enamorada de él. No obstante, aún con esas, aquella agonía de encontrarse prácticamente empotrada en una cama, era insoportable.

Y una noche en la que Julia estaba muy mal anímicamente porque su salud se estaba deteriorando demasiado rápido más de lo esperado, sumado a su falta de ganas de vivir al verse así de mal, Daniel le confesó que la amaba, además de contarle su oscuro e increíble secreto, uno que a cualquiera al conocerlo, le cambiaría la perspectiva de ver la vida y todo lo que rodea.

Ella al principio no le creyó, ¿quién en su sano jucio lo haría? Pero después de la demostración que le hizo, supo que decía la verdad. De hecho, tras su confesión, ató varios cabos sueltos y entendió muchas cosas que antes le parecían extrañas, pero que hasta entonces no le había dado mayor importancia. Ahora que sabía la verdad, lo entendía todo.

Y el momento del reencuentro estaba cerca, esa misma madrugada él vendría a por ella.

Con esos pensamientos, Julia cayó rendida en los brazos de Morfeo.

El sonido de una ventana abriéndose la sacó de su intranquilo sueño. No se alteró, no se asustó, sabía quién había venido a verla. Con ojos soñolientos miró como Daniel avanzaba hacia ella, con una gran y amplia sonrisa en los labios.

—Cielo, ha llegado la hora —le susurró, mientras acariciaba su rostro pajizo con ternura—. ¿Estás segura que es esto lo que quieres?

Ella estaba muy débil como para responderle, pero aun así, lo hizo con un hilo de voz, apenas audible:

—Es la única solución que tengo, si no quiero morir.

—Cierto, pero una vez que se haga, no se podrá revertir —le avisó, a la vez que se sentaba en el borde de la cama, a la altura de las delgaduchas caderas de su débil amada—. Quiero que estés completamente segura, pues lo que está a punto de ocurrirte, será para siempre.

—Ya lo decidí en su día y lo sigo manteniendo —afirmó con firmeza—. Nada me hará cambiar de opinión. Así que, ¡hazlo ya por favor!

Él simplemente asintió con un movimiento apenas perceptible de su rubia cabeza, y luego, sin más miramientos, se agachó hacia su elegante cuello. Abrió la boca y clavó sus largos y afilados colmillos en su garganta, con tanta facilidad como si la piel de Julia fuera mantequilla, para acto seguido comenzar a absolver con fuerza.

Julia suspiró y se dejó llevar. Sabía que esta era la única manera que tenía para ganarle la batalla a la muerte: siendo una criatura nocturna, que viviría eternamente una larga existencia, acompañada de su salvador... de su amado vampiro.


FIN

9 comentarios:

  1. Daida ,amiga,chiquilla...
    que regalo me has echo ,
    solo con entrar al blogg
    y felicitarme de corazón-
    Vas muy liada, Daida, se te nota
    la ilusión , en tus escritos.
    Yo te deseo , que triunfes , en la vida , como lo haces por aquí, con todas ,las que somos tus amigas !
    Gracias por el detalle , amor, en cuanto sepa como, me lo llevo ami blog !
    mil besos- Rosa de los Santos

    ResponderEliminar
  2. Gracias , Dulce, eres un cielo y un amor-
    Tu energía y vitalidad, sin igual , será recompensada con un montón de amig@s ,entre las que me quiero contar-
    sin más, recibe un saludo cordial , y un montón de besitosssssss- ROSA-

    ResponderEliminar
  3. Acabo de hacerme un blog y escribí un capitulo, den sus opiniones plis:).

    ResponderEliminar
  4. genial, me parece una buena historia, yo tambien escribo pero mis historias en su mayoria son largas, en mi blog estoy publicando una de ellas que por cierto es de vampiros, por cierto el tema que menos uso XD me gustaria participar, tengo un relato pero no es de vampiros, si quieren pasen por mi espacio

    http://artliteral.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  5. Gracias por participar en mi concurso preciosa :D

    ResponderEliminar
  6. Holaa ^^ Me encanta la historia!! He visto tu blog en el de una colega y... he dicho, vamos a echarle un vistazo xP Bueno, quería preguntarte si puedo hacerme socia... Yo escribo relatos cortos, éste es mi blog: lahadaperdida.blogspot.com Si puedo hacerme socia, dímelo, por favor ^^

    ResponderEliminar
  7. Me estoy poniendo al día, poco a poco, tengo tanto que leer que no doy a basto, pero no podía dejar de decirte que me ha encantado este relato, es muy bueno!

    ResponderEliminar
  8. Estrella Zamora 1 BGU "E"21 de mayo de 2014, 4:01

    Es una historia que es d a mor de una chica llamada Juliana que después se convierte en vampiro para ser igual que su amado ella quería ser igual que el por la simple rozan que ella lo amaba y de la única persona de la que ella deseaba ser mordida era por su amado vampiro

    ResponderEliminar
  9. Abrió la boca y clavó sus largos y afilados colmillos en su garganta, con tanta facilidad como si la piel de Julia fuera mantequilla, para acto seguido comenzar a absolver con
    Julia suspiró y se dejó llevar. Sabía que esta era la única manera que tenía para ganarle la batalla a la muerte: siendo una criatura nocturna, que viviría eternamente una larga existencia, acompañada de su salvador... de su amado vampiro.

    ResponderEliminar

¡Exprésate!, sé que tienes algo que decir, ¿a qué esperas?. Recuerda que un blog se alimenta de comentarios, ¡no me dejes pasar hambre!, jejeje.