Una vez sola, necesité de todo mi autocontrol para no girarme a ver que hacía el idiota y su pandilla, estaba tan concentrada que me sobresalté al sentir que una mano se apoyaba en mi hombro. Volteé con el corazón en la boca, me relajé de inmediato al percatarme de que sólo era Michael, pero mi alivio duró unos segundos al ver como se acercaba peligrosamente a mi boca...
Me pilló tan desprevenida que no pude apartarme a tiempo y sin poderlo evitar, sus labios carnosos capturaron los míos en un pequeño beso superficial. Cuando separó la unión de nuestras bocas, me dedicó una sonrisa triunfante y yo en respuesta lo fulminé con la mirada. No quería montar un espectáculo allí mismo, rodeada de tanta multitud de personas y la mayoría de ellas, estudiantes de mi mismo instituto.
Sin permiso alguno, se sentó al lado mío y me pasó un brazo por los hombros. Aproveché que lo tenía cerca para susurrarle al oído un par de cositas.
-No quiero que vuelvas a hacer eso, que seas mi amigo no te da derecho a besarme de esa manera sin mi permiso -por el rabillo del ojo miré a mi alrededor para comprobar si alguien cercano se había percatado de lo que le estaba diciendo-, ¿en que estabas pensando?.
-No pensé que te molestaría -respondió a la vez que encogía los hombros-, pensé que quizás si probabas lo que te estabas perdiendo acabarías cambiando de idea...
-No volvamos al tema de siempre, ¿vale? -me quejé- y haz el favor de quitarme el brazo de encima que cualquiera que nos vea va a pensar que somos novios.
Con un suspiro de resignación hizo lo que le dije y justo en ese momento apareció Iris con el pedido.
-¡Hey Michael!, me alegra que aceptaras la invitación -dijo sonriéndole a la vez que me pasaba mi cappuccino humeante.
Aquél comentario no me hizo mucha gracia, saber que mi mejor amiga había invitado a Michael sin consultármelo antes no me sintió muy bien. No era que no quisiera estar con él, no, no era eso; lo que ocurría era que últimamente no me sentía muy cómoda a su lado... si al menos me lo hubiera dicho, habría estado preparada para afrontar su compañía y su insistente intento de ligar conmigo.
Mientras me tomaba mi bebida, escuché una risita estridente que provenía de la mesa de al lado, giré la cabeza con disimulo para ver que era aquello que le hacía tanta gracia a Stacy, por que sin duda era ella la que reía de esa manera tan escandalosa. Ella siempre era así de llamativa.
-No sigas Roberto... -volvió a estallar en carcajadas-, ¡déjame, que me haces muchas cosquillas!.
Las masculinas manos de mi nuevo "vecinito" recorrían el esbelto cuerpo de Stacy, haciéndole cosquillas en las costillas y en donde pillaba mientras ella estaba sentada sobre su regazo y retorciéndose como un pez fuera del agua.
Aquello me pareció patético.
Justo cuando bufé a causa del mal genio que se estaba apoderando de mí, los ojos verdosos de Roberto se clavaron en los míos. En ese momento quise que la tierra se abriera y me tragara, ¡me había pillado espiándoles!.
-Entonces, ¿tú que opinas Caroline? -preguntó Iris con el ceño fruncido.
-¿Qué? -le pregunté sentándome bien de nuevo en mi sitio.
-Que si te vienes a la playa a dar un paseo por la orilla del mar -esta vez fue Michael el que respondió.
-Bueno, lo que queráis. Con tal de salir de aquí me conformo -confesé.
Entonces Michael se ofreció a invitarnos y pagar nuestros cafés y no aceptó un no por respuesta. Mientras se iba a la barra a pagar, Iris aprovechó el momento para ocupar su lugar y sentarse al lado mío. Tiró de mi para poder hablarme más de cerca.
-¿Y ese beso que os habéis dado?, ¿me he perdido algo? -inquirió- yo pensaba que Michael no te gustaba...
-Y sigue sin gustarme -le interrumpí-, además, fue él el que me besó y sin yo pedírselo.
-Pues no fue exactamente eso lo que me pareció -dijo a la vez que se acercaba un poco más a mi oído- y creo que no soy la única que piensa así.
No sabía a que se refería, así que no dudé en preguntarle:
-¿Qué quieres decir con eso?.
-¡Claro, estabas tan ocupada intercambiando saliva con Michael que no te diste cuenta de la cara que puso el señorito "mejor culo" que he visto en mis dieciocho años! -exclamó.
La miré con incredibilidad, ¿A Roberto no le había sentado bien que me besaran?. Aquello me pareció muy extraño y a la vez me hacía feliz la idea de que a él aquello no le gustara... y no sabía a que se debía esa extraña felicidad... ¿Por que me tenía que importar lo que él pensara o sintiera por mi?. Eso sólo podría significar... ¡No, rotundamente no podía ser!. No podría estar empezando a gustarme o sentir algo hacía ese chico engreído con la lengua tan larga... ¿o sí?.
Malhumorada por la absurda comprensión a la que había llegado, me levanté de un brinco y me disculpé con la excusa de ir a los aseos. Tenía que echarme un poco de agua fresca en la cara y refrescar mis estúpidas ideas. El calor residual del verano me estaba haciendo perder la cabeza.
Estaba tan concentrada que no me di cuenta que me habían estado persiguiendo y en el momento justo en el que mi mano se aferraba sobre el pomo de acero de la puerta, una mano grande me agarró del brazo deteniéndome en el acto. Aún no me había girado para comprobar quién era, cuando me susurraron al oído.
-Así que... ¿tienes novio? -preguntó una voz demasiada familiar mientras su cálido aliento me acariciaba.
-¿Y a ti que te importa? -le respondí cuando al fin me pude poner enfrente suya-, tú tienes a Stacy y yo a quién me dé la gana.
-Stacy es sólo el entretenimiento de hoy, nada más -confesó mientras avanzaba más hacía mi y me acorralaba contra la puerta del aseo.
Sentí la dura madera pegada sobre mi espalda y supe que no tenía escapatoria, si él pensaba besarme o algo parecido, sólo había una manera de librarme de él. Y seguro que a su entrepierna no le gustaría la idea. Pero antes quería saber que era exactamente lo que quería.
-Él no te conviene -soltó después de una pequeña pausa que me pareció una eternidad.
Al principio lo miré confundida sin saber a quién se refería, hasta que me acordé de Michael.
-¿Por?.
Roberto en respuesta me dedicó una bella sonrisa que me cautivó en el acto y sentí que las piernas me flaqueaban apunto de perder el equilibrio.
-Si realmente sintieras algo por él, hubieras puesto más pasión en aquél beso -me dijo sin perder en ningún momento aquella sonrisa tan seductora y sin apartar su penetrante mirada de mis ojos-, ¿o es que acaso ese pringado no sabe besar?.
Justo cuando iba a objetar y discutir con él se acercó más a mi y sin previo aviso, posó sus cálidos labios sobre los míos y me besó. Me había pillado con la boca entreabierta y aprovechó la ocasión para introducir su lengua y reclamar la mía.
Sin ser consciente de lo que hacía, me dejé llevar y respondí al beso.
En ese momento de flaqueza, una voz chillona nos interrumpió.
-¡Roberto!, ¡¿que diablos estás haciendo?.
Cuando al fin fui liberada y pude centrarme mejor en lo que me rodeaba, descubrí que era Stacy la que había hablado y la que se acercaba con rabia a donde nosotros estábamos parados en una pose muy comprometedora. Por su expresión airada y sus andares amenazantes, presagiaba que nada bueno podría pasar ahora...
Uuuuuh, ¡la Stacy esa se va a merendar a Caroline! Ya quiero ver qué hace la protagonitsa para salir de ahí, aunque seguramente Roberto la mande a freír esparragos...
ResponderEliminarMucha suerte Dulce, a ver si te eligen!!
Pues me ha encantado, genial.
ResponderEliminarBesos wapaa, muchas suerte.
Está muy bien jejejej. Va a haber pelea de gatas, mucho cuidado!!! Un beso y mucha suerte
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