Creyendo en la Navidad
Diciembre. Londres estaba completamente nevado, los termómetros marcaban temperaturas por debajo de cero grado y las calles están a rebosar. Aún queda más de veinte días para Navidad pero Nadia tiene la impresión de que todo Londres está en la calle. Vuelve de trabajar y le sorprende ver las calles tan llenas y alumbradas. No entiende como con el frio que hace la gente prefería estar fuera en vez de en casa con un vaso de té caliente entre las manos.
Ella detesta la Navidad. Está en contra de las compras compulsivas y de los compromisos sociales. Además tampoco es creyente y no cree que una fecha pueda causar tanta expectación.
Quizás su odio con esta fiesta venga de mucho tiempo atrás. Desde pequeña vivió en un orfanato. Sus padres murieron en un accidente cuando ella solo tenía dos años. En cuanto cumplió los dieciséis años empezó a trabajar y estudiar y tuvo que labrarse su futuro sin apoyo alguno. La Navidad siempre la ha pasado sola en su pequeño apartamento, y no le da la importancia que el resto le da.
Aun así ella misma siempre se auto—regala algo. Este año ha decidió comprarse un “Mac”, lleva ahorrando desde verano y ya lo tiene señalizado en la tienda. Mañana irá a recogerlo.
***
—Nadia el jefe te está buscando –Le dice Jorge preocupado—. ¿Dónde estabas?.
—He ido a recoger un pedido –No le confiesa que ha ido a por el ordenador que tanto deseaba—, me he retrasado un poco. ¿Qué le ocurre al jefe?.
—No tengo ni idea, solo sé que desde que ha entrado está buscándote y como no te encuentra está muy malhumorado. Yo que tú no perdía ni un segundo más.
Jorge es compañero de ella de la redacción. Cuando Nadia entro de becaria, él fue su supervisor. Desde siempre han congeniado y hubo una época hasta que se sintió atraída por él. Nunca se lo confeso, él es demasiado perfecto. Es guapo, tiene un pelo castaño y unos ojos verdosos que enloquecen a cualquiera, es muy simpático y además, es muy entregado con su trabajo. Hasta donde ella tiene entendido tiene novia y eso hizo que aún perdiera más la esperanza.
No se entretiene. Agradece a Jorge que la hubiese puesto en situación y sale corriendo al despacho del director de la revista.
—Hola Sr. Gómez. ¿Me estabas buscando?.
—Si Srta. Sánchez. ¿Se puede saber dónde estabas?, ¿no entras a trabajar a las 8 A.M.? –Le dice en tono brusco.
—Si, perdone. Tuve que ir a recoger un paquete y me he retrasado un poco. Lo siento, no volverá a pasar. ¿En qué puedo ayudarte?.
—Necesito que cubras una sección. Como sabes, la Navidad está ya presente y necesito que te encargues de las compras más solicitadas para estas fechas. Necesito un artículo donde expongas los regalos que más desean nuestros usuarios. Quiero que sea una especie de análisis sociológico. ¿Puedo contar contigo?.
—Perdone… A ver… ¿No podrías encargarle esta sección a otra persona?. A Jorge, por ejemplo. Yo tengo mucho lío con mis artículos de política y no sé si podré cumplir con ello.
—No te lo estoy sugiriendo. Te lo estoy mandando. Eres tú quien debe hacerlo. Si quieres, puedes pedirle ayuda a Jorge, pero el artículo debe ir redactado y firmado por ti.
—Sr. Gómez… —se ruboriza—, no sé si estoy capacitada para esto. No me gusta la Navidad, ni las compras compulsivas, ni la multitud de gente por la calle… ¿De verdad debo ser yo? No es por alarmarle, pero a lo mejor, queda un “churro” de informe.
—Espero no tener que repetirlo más señorita. Deja de lamentarte y lloriquear. Tienes diez días para ver el artículo en mi mesa. No pierdas más el tiempo y ponte manos a la obra.
—Estupendo jefe. –Nadia se levanta y sale cabizbaja del despacho.
***
Nadia llega a casa con la petición de su jefe en la cabeza. Instala, enciende su nuevo Mac y comienza a buscar información en la red de los consumos más habituales en estas fechas.
Por casualidad se topa con una página de contactos. Le salta como publicidad en una de las webs que visita. Le causa curiosidad y clickea. Sin pensarlo se registra. Total… ¿qué puede pasar? Se dice.
Echa un vistazo a los usuarios registrados y se ríe. Le sorprende como la gente puede adularse tanto a ellos mismos. Ve fotos, aficiones, trabajos… y sonríe. Esto es lo bueno de ser soltera, se dice a sí misma, puedes ver chicos y chicos sin tener que sentirte culpable.
De repente un “pi” la sobresalta. Tiene un nuevo mensaje en la web:
“Hola Nadia30. He estado revisando tu perfil y me sorprende la cantidad de aficiones que tenemos en común. Me gustaría entablar un contacto contigo, si no te molesta. Un saludo, JrL.”.
Nadia sonríe. No hace ni cinco minutos que se ha registrado en la web cuando ya tiene un “pretendiente”. ¡Qué fácil es esto de ligar por internet”. Cierra el Word donde está trabajando el artículo y contesta a este nuevo admirador.
“Hola JrL. Qué Nick más misterioso tienes. Cuéntame… ¿Por qué dices que tenemos tanto en común?. Muy arriesgado por tu parte, ¿no?. ¿Qué haces en una página como esta?, ¿eres tímido?, ¿feo?, ¿poco sociable?. ¿Cuál es tu perfil?”.
Cuando relee el mensaje siente que ha sido demasiado directa e incluso ofensiva, pero lo envía igualmente. Nunca ha confiado en estas cosas y no puede remediar sentirse alarmada y atacante.
No espera respuesta. Apaga el ordenador y baja a la cocina. Algo rápido para cenar y a descansar pronto. Mañana será otro día.
***
—¡Nadia! –Grita Jorge en medio de la calle—. ¿Qué ocurrió ayer?. ¿Para qué quería verte el jefe?.
Ambos se dirigen a la redacción y se han cruzado a medio camino.
—Nada. Solo quería hacerme un encargo. Quiere que escriba un artículo sobre las compras en Navidad para el próximo número de la revista. Ayer mismo ya comencé con él. Pero si te soy sincera, me está costando y me costará. La Navidad no me gusta en absoluto y no la sigo en masa como el resto de la sociedad.
—¿Quieres que te eche una mano?, ¿por qué no tomamos un café y hablamos sobre ello?. Aún es pronto para llegar a la redacción.
—¡Estupendo!, ¿por qué no?.
Entran en una cafetería próxima a la oficina. Piden un par de cafés y hablan sobre el artículo. Jorge bromea con numerosas ideas y ella ríe. Ambos se compenetran bien. Desde que comenzaron a trabajar juntos cuando ella era becaria sabían que hacían buen equipo. Nadia lo observa con atención, tiene una sonrisa preciosa y la expresión de su cara cuando habla dice mucho de él. Es un chico seguro, directo y muy atractivo. Nota como se sonroja cuando tiene estos pensamientos.
—Nadia, ¿estás bien? –Jorge se ha dado cuenta de que está ausente.
—Sí, sí. No te preocupes –Ahora sí que se ruboriza—. Estaba pensando en todo lo que me estabas diciendo y sí, llevas razón. Acepto tu ayuda.
—¡Pues no se hable más!. Esta tarde quedamos. Sí te parece nos damos un paseo por el centro y observamos a la gente. Así tendremos una visión más objetiva de la realidad. No debes basarte únicamente en los datos estadísticos. ¿Qué te parece?.
—Me parece perfecto. Cuando salgamos nos vamos de “shopping”. Suena divertido, ¿no?.
Ambos se miran y se ríen. Ninguno de los dos es consciente de que esa tarde marcará un antes y un después en su relación.
—¡Vamos! Al final llegaremos tarde a la redacción –Comenta Jorge.
***
Cuando llegan a la oficina cada uno marcha a su mesa. Ella comienza a revisar y corregir los artículos que tiene pendiente. La verdad es que va bastante avanzada, si no fuese por este nuevo encargo, este mes iría sobrada de tiempo.
Abre su email. Publicidad y más publicidad, ni un correo interesante. Se acuerda de la página de ayer tarde y decide echarle un vistazo. Siente curiosidad por si aquel chico ha contestado. Abre la página y “pi” nuevo mensaje.
“Hola Nadia30. Creo que te has equivocado de cabo a rabo conmigo. Ni soy tímido, ni feo (tampoco soy un Richard Gere), ni poco sociable. Si me he sentido afín a ti es por qué leí en tu perfil que adoras la literatura y escribir. Aficiones que yo también comparto. Pienso que quien se equivocó contigo, fui yo. No debí creer cuando vi tu perfil que eras diferente. Por lo que veo, eres igual de superficial que la mayoría. Un saludo y hasta siempre.”
Los ojos de Nadie se abren como platos. No está acostumbrada que se le habla con tanta honestidad y claridad y mucho menos alguien a quien no conoce. Se siente ofendida y enfadada, aunque admite que aquel chico tiene razón en sus palabras. Ella no fue justa con él y ha recogido lo que ha sembrado.
Cierra los ojos, piensa, suspira y le contesta.
“Hola JrL. Llevas razón, he sido injusta contigo. Siento si he podido ofenderte, créeme que no era mi intención. No soy muy dada a este tipo de relaciones, pero si te parece, podemos empezar de cero. ¿Qué te parece?. Me presento, soy Nadia30, adicta a la lectura y a la escritura. ¿Y tú?, ¿a qué te dedicas?. Mucho mejor, ¿verdad?. Un saludo y espero noticias tuyas muy pronto.”
Ahora sí, piensa, esa si es ella. Está orgullosa de haber recapacitado y haberle dado una oportunidad. Total, no hay nada de malo, y aquel muchacho parece agradable. Además si mantiene el contacto con él, sus correos dejaran de ser aburridos. Tendrá un pequeño estímulo para abrirlos.
No le da tiempo a cerrar la página web cuando una señal le avisa de que tiene un nuevo mensaje. JrL le ha respondido con una rapidez asombrosa, por un momento le gusta creer que la estaba esperando.
“Hola Nadia30. Me sorprende esta nueva cara tuya que me enseñas, y me gusta. Yo también adoro escribir y leer. De hecho, un buen libro sería el regalo perfecto para estas navidades. ¿Qué crees?, ¿estás de acuerdo?”.
Nadia se pasa toda la mañana mandando y recibiendo correos. Debaten sobre literatura, libros y escritos. Hablan de sus aficiones e incluso se adentran en temas personales. Se siente a gusto hablando con este desconocido y las horas pasan volando. Intenta que nadie se dé cuenta de lo que anda tramando y sonríe para adentro. Se le han ido las pocas ganas que tenía de trabajar y no disimula. No deja de actualizar la web una y otra vez a esperas de que su nuevo amigo le conteste. Se siente como una adolescente desobedeciendo a sus padres.
***
Las calles están preciosas. No son ni las seis de la tarde cuando los alumbrados navideños alegran la ciudad. La gente pasea con bolsas cargadas de paquetes y regalos y la alegría se palpite en el ambiente.
Nadia y Jorge pasean tranquilos. Observan a su alrededor. Miran escaparates, cafeterías y puestos de adornos. Se fijan con atención las bolsas de los transeúntes. Intentan hacer una “encuesta” a ojo de las tiendas que prefieren y así poder intuir que compran. Hablan de cómo organizar la investigación y como debería enfocar el artículo.
Nadia aprovecha el paseo y se sincera con él. Le explica el porqué de su “odio” a la Navidad. Le comenta que nunca nadie le ha regalado nada por esas fechas, que siempre ha cenado sola y que no ha tenido a quien llamar nunca. Que sus pocas amistades han preferido pasar esas fechas con su familia o viajando a quedarse con ella. Qué lo único que recibe es el regalo que se auto-regala y que cada vez esos regalos son más caros. Confiesa que intenta sentirse alguien según el valor de lo que pueda comprarse, que se engaña a sí misma.
Jorge la agarra del brazo y la obliga a detenerse. La mira fijamente a los ojos y observa como brillan y se humedecen a medida que ella habla. Su mirada transmite ternura y sin pronunciar palabra, la abraza.
Le propone dejar el paseo, dejar el trabajo por hoy e ir juntos a cenar. Le propone un sitio que él conoce, no muy lejos al centro pero muy tranquilo, y que pueden continuar hablando allí. Nadia con lágrimas aun en los ojos, asiente, no está en condiciones de negarse, siente hambre y no quiere estar sola.
Cuando llegan, Nadia se sorprende al ver el lugar. Es alegre y amplio. Hay numerosos cuadros en las paredes y las mesas cada una son de un color. Mira la carta y le gusta que haya elegido un bar de tapas, así puede comer lo que quiera sin necesidad de abrumarse. Piden unas cañas y un par de pinchos para empezar.
En menos de una hora, ya son tres cervezas que llevan cada uno y Nadia empieza a sentirse mareada. No está acostumbrada a beber y siente que el alcohol le sube a la cabeza. Se ríe sin sentido y habla sin callar. Empieza a mirar a Jorge de forma insinuante. Está picara y juguetea con sus armas de mujer. Se toca el pelo, sonríe “maliciosamente” y se mueve de forma provocativa.
Jorge siente que la situación se está desmadrando y se ofrece en acompañarla a casa. Ella reniega, está disfrutando y no quiere irse, pero él le recuerda que mañana es día laboral y que el Sr. Gómez no se sentirá contento si los ve llegar de resaca.
De regañadientes, acepta. El camino a casa se hace hasta pesado para Jorge. Nadia canta, grita y baila dentro del coche. Se siente eufórica y Jorge teme por que ese “bienestar” se tuerza y caiga enferma.
Cuando llegan al portal, él intenta ser cortes y despedirse de ella amistosamente, sin embargo, ella directa y segura de sí misma como nunca antes, le besa en los labios.
—¡¿Qué haces?! –Pregunta alarmado y sorprendido.
—¿Te molesta? –Dice en tono sensual volviendo acercándose a él y lo vuelve a besar—. No puedo evitarlo, me encantan tus labios.
—No deberías… —Consigue decir.
—¿Por qué?, ¿por tu novia? –Pregunta de forma picara.
—No, no. Hace mucho que no tengo novia.
—¿Ah no? –Pregunta asombrada—. Entonces, ¿dónde está el problema?.
—El problema está en que si sigues besándome, no podré dejar de quererte.
Nadia sonríe, sin embargo no comprende, la verdad y sinceridad de esas palabras. Lo besa y cada vez, con más pasión. Ambos suben a su apartamento y se entregan en cuerpo y alma. Hacen el amor hasta bien entrada la noche.
***
Nadia vuelve a quedarse dormida. Cuando se levanta, Jorge ya no está a su lado y se tranquiliza por ello. Esta avergonzada de lo ocurrido ayer y siente que no actuó como debería. Claro que deseaba hacer el amor con él, pero hubiese preferido estar sobria.
Mira a su alrededor y lee una nota que le ha dejado. En ella le dice que no se preocupe, que se tome el día libre, que él la excusará con el jefe. Promete que la llamará a lo largo de la mañana.
Está un poco más tranquila. Sabe que Jorge tiene razón al proponerle no ir a la redacción. Le duele la cabeza y se siente muy cansada, no sería propio. Además sabe que si Jorge habla con su jefe, no habrá problema, él siempre fue de sus favoritos.
No termina de salir de la ducha, cuando su móvil suena. Es Jorge.
—Hola Jorge. ¿Cómo estás?, ¿cómo has dormido?.
—No mejor que tú preciosa. No he dejado de mirarte en toda la noche. Soñaba con estar contigo.
Nadia se siente aturdida, confundida e insegura. Sabe que anoche hicieron el amor pero no que le hubiese prometido amor eterno. Ella no está segura de querer empezar una relación.
—Jorge sé que no es la mejor forma de decírtelo. Lo de anoche me encanto pero… No estoy segura de querer empezar una relación.
—Creí que tu… que yo… Anoche… —Jorge se siente perdido—, la cena… los besos…
—Por favor, perdóname.
Cuelga el teléfono. Se siente mal y no se entiende. Hace unos días hubiese estado encantada con la declaración de Jorge, sin embargo, está confusa.
De repente y sin saber porque, JrL aparece en su mente. ¿Tendrá él algo que ver?. No puede ser, no han entablado más que unos cuentos mensajes y ni siquiera se conocen, sin embargo ahora mismo está en su mente y pensar en él le pone nerviosa.
Sale disparada al ordenador y abre su correo. Cuando ve que no tiene ningún mensaje de su “nuevo amigo” se desilusiona. ¿Por qué no le ha escrito?. ¿Qué ha pasado?, ¿ya se ha aburrido?.
Pero sobre todo… ¿Por qué le preocupa tanto que no le haya escrito? Por un momento duda, pero toma la iniciativa y le escribe.
“Hola JrL. ¿Qué tal? ¿Qué ocurrió ayer? Perdona que sea tan curiosa pero me sorprende que ayer no me escribieras. Mira, sé que esto te sorprenderá, pero me gustaría quedar contigo, verte en persona, necesito aclarar unas cuentas cosas. ¿Qué te parece ir mañana a cenar? Un beso”.
No pasa ni diez minutos cuando recibe respuesta. Está feliz por qué han coincidido conectados a la vez y no tiene que esperar mucho.
“Hola Nadia30. Perdona por no escribirte ayer, tuve mucho trabajo y llegue tarde a casa. Me parece genial quedar mañana, si te parece bien podemos ir al Beach Blanket Babylon. Invito yo. Un saludo.”
Nadia está nerviosa. Nunca ha ido a un sitio de tanta categoría. Siente que no tiene que ponerse y decide salir de compras. Mira una y mil tiendas hasta que da con el vestido perfecto. Negro, con unos bordes verdes y un corte imperio. No es muy largo y puede combinarlo con unos tacones sencillos. Tampoco quiere ir sobrepasada.
Entra en una librería y le compra una de las novedades de aventura. Si no recuerda mal, es su género favorito. Ya que él la va a invitar a cenar, ella quiere obsequiarlo de alguna forma.
No se está dando cuenta, pero está actuando como muchas personas en Navidad. Nuevos trajes, cenas y regalos. ¿Será que el espíritu navideño al fin se apodera de ella?.
Corre a casa. Se ha entretenido demasiado y aún tiene que arreglarse. No quiere llegar tarde a su cita. En la habitación, mientras se arregla el pelo, vuelve a ver la nota de Jorge. Se siente mal y culpable pero algo le dice que debe ir a la cita con JrL para estar segura de su decisión.
A la hora acordada esta ella en la puerta del restaurante. Está nerviosa y rabiosamente guapa. Mira hacia un lado y hacia otro en busca de su “amigo” pero no tiene pistas de como localizarlo. Con la emoción no ha acordado nada para reconocerlo.
De repente lo ve. Jorge se acerca a ella. Esta guapísimo. Luce un traje negro y una camisa azulada que resalta el verde de sus ojos. ¿Qué hace allí?.
—Hola Nadia. Estas preciosa –La saluda cordialmente.
—Gracias… Perdona… ¿Qué haces aquí?.
—¿No lo sabes? Teníamos una cita.
—¿Tu y yo? –Nadia no entiende nada.
—Si, Nadia30.
—¡¿Perdón?!. ¿Cómo sabes tú eso?.
—Porque yo soy JrL. Habíamos quedado, ¿no?.
—¿Me estas vacilando? –Siente rabia y está muy enfadada—. ¿Has jugado conmigo?, ¿de qué va esto?.
—Déjame que te explique por favor –La agarra cuidadosamente del brazo—, hay una explicación.
—Pues lo siento Jorge, yo no quiero saberla. – Tira el libro que le llevaba de regalo y sale corriendo al primer taxi que ve. Se siente dolida, ofendida e idiota.
***
Pasan los días, pensando, borrando cada mensaje que le envía Jorge a su correo y evitándolo en la oficina.
Termina el articulo navideño en la fecha prevista y aunque no está conforme con el resultado, a su jefe le ha gustado. Ha sido conciso, trabajado y objetivo. Por suerte, no le ha costado tanto como pensaba y se ha podido sentir distraída.
En dos días será Nochebuena y está deseosa de que acabe la jornada y disfrutar de sus pequeñas vacaciones. No tiene más que una semana de libertad pero pretende encerrarse en casa y leer.
No quiere dejarse engañar por nadie y mucho menos por el espíritu de la Navidad. Total, este año tampoco tiene con quien compartir esas fechas.
***
Nochebuena. Nadia se levanta pronto como estos días atrás. Aunque este de vacaciones, está inquieta. Se siente sola y por las noches le cuesta conciliar el sueño. Se siente culpable por como trato a Jorge y siente que debió escucharlo. Ahora ya es tarde y no puede hacer más que reprimirse.
La mañana pasa sin sobresaltos. Nadia recoge un poco el apartamento y come algo. Por la tarde se echa la siesta y espera que las horas pasen rápidas.
A eso de las ocho de la tarde suena el timbre de la puerta. ¿Quién puede ser a estas horas un día como este? Se pregunta. Dudosa abre la puerta y no puede creer lo que está viendo.
—¡Srta. Sánchez!, ¿qué haces aun en pijama?. Corra a vestirse –Ordena su jefe.
—¿Perdón?. ¿Qué hacéis todos vosotros aquí? –Pregunta sorprendida.
Todos los compañeros de la redacción están en su casa, bueno, todos no, falta Jorge. Vienen cargados de bandejas y bolsas con bebidas. Vienen a acompañarla esta noche. Según África, su compañera de redacción, todo lo ha organizado él, sin embargo a última hora ha avisado de que no podrá asistir.
Nadia esta desconcertada. Por un lado está feliz, está rodeada de gente que la aprecia pero por otro, se siente culpable. Desearía que Jorge estuviese ahí para pedirle perdón. Aun así debe atender a sus invitados. Sale pitando a su habitación y se arregla. No es muy cordial cenar esa noche en pijama y más cuando tiene a tanta gente en el salón. Se pone un vestido corto, un poco antiguo, de color claro, se deja el pelo suelto y se maquilla suavemente.
Cuando sale al comedor no puede creer lo que ve. El salón está ambientado completamente, hasta ahí un pequeño árbol de Navidad repleto de regalos. Sin embargo, lo que más le llama la atención es el cartel inmenso que hay colgado en el techo.
“PERDONAME NADIA. PERDONAME, PERO TE AMO.”
Jorge se encuentra allí, inmóvil, con una rosa entre las manos esperando la reacción de su amada.
Nadia sonríe, cierra los ojos y nuevamente se deja llevar. Corre y se lanza a los brazos de su amor y lo besa, lo besa con un amor grandioso y sincero. Ambos se abrazan y el resto aplaude.
—Perdóname Nadia, perdóname –se disculpa—. Hace mucho que estoy enamorado de ti y no sabía cómo acercarme a ti. La página de contactos donde te encontré me la hice hace mucho tiempo. Cuando yo y mi ex rompimos, me registre, creí que sería buena forma de conocer a gente nueva. Cuando te vi por allí, no me preguntes porque, pero supe que eras tú, tuve que hablarte. Luego, la noche que nos acostamos, me confundiste y me hice ilusiones, pero me equivoque. No tuve más remedio que “jugar” contigo para poder sincerarme. Había entrado en un juego peligroso y no supe pararlo a tiempo.
—Shh… Calla y bésame –Le pone un dedo en sus labios como símbolo de silencio—. ¿No es esto la magia de la Navidad de la que todos habláis? Déjame disfrutarla.
—¿Tú crees? –Pregunta Jorge alegre y divertido.
—Amor, compañía y regalos. ¿No son esos principios de la Navidad?.
—Si, llevas razón, pero yo aún no te he dado ningún regalo.
Argggg ya me has desvelao el final pa mi Blog jajajjaa.
ResponderEliminarGracias por subirlo wapa, espero ke guste^^
A mi sí me gusta, lo sabes!
ResponderEliminar@Hola dulce! Vengo por le comentario que has dejado en mi blog. Yo también he suspendido ya dos, y llevo menos de un año con el blog... Y sinceramente me encontraba con ganas de organizar un concurso, asi que CORRE! Tienes solo una semana para participar!!!
Se me vaa, pero va enserio, concurso express en mi blog :P
Participaba en el tuyo con muchas ganas, pero no me llama el libro ni me gusta seguir los blogs solo por los concursos. Lo siento, prefiero que gana alguien que desee de veras el libro.
Mil besos!
Me parece interesante yo iba participar en la antología pero el relato se convirtió en un novela de casi 100 hojas.
ResponderEliminarPrecioso!!
ResponderEliminarMe ha encantado!
Cómo ya te dije en su día querida Astarielle, me encantó el relato!.
ResponderEliminarEs una historia fresca, fácil de leer y que trata en parte de un tema que está muy presente hoy en día. Hablo del internet, por supuesto, jejeje.
Te felicito preciosa, gracias por participar en la antología!