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viernes, 9 de diciembre de 2011

RELATO Nº 30 PARA LA ANTOLOGÍA NAVIDEÑA (Paranormal) by Lighling

Esclava Navideña



Esa mañana su padre no llegaba, había salido de caza y se retrasaba más de lo normal; por norma llegaba mucho antes del amanecer. Se madre se paseaba por el gran comedor de un lado al otro con un aire preocupado.
Su lobo interior pedía salir a comprobar la seguridad del macho alfa de la manada, de él dependía la integridad y protección de muchos; no podían arriesgarse a un ataque criminal contra el rey de la familia.
Dejó a su madre a salvo con unos guardias de confianza y quiso ir en busca del macho alfa.
Zack, ten cuidado rogó su madre.
Él sonrió, asintió y salió corriendo, una vez hubo pasado los terrenos de su hogar dejó que su piel dejara paso al pelaje oscuro propio de su lobo. Un lobo negro azabache con unos ojos verdes esmeralda.
Rastreó durante horas el olor de su padre, tubo la sensación de correr en círculos hasta que su olfato lo llevó de nuevo al castillo.
Con cautela siguió el rastro hasta una zona donde no esperaba encontrarlo: en las mazmorras.
Volvió a su forma humana y bajó en su busca.
¿Padre? preguntó.
El lobo gris de su padre apareció mirándolo fijamente.
“Hola Zack” la conexión mental con el macho alfa era inquebrantable y más siendo su padre.
“Estábamos madre y yo preocupados”.
Una sonrisa lobuna en los labios de su padre le indicaron que algo estaba pasando, no imaginaba el por qué pero sí que había algo oculto en aquellas cuatro paredes de piedra antigua.
“Te traje un regalo de navidad” comentó su padre.
¡Oh, Navidad!. Esas fechas humanas tan patéticas.
Siguió al alfa a una distancia prudencial y cortés, ambos caminaron en silencio hasta la última celda, era la más espaciosa y soleada.
En ella Zack no tardó en vislumbrar una figura arrinconada sobre sus piernas, era pequeña y temblorosa, además de estar cubierta de barro.
“¿Qué es esto padre?”.
El macho alfa volvió a su forma humana, un hombre anciano y decrépito que apenas podía andar, por eso siempre permanecía en forma lobuna, únicamente así mantenía la juventud de sus años venideros.
Un regalo para calentar tu cama contestó su padre.
Zack le gritó mentalmente hasta quedar afónico, no deseaba una prisionera y menos una humana.
De nada sirvió, su padre cortó la conexión mental y marchó a sus aposentos. 

***

Navidad, el mundo se vuelve loco en navidad. Son unas fechas familiares y amorosas, las calles se llenan de luces y los comercios de gente. Es una época en la que gastar el dinero pensando en sus seres más queridos.
Las familias se reúnen alrededor de una chimenea y cantan estúpidas canciones sin sentido, decoran el cadáver de un árbol y montan un belén de lo más colorido.
Era pensar en aquellas fechas y sentía arcadas.
Los humanos son patéticamente frágiles de corazón, necesitan unas fechas para demostrar el amor que se sienten cuando en realidad se preocupan exclusivamente de ellos mismos. Egoístas de nacimiento, no eran como los lobos, los cuales, para ellos son todos una familia y cada uno es una gran pieza del puzle.
Había evitado bajar pero tenía miedo por la salud de la humana.
Bajó a regañadientes y prendió las luces, ella estaba de nuevo en una esquina acorralada.
Zack abrió la celda y entró.
La humana alzó la cabeza y todo paró en seco, únicamente no había barro sobre ella, su padre la había marcado con las uñas en el cuello.
La había transformado.
Corrió a ella y tocó su piel, ya pálida por la luna llena. La primera transformación siempre era en luna llena.
Justo la noche de Noche Buena.
Y ella estaba en plena trasformación.
La pena hizo que Zack la cogiera en brazos, era tan ligera como una pluma. Subieron a sus aposentos bajo la mirada atenta de su madre, ella lo miraba con horror, no estaba de acuerdo con que Zack tuviera una esclava y al mismo tiempo no decía nada.
Una vez la hubo dejado sobre la cama corrió al baño para llenar la gran bañera.
Fue a por la humana y ella lo miró de arriba abajo, era un macho fuerte y atractivo; muchas de las lobas de su clan habían intentado copular con él en busca de un hijo fuerte y con genes de reyes.
Por otra parte, a pesar del barro ella era hermosa. Piel blanca como la de un vampiro y cabellos rubios como rayos de sol, ojos melosos con largas pestañas.
¿Qué vas hacerme? preguntó entre convulsiones.
Ayudarte a pasar el cambio.
Quiso replicar pero una contracción la hizo gritar y retorcerse de dolor.
Si te resistes dolerá más.
No quiero ser un monstruo.
Zack sonrió.
No lo serás, únicamente serás mía.
La llevó al baño y se metió en la bañera con la humana, él quedó atrás abrazando a una humana que no dejaba de gritar a pleno pulmón de dolor. 

***

Largas horas pasaron hasta que ella aceptó el cambio y trató de transformarse, se sumergió en el agua dejando paso a una loba que prendió su alma.
Era una loba joven, blanca y pequeña.
Cuando salió del agua apenas podía tenerse en pie.
Zack la miró, era hermosa y adictiva; en sus ojos vio que ella era posiblemente quien buscaba desde hacía años. Era algo indescriptible, algo que únicamente podía sentirse una única vez en la vida.
Se necesitaba una vida para encontrarla y un segundo para saber que era ella.
Sonrió al saber que se esclava era su alma gemela.
Trató de morderle en tantas ocasiones que había tenido que atarle las patas, ella había aullado y gruñido hasta rendirse y descansar.
Llevaba toda la noche durmiendo hasta que notó como la loba se transformaba en humana; la subió a la cama y calentó su piel con sus fuertes brazos. 

*** 

Annelie… susurró adormecido en el oído de ella.
Era su nombre, no sabía cómo pero sabía cómo se llamaba.
Ella volteó hasta quedar ante sus ojos, no lo reconocía como pareja, siquiera como alguien que pudiera proporcionarle la protección que toda hembra necesitaba.
No importaba, no la iba a dejar marchar y con el tiempo le iba a demostrar quién era él para ella.
La puerta reventó cuando dos guardas del macho alfa la apalearon hasta dejarla hecha astillas.
Tras ellos estaba su padre, enfurecido.
“No quiero que tu pareja sea humana, no puede ser que tu alma gemela lo sea” gritó el macho alfa en mente de todos.
Zack se transformó en lobo y se colocó ante su pareja.
“No es humana, la transformarte ¿recuerdas?”.
“Ya no es bienvenida Zack, sabes lo que significa.”
Sí, exterminio o destierro.
Los guardas fueron directo a matarla pero Zack se colocó ante ella con un gran aullido, no podían enfrentarse con el hijo del alfa, así que, su padre pidió sumisión para que dejarán que mataran a su pareja.
Lo exigió gruñendo pero Zack no bajó las orejas en ningún momento, había tomado una decisión.
“Dále la oportunidad del destierro” rogó a su padre.
Éste cabeceó un rato hasta sonreír. 

*** 

Zack miraba con ternura a Annelie, ésta no confiaba en él y siquiera lloraba por separarse. No notaba como el corazón de Zack estaba desgarrándose mientras que su lobo interior aullaba de dolor al perder a su alma gemela.
Ella no comprendía nada sobre licántripos, vivía ajena a la tortura por la que iba a pasar Zack.
La había llevado a su casa y la había acompañado a su habitación, ella volvería a su vida normal a pesar de su licantropía.
Y podría ser feliz.
Para un lobo era imposible, las hembras decidían todo. Una hembra puede emparejarse con el macho que desee sin consecuencias, en cambio el macho únicamente puede emparejarse con su alma gemela, si ésta lo rechaza no puede optar a más hembra.
Sé feliz Annelie y recuerda algo, yo siempre te seré un fiel amante de tus sueños.
No podía luchar, no ahora en su posición.
Algún día faltaría el rey y él volvería a por ella para luchar por el amor que no comprendía Annelie.
Era la Navidad más triste y feliz de su vida.
Y a partir de ese día iba a visitar a su pequeño regalo, aunque ella no lo supiera la vería de lejos, aunque ella no lo notara, cuidaría sus sueños y aunque ella no lo amara, él la amaría hasta morir.
Las Navidades humanas a veces traían regalos por los que merecía la pena seguir viviendo. 


2 comentarios:

  1. A mi también me ha emocionado el desenlace... Y aunque no me gustó el mismo x k no kedaron los prota juntos debido al loco de su padre alfa, he disfrutado de la lectura... Como siempre ocurre cada vez que leo algo tuyo kerida Lighling...

    Por cierto, gracias por colaborar en la antología navideña!

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