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miércoles, 14 de diciembre de 2011

RELATO Nº 36 PARA LA ANTOLOGÍA NAVIDEÑA (Paranormal) By Marru

Tesoro de amor



Érase una vez… Siempre había querido que mi propia historia empezase con esas tres palabras. Y lo cierto era que todavía mantenía esa esperanza pues mis razones tenía…
Antes pensaba que no tenía motivos para ello. Que mi “cuento de hadas” jamás se haría realidad, que nadie se fijaría en mí porque… no tenía nada, nada que me hiciera especial o que pudiera enamorar a alguien. Pero… eso había cambiado desde hacía unos meses…
Él lo había cambiado todo… pues no había nadie que pudiera compararse con Ángelo. Él era… lo era todo para mí. Era un chico perfecto, maravilloso, guapísimo y un chico que no se parecía a ninguno de los que había conocido hasta ese momento.
Todavía podía recordar el día en que había hablado con él por primera vez por teléfono. Estaba tan nerviosa que casi no me salían las palabras de la boca. Ángelo era… se notaba su perfección en la voz. Nunca había conocido a nadie que me hubiera impresionado tanto sólo con unas cuantas palabras. Pero la verdad es que empecé a enamorarme de él casi sin proponérmelo.
Lo cierto es que intenté evitarlo, intenté no enamorarme de él, a fin de cuentas era el novio de mi amiga, pero… era tan perfecto y guapo que no pude resistirme. Intenté evitarlo con todas mis fuerzas, pero no podía dejar de hablar con él. Y cuanto más intentaba evitar enamorarme más me enamoraba de Ángelo.
Me sentía afortunada porque semejante hombre se hubiera fijado en mí, pero me sentía mal por mi amiga. Ella era mi mejor amiga desde hacía años, y él era su novio. Era cierto que en muchas ocasiones ella decía que quería dejarle, que no sabía si continuar con esa relación de unos meses. Eso era lo que me recordaba a mi misma cada vez que pensaba en él. Me decía para mis adentros que tenía justificación ya que ella misma pensaba en dejarlo. Pero lo cierto es que no era ninguna excusa.
Sabía que el habernos enamorado no era ningún pecado, pues esas cosas pasaban. Lo que peor llevaba era tener que ocultárselo a mi amiga. ¿Por qué?, porque Ángelo estaba pasando el verano con ella por una promesa, y me decía que tenía que esperar un poco, que no era el momento. Hasta que finalmente, casi cuando el verano se había marchado, mi amiga me mandó un mensaje diciendo que su novio la había dejado porque estaba enamorado de otra… de mí.
No sabía cómo sentirme, pues todo era extraño. Por una parte estaba contenta de no tener que seguir con secretos y con un amor clandestino, pero por otra… había hecho daño a mi amiga. No sabía si me perdonaría, si podría ser capaz de seguir siendo mi amiga tras lo ocurrido.
Pero cuando al fin pude decir que Ángelo era mi pareja me sentí muy feliz. Nos fuimos a vivir juntos, pues había sido amor a primera vista, nos entendíamos muy bien. Nos amábamos y éramos muy felices. Hasta el día en que me contó su triste pasado. Él llevaba los negocios familiares de su abuelo que hacía unos meses había fallecido, y estaba bastante ocupado. Pero siempre tenía un rato para mí. Y aquella noche me contó que él había estado prometido.
Se llamaba Isabella. Era… molto bella. Era una bambina maravillosa. En muchas cosas te pareces a ella, pero a la vez eres molto diferente. Nos conocíamos desde picollos. Llevábamos varios años saliendo y… estábamos prometidos. De hecho… estaba embarazada. Y… la mataron, por unos negocios de mi abuelo. Esa bala debió ser para mí, pero… la mataron… me contó con el rostro entristecido.
Amore, lo siento… dije con tristeza en la voz al escuchar la triste historia.
No te preocupes, bambina… contestó mirándome fijamente a los ojos–. Yo lo pasé muy mal, todavía no la he olvidado, y… no querría olvidarla.
Además… a veces la siento cerca. Sueño con ella. Creo que me protege y me cuida.
A veces yo también he tenido esas sensaciones. A veces, siento como si… como si hubiera alguien a mi lado.
¿Así que tú también crees en estas cosas, Melinda? –preguntó él cogiendo mis manos.
Sí. Más de una vez tengo esas sensaciones. No sé, supongo que soy rara… comenté sacando la lengua.
Eres la mia bambina, mia cara… dijo con ese acento italiano que tanto me gustaba, antes de besarme apasionadamente.
Al día siguiente me levanté para ir a trabajar. Puse rumbo a la librería, a pesar del mal tiempo que hacía, pero era pleno diciembre, estábamos en la campaña de Navidad, y había mucho trabajo, además de hacer un frío tremendo.
Tenía que ir en coche al trabajo pues estaba un poco lejos, pero al menos tenía trabajo. El camino en coche era de unos veinte minutos y me encaminé como cada día. Pero había dormido mal esa noche y estaba cansada y durante dos efímeros segundos cerré los ojos mientras conducía.
No supe qué fue lo que pasó después pero… sentí que había alguien conmigo. Una presencia de alguien, era dulce, tranquilizadora… y me desperté justo cuando faltaban unos centímetros para darme con el quitamiedos. Me sobresalté y seguí conduciendo. Pero para evitar que pudiera pasar, subí el volumen de la música y puse el aire frío. Estuve inquieta todo el día, intentando descifrar qué o quién me había avisado para despertar.
Por la noche llegué a casa y se lo conté a Ángelo. Él se asustó mucho porque me podía haber pasado algo, pero cuando le conté lo que había sentido, él suspiró.
Creo que… fue ella. Ella que te cuidó para que volvieras a mi lado –dijo él abrazándome muy fuerte.
Después nos fuimos a la cama, ambos estábamos cansados, había sido un largo día y con ese pequeño incidente los dos estábamos un poco asustados. Ángelo no se apartó de mí, se quedó dormido abrazándome.
A eso de las tres de la madrugada empecé a inquietarme. En mis sueños se apareció una chica rubia y muy guapa, parecía una modelo, pero en cierto modo me recordaba a mí. No por el físico, si no… por algo que no sabía explicar.
Me llamó por mi nombre y del sobresalto me desperté. Abrí los ojos y delante de mí estaba viendo una joven, era la misma que la de mi sueño. Yo me levanté y me puse frente a ella.
¿Quién eres? –pregunté en voz alta.
Soy Isabella.
¿De verdad?, ¡vaya!… yo… no sé ni lo que decir… dije sorprendida.
Ángelo ya ha sufrido seis largos años por mí. Ya es hora de que sea feliz. Por eso hice que os conocierais. Porque tú eres la adecuada para él. Sé que le harás feliz –contestó ella.
Como yo hablaba en voz alta, Ángelo se despertó y me vio a mí, hablando con Isabella. Se levantó y se puso a mi lado, mirándola fijamente, mientras sus ojos se humedecían.
Amore…
Ángelo, he venido a deciros una cosa. Quiero que seáis felices y tengáis una vida en común que sea plena y feliz.
Todavía te amo… yo… sé que fui el culpable de que te fueras.
Ya no lo pienses. Las cosas pasan por alguna razón. Yo ya no estoy, pero hice que conocieras a Melinda. Y quiero que seáis felices, sobre todo por lo que vendrá…
Eso nos dejó desconcertados, ¿Es que ella sabía algo que nosotros no supiéramos? Pero no me atrevía a preguntar. Además para unos minutos que Ángelo podía volver a estar con ella, no iba a estropear el momento. Era cierto que yo sentía que él la amaba más a ella, y mucho más viendo la forma de mirarla, pero no podía culparle por sentir esas cosas tan bonitas por ella. Sólo esperaba que me llegase a amar tanto alguna vez.
Debo irme. Ángelo, quiero que recuerdes algo, amore…
Dimmi, bambina.
Te amo, y siempre voy a amarte. Pero tienes que pasar página y dejar de sentirte culpable. Porque tienes una bambina maravillosa a tu lado, y tienes que cuidarla molto bene.
Te amo.
Pero no pudo escuchar si respondía porque dejamos de ver a Isabella. Él se quedó callado intentando buscarla con la mirada para ver si volvía a aparecer. Yo estaba a su lado sin saber si decir algo o si era mejor quedarme callada.
Entonces Ángelo se giró y me miró. Me dedicó una preciosa y amplia sonrisa y me abrazó. Después acercó su rostro al mío y me dio un cálido beso que me supo como un auténtico manjar.
Yo… espero que algún día llegues a amarme tanto como la amas a ella –dije sin dejar de observarle tras el beso.
Ya te amo más. Eres lo más importante para mí. Yo… haré cualquier cosa por protegerte. No permitiré que vuelva a repetirse la historia.
No pienses eso… no me va a pasar nada malo. Además ella me cuida. Ahora sé que fue ella, porque sentí lo mismo que cuando estaba ella aquí.
Nos volvimos a la cama y abrazados nos dormimos. Yo pensaba que Ángelo exageraba al ser tan protector, pero supuse que era normal después de haber perdido a su prometida de esa manera.
Unos días más tarde, volvió a pasar lo mismo. Un coche que iba como un loco, casi me dio un golpe. Estaba a punto de de acabar empotrada contra la mediana. Y… algo, mejor dicho alguien, me salvó. Continué el camino, y cuando detuve el coche junto al trabajo, miré al cielo y sonreí.
Gracias por salvarme, Isabella. Te lo debo todo –dije en voz alta.
Una noche llegué a casa bastante tarde después del trabajo. Sabía que Ángelo ya estaba porque me había dicho que estaba cansado y que regresaría pronto esa tarde. Intenté abrir la puerta pero la llave no giraba.
Llamé al timbre, seguramente él se habría dejado las llaves puestas y no se había dado cuenta. A los pocos segundos, la puerta se abrió y allí estaba mi maravilloso y perfecto novio.
Hola.
Te esperaba.
Te dejaste las llaves puestas –dije sonriéndole mientras le besaba cariñosamente.
Lo sé. Lo hice a propósito. Así te podía recibir en la puerta.
¿Y eso?, ¿pasa algo?.
Pero él no me contestó. Se limitó a cogerme de la mano y hacer que entrara dentro de la casa. Pero… todo estaba diferente. Había muchas velas pues la luz estaba apagada. Vi varios ramos de calas blancas, mis flores favoritas. Y una suculenta cena en la mesa del comedor.
Vaya… ¿Celebramos algo? –preguntó mirando todas las cosas que había preparado.
Sí. Siéntate, bambina, per favore…
Nos sentamos en la mesa uno frente al otro. Yo no podía parar de sonreír, pues todo estaba precioso, era perfecto, como en esas películas de la televisión. Él estaba muy misterioso pero feliz así que eso me tranquilizaba.
Empezamos a cenar, pero yo estaba muy intrigada por saber lo que sucedía. Ángelo no decía nada y la intriga me estaba comiendo por dentro. Pero quería que se tomara su tiempo para decirme qué era lo que pasaba. Hasta que al fin vi cómo respiraba hondo para hablarme.
Bambina… quiero decirte algo.
Estás muy misterioso –contesté intrigada.
Hoy… he vuelto a ver a Isabella. Me advirtió que habías estado a punto de tener un accidente pero que te ayudó. Hablé con ella unos minutos para preguntarle una cosa. Y… después de esa conversación ya puedo hablar contigo sobre lo que llevaba pensando unos días –dijo mirándome con esos preciosos ojos azules que tanto me gustaban.
¿Y qué es?.
Ángelo se levantó de la silla y se acercó a mí. Cerró los ojos unos segundos y mientras metió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón. Del bolsillo sacó una pequeña caja de terciopelo azul eléctrico. Después se arrodilló delante de mi y me sonrió antes de hablar.
Mia bambina, tu sei mi único amore. ¿Quieres casarte conmigo? –preguntó mostrando un bonito anillo de diamantes.
Yo me quedé sin palabras durante unos segundos. No esperaba algo así en esos momentos. No pensaba que él estuviera pensando en proponérmelo. Y me había quedado atolondrada por la proposición. Él seguía de rodillas delante de mí con la cajita del anillo entre las manos.
Amore, dimmi algo, per favore…
Sí –Fue la única palabra que salió de mi boca antes de ponerme a llorar de la alegría y besarle con pasión.
Nos quedamos abrazados besándonos mientras yo no paraba de llorar de la alegría que sentía en esos instantes. Cerré los ojos pensando en Isabella. Ella había sido la razón por la que nos habíamos conocido, ella había conseguido que conociese a semejante chico, un ángel, un dios. Se lo debía todo, toda mi felicidad me la había proporcionado ella.
Cuando abrí los ojos la vi delante de mí. Estaba sonriente, feliz, tranquila… a su lado se respiraba paz y una tranquilidad que se metía dentro del cuerpo, calmando cualquier preocupación.
Isabella se acercó a nosotros y puso su mano sobre la mejilla de Ángelo. Él al sentir algo, se incorporó de forma acelerada y me miró con los ojos abiertos como platos. Después miró a su alrededor y allí estaba ella. Tan hermosa como siempre y con una amplia sonrisa dedicada al que había sido su prometido.
Amore… suspiró él.
Me alegra que al final te decidieras. Sé que vais a ser muy felices. Y… que no estaréis solos –dijo ella con una perfecta sonrisa.
Siempre voy a amarte.
Lo sé. Pero tienes que amarla a ella, más de lo que me amaste a mí. Bueno, no sólo a ella… no terminó la frase y eso nos desconcertó.
¿Qué quieres decir? –preguntó él.
Isabella me miró a mi y sonrió, y entonces lo supe… sabía lo que quería decir. No podía estar más feliz, no podía tener más felicidad en ese momento, porque nadie en el mundo podría ser tan feliz como yo lo era en ese momento.
Isabella nos miró una vez más y le dedicó una sonrisa a Ángelo. Después se marchó y todo se quedó en silencio pero en paz. Él me miró desconcertado, emocionado y alegre por haber visto de nuevo a Isabella. Pero seguía desconcertado porque no había comprendido el mensaje.
¿Qué ha querido decir?.
Me acerqué a él y le abracé sin parar de sonreír. Le besé cariñosamente, jugueteando con su lengua antes de separarme unos centímetros de él. sin dejar de mirarle a los ojos y sonreír, cogí una de sus manos y la puse en mi vientre plano. Entonces él reaccionó.
¿Estás embarazada? –preguntó mientras abrió los ojos desmesuradamente.
Eso parece. Además ahora que lo pienso, tengo un retraso y no me había dado cuenta –contesté alegremente.
Siempre amaré a Isabella. Nunca la voy a poder olvidar. Pero quiero que sepas que te amo más que a la mia vita, que tu sei mi único tesoro, la mia bambina. Te amaré siempre, a ti y a nuestro bebé –contestó muy seguro.
Te amo, mio caro.
Te amo, mia cara.
Y así disfrutando de la gran noticia y celebrando nuestro amor, seguimos nuestras vidas. Pero yo cada noche, antes de dormir, le daba las gracias a Isabella, pues había cambiado mi vida, me lo había dado todo, y la estaría eternamente agradecida, pues me había dado una gran noticia que fue para nosotros como un regalo de Navidad particular. Y lo más importante, me había ayudado a conocer al amor de mi vida, y me ayudó a tener mi gran y valioso tesoro.


4 comentarios:

  1. Felicitaciones, Marru, por esta bella historia donde se nos recuerda- que a veces lo olvidamos jejjee- que el amor verdadero es más fuerte incluso que la muerte. Me agrada que esta vez Isabella fuera algo así como el ángel guardián, siempre custodio para con su amor y para con la persona que en la actualidad ocupa su corazón. ¿Existe mayor prueba de amor que la entrega desinteresada?

    Un saludo

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  2. Hola soy nueva por aquí y debo decir que me ha encantado el relato. QUe bonito y que amor tan fuerte por parte de Isabella. Me ha gustado mucho la relación de la pareja y a pesar de ser un relato corto expresa muy bien los sentimientos. Besos.

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  3. Hola Marru, me ha gustado mucho tu historia, la relatas muy bien, creo que el verdadero amor es así, va mas allá de la muerte, siempre deseando el bien del ser amado... Me encanto!!
    Gracias por compartir.

    Un gusto conocer este lugar, lo seguiré para continuar leyendo.
    Besitos de Arte.

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  4. Opino igual que las otras chicas que han comentado. El amor que nos presentas es tan fuerte que ni la muerte lo destruye... Este italiano tiene mucha suerte al encontrar dos veces en su vida el verdadero amor... Y encima, pronto será padre!, jejeje.

    Un relato precioso querida Marru, te felicito por ello y de paso, aprovecho la ocasión para agradecerte que te animaras a participar en esta antología... Gracias!!!

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