Pages

jueves, 19 de enero de 2012

FINAL DE LA HISTORIA "CAZADA" HECHO POR LUZ

Hola de nuevo a tod@s!, aquí les traigo el final que ha hecho nuestra queridísima compañera Luz a la historia "Cazada". Deciros que la misma fue creada por Hada Fitipaldi y luego continuada por


CAZADA, PARTE FINAL




–Claudia, yo,… ¡Mierda! ¡Lo siento! –le gritó a su amiga desde la otra punta del callejón. Intuía que la próxima vez que se vieran, tal vez tendría que enfrentarse a ella. Tal vez tendría que mandar a Derek para que la matara.

–No te preocupes, Susana –Claudia la miró, sus ojos, ahora verdes, rápidamente se llenaron de lágrimas. Tenía razón. Por mucho que quisieran, no podrían evitarlo. Ahora eran enemigas naturales–. No ha sido culpa tuya.

–Si no hubiera quedado con ese maldito vampiro del chat… –se lamentaba, resignada.

–Yo te animé para que quedaras, ¿lo recuerdas? –Claudia sonrió amargamente, recordando aquella tarde justo antes de asistir a aquella cita a ciegas. Vio a Susana con la misma sonrisa y supo que estaba pensando exactamente lo mismo que ella. Las dos intuían que esas serían tal vez las últimas risas que echaran juntas.

–Sí, pero… 

Unos fuertes golpes silenciaron a Susana. Ambas, siempre alerta, acostumbradas a estar en constante peligro, levantaron la cabeza al unísono tratando de analizar la situación en la que se encontraban, y evaluar el posible peligro. Y ambas se quedaron blancas cuando se vieron rodeadas por una horda de más de quince vampiros. De entre ellos uno dio varios pasos, rubio, espigado. La mirada de un vampiro joven de sangre pura asomó a sus orbes. Pero sus ojos no eran del color habitual de los vampiros, los tenía de un intenso color violeta. Lo reconocieron enseguida, era Aitor. Pero algo en él había cambiado. Susana reaccionó al momento al notar desde las entrañas el evidente peligro que suponía para ella y para cualquier humano. Ya sí era todo un vampiro, uno con mucho poder. 

–¡Vaya, vaya, vaya! –su voz tronó por encima de sus cabezas. Los gruñidos y jadeos sordos del resto de los vampiros le hacían la banda sonora perfecta–. Mira qué tenemos aquí. Las cazadoras cazadas. 

Instintivamente las dos amigas se unieron, espalda contra espalda, tal como las habían entrenado. Tal como sabían que tenían una oportunidad de salir de ahí para contarla. Enseguida los vampiros las rodearon, y sin mediar palabra alguna, varios de ellos las atacaron. El escudo protector de Claudia hizo su trabajo, repeliéndolos. Ambas amigas se quedaron sorprendidas. Sus poderes eran más fuertes e inmunes que antes, cuando era humana. Los vampiros enfurecieron, y sin que Aitor les tuviera que ordenar un nuevo ataque, volvieron a la carga. Ya sabían dónde tenían que atacar, y se centraron en el escudo, debilitándolo por momentos. Claudia no aguantaría mucho más tiempo. Y justo cuando empezaron a lacerar el escudo, algo rápido y certero atacó a los vampiros. La lucha se detuvo con la voz imponente, más incluso que la de Aitor, de Alex. 

–¡Parad el ataque! –Todos se volvieron hacia Alex– Ahí dentro hay una de las nuestras. 

–¡Seguid hasta acabar con ellas! –La contraorden de Aitor no se hizo esperar– Es una orden directa de vuestro príncipe. ¡Obedeced malditos! 

Los vampiros, obedientes, remprendieron el ataque. Y sin darle tiempo a reaccionar, Aitor atacó con otros dos vampiros a Alex, derribándolo e inmovilizándolo al momento. Las chicas lo daban ya todo por perdido sin entender nada. Lo único que sabían era que Aitor las quería muertas, y que Alex había arriesgado su vida por ellas. 

Una tremenda explosión derribó la mitad de los vampiros, a la vez que los dos que retenían a Alex caían fulminados al suelo. Claudia reconoció al instante la fuerza de los ataques de Derek. Y a pesar de que dicho ataque también la había dañado a ella, pues eran específicos para vampiros, se alegró de su presencia e intervención en la lucha. Derek saltó al campo de batalla desde lo alto de un edificio abandonado. Y desde el otro lado del callejón la Harley de Damen tronó, acelerando el corazón de Susana. Desde su posición desenfundó su arma favorita, la ballesta automática de estacas, y en un abrir y cerrar de ojos acabó con tres vampiros. 

Los cinco vampiros que quedaban se replegaron en torno a Aitor a una señal de éste. Susana corrió al lado de Alex, sin saber exactamente por qué, y tendiéndole la mano lo ayudó a incorporarse. Él la miraba desde el suelo con admiración, y algo más. De los legendarios y temidos círculos de cazadores, era el detector el que más riesgo corría. A fin de cuentas el protector sabía cómo defenderse, y el asesino cómo matar. Pero el detector, ¿Cómo lograba sobrevivir sin los otros dos? 

–¿Estás bien? –le preguntó ella, preocupada al ver un hilillo de sangre corriendo por la comisura de sus labios, incapaz de tocarle. Su interior le avisaba como un semáforo que era un vampiro. Pero en su pecho sentía la necesidad de estar a su lado, de protegerlo. A fin de cuentas los detectores desarrollaban su don como causa extrema de querer proteger a los suyos. A su raza y en especial a los que amaba. 

–Sí –Alex no fue tan reservado como ella, y sin pudor alguno llevó su mano a su hombro, y de ahí a su cuello, asegurándose de que estaba bien–. ¿Y tú? 

Ella asintió. Sin poder evitarlo, Alex le pasó el brazo por la espalda y la aproximó a su cuerpo, queriendo protegerla del resto de vampiros. 

Unos metros más allá era Derek el que se interesaba por Claudia. 

–Rubia, ¿Estás bien? –en unas largas zancadas se plantó delante de ella, y alargando la mano la ayudó a incorporarse– ¿Qué te ha pasado? ¡Estás hecha unos zorros! 

–No te preocupes, estoy bien –se sacudió el polvo de los vaqueros–, pero mira cómo me has puesto. 

–¡Estás sangrando! –Alarmado, Derek le cogió el brazo cuidadosamente, sintiéndose culpable. 

–Son solo unos arañazos –ella lo tranquilizó, ahora ya sí se sentía a salvo con él tan cerca–, nada de importancia. 

Sus ojos se trabaron en una intensa mirada que desde hacía tiempo llevaban ocultándose. No eran recomendables las relaciones entre cazadores del mismo círculo, y como buenos profesionales ambos no quisieron hacer caso a los sentimientos que despertaban el uno en el otro. Pero tal como estaban las cosas ya no les importaban las normas. Al diablo las normas, pensaron ambos. 

Doscientos metros más allá, Damen desmontó de su Harley, con la ballesta nuevamente cargada. Ignoró todas las miradas interrogantes que se posaban en él, y sin un minuto que perder, dio la orden de terminar con Aitor y sus secuaces chupasangres. Todos concentraron sus poderes en el grupo. Y los vampiros de ojos violáceos cayeron en cuestión de minutos junto con su príncipe. 

Fuera ya de peligro, las miradas interrogantes volvieron nuevamente a posarse sobre Damen. 

–Las reglas del juego han cambiado –dijo pausadamente mientras sacaba del bolsillo de su chaleco de cuero un puro habano–. Ya no se trata de la lucha de cazadores contra vampiros –Del mismo bolsillo sacó su zippo de plata, y con toda la tranquilidad del mundo lo encendió mientras llevaba el habano a sus labios–. Ahora se trata del bien contra el mal –Acercó la llama amarillenta del zippo a la punta del puro, y chupó de él hasta encenderlo, exhalando grandes bocanadas de humo al aire húmedo de la noche–. Hemos de colaborar codo con codo contra el mal, sea cual sea nuestra naturaleza. Alex –lo miró con aprobación–, tú estás con nosotros, ¿verdad? 

–Así es. Soy una criatura de la noche, pero no sirvo al mal. 

–Lo sé. Fijaos en los ojos de Alex, son verdes. Esa es la prueba  de que dice la verdad. Los ojos de los vampiros que sirven al mal son de color violeta, como eran los de Aitor y sus secuaces. 

–¿Quién era Aitor? –preguntó Susana. 

–Uno de los muchos hijos bastardos del rey vampiro. Ha sembrado el mundo de cientos de ellos con intenciones de dominar a la raza humana, aliándose con el mal –Damen hizo una pausa para darle una larga calada a su puro–. Ahí es donde entramos nosotros en el juego. Los círculos de cazadores pasan a tener cuatro miembros a partir de ahora. El detector, el protector, el asesino y un vampiro –Susana buscó la mano de Alex, y la apretó. Él le correspondió con cariño–. Susana, quiero que te pegues a Alex como si fueras su sombra, y encuentres la forma de diferenciar a los buenos de los malos. 

–No te preocupes por eso Damen –respondió Alex–, yo me encargo de que entre nosotros haya una relación lo más estrecha posible –todos los miraron con ojos pícaros, y Susana se ruborizó–. Para que aprenda a diferenciarnos de los malos –aclaró él, con una satisfecha sonrisa en sus labios. 

–Muy bien. En cuanto a ti, Claudia, siento mucho lo que te ha pasado. Alex tuvo que morderte para que Aitor no sospechara. Estábamos siguiéndole la pista desde hace meses. 

–Sí, ya, pero me habéis destrozado la vida. 

–La misión siempre es más importante que un individuo. Tú lo sabes bien –se excusó pobremente Damen. 

–Daños colaterales, ¿no? 

–Al principio sí. Pero hemos descubierto que tu nueva condición multiplica tus poderes protectores. Y eso es fundamental para los círculos. Ahora lo bueno sería que permanecieras junto a Derek. Él debe perfeccionar sus ataques para evitar dañaros a los vampiros buenos. 

–Lo haré –intervino de inmediato Derek–, siempre y cuando ella permanezca a mi lado. Esto solo lo haré por ella –la atrajo hacia él, sorprendiendo a todos. 

–Está bien. Pues así queda formado el primer círculo de cazadores contra el mal –Damen se dio la vuelta, dirigiéndose hacia su Harley–. Estad atentos a todo cuanto os rodea. Aprended los unos de los otros, y sobre todo cuidaos. Sois el mejor círculo que tengo, y no quiero bajas. ¿Entendido? 

–¡Sí señor! –gritaron los cuatro al unísono, mientras la Harley rugía, potente, entre las musculosas piernas de Damen.



***

El primer círculo de cazadores contra el mal, conocido como el azote de la mano de Dios, es a día de hoy una leyenda viva. Sus cuatro miembros son la envidia del resto de círculos. Dicen que dos de ellos son vampiros. Que la relación entre ellos va más allá de la camaradería, y que eso es precisamente lo que los hace invencibles. 

Pues a fin de cuentas, es el amor lo que los une. Lo que los hace luchar. Lo que los hace cuidar unos de otros, y superar sin dificultades todas las adversidades que se encuentren. Y eliminar sin dudas a todos los vampiros, siervos del mal, que se crucen en su camino.


EPILOGO: 

–¿Sabes, cazadora? –Alex se subió encima de Susana, atrapándola entre sus brazos, casi dejándola sin aliento– Me alegro de haberte cazado –Susana negaba con la cabeza, mientras sus brazos se cernían alrededor de su cuello, estrechando más el contacto entre ellos. Las uñas se clavaban en la piel de su espalda, desatando la pasión que los envolvía. Alex se movió lo justo para dejarla respirar. 

–Fui yo quien te cazó a ti, ¿no lo recuerdas ya? 

–Sí, es verdad –sonrió Alex, aceptando su derrota–. Desde la primera tarde que te vi en la feria, ya te hiciste dueña y señora de mi corazón. 

Sus labios, tan cerca, terminaron de estrechar el espacio que los separaba, y se fundieron en un apasionado beso, urgente, sin preámbulos. 

Así aman los cazadores.


FIN
By Luz

7 comentarios:

  1. Hola guapa

    Le ha quedado muy bien el final a Luz, esta muy interesante hasta el final.

    Besicos

    ResponderEliminar
  2. ¡¡¡WOW!!! ¡Me encanto el final! Sobre todo el epilogo *_*

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias chicas!!

    Con un público así da gusto escribir, jejeje!!

    Aunque este hermoso cuento no hubiera sido sin mis compis Hada Fitipaldi y BlogDeJustinandYou, que fueron ellas las que lo iniciaron y dieron cuerpo.
    Me encanta participar en proyectos de estos.

    Y gracias a nuestra querida Dulce, que sin ella no tendríamos este estupendo club.

    Besos!!

    ResponderEliminar
  4. Me encantó!
    Buen final y el epílogo cala muy bien.

    ResponderEliminar
  5. Mira que evité leer este final para no influenciarme en su momento, y al final se han acabado pareciendo y todo xD ¿Conexión mental? jaja

    ResponderEliminar

¡Exprésate!, sé que tienes algo que decir, ¿a qué esperas?. Recuerda que un blog se alimenta de comentarios, ¡no me dejes pasar hambre!, jejeje.