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jueves, 5 de enero de 2012

¿QUIÉN QUIERE CONTINUAR O PENERLE FIN A LA HISTORIA CREADA EN EL BLOG DE NESBELL LANE?

Hola a tod@s!, decirles que el proyecto que organizó nuestra compañera Nesbell aún está en vigor... Hay que continuar o ponerle fin a la historia que hasta ahora ha sido creada de una manera muy peculiar, ya que ha sido hilada por todas aquellas personas que han dejado un comentario con su aportación en esta historia... ¿quieres ser tú formar parte de este proyecto?. Haz click aquí y deja tu aportación:


Aquí tenéis dicho relato:

    Aquí estaba de nuevo mirando a la nada y esperando que el día llegara al fin. Era noche buena, llevaba una cuenta regresiva en mi mente, veinticuatro horas, veintitrés, veintidós... estaba ansiosa por que navidad llegara, con ella llegaría él, tenia un par de años de no verlo y mañana el día de navidad, por fin volvería.

    Lo tenía todo previsto, la cena que íbamos a cenar, la ropa que me iba a poner... Solamente me falta el regalo. Por eso aquí estaba yo, en el centro comercial rodeada de una gran multitud de personas que iban de un lado para otro, cargados con bolsas y paquetes de regalos.

    "¿Cuál sería el regalo adecuado y perfecto para él?", me pregunté mientras miraba los escaparates que se encontraban más a mi alcance.

    No sabia si había cambiado. Si le seguían gustando las mismas cosas... Yo quería que mi regalo fuera especial. Una bienvenida, un saludo, una pista del amor que le profesaba. Pero no tenía ni la menor idea de qué podía darle.

    Por un momento me asaltó el miedo. "¿Él me recordaría tanto como yo lo recordaba a él? ¿o simplemente me habría olvidado?". Esa posibilidad, me abrumó, me hizo trizas las ilusiones, el corazón.

    Recuerdo la ultima vez que lo vi, no me dejó que lo acompañara al embarcadero. Pero lo hice, creo que él no se dio cuenta. Lo miré alejarse, con su uniforme tan blanco, se veía hermoso.

    Las lagrimas corrieron, pero me dije a mi misma que él pronto regresaría y todo seria como antes.

    Antes de que rompiera con todas sus ilusiones. Antes de llamarlo tonto soñador.

    Él no dijo nada, no se defendió, nunca lo haría. Nunca se atrevería a revelarse en contra mía.

    Pero el silencio fué aún más desgarrador y cruel que un golpe o un insulto. Sus lágrimas dolían mucho más.

    Después de aquella noche no me atreví a buscarlo jamás.

    No obstante el destino nos colocaba una vez más junto al otro.

    Me parece que fue ayer que nos vimos de nuevo, estaba tan absorta que no prestaba atención por donde iba hasta que choqué con él, me sostuvo entre sus brazos para que no cayera y al alzar la mirada quedé prendada en sus ojos miel como siempre pasaba.

    Nos quedamos en silencio mirándonos, no se cuanto tiempo pasó hasta que volvi a escuchar todos los sonidos de la calle y recordé donde estaba y quien era él.

    -¿Ethan? -logré decir a pesar de mi nerviosismo y de la sorpresa que me había llevado al encontrarlo allí un día antes de lo previsto-. ¿Que haces aquí? -le pregunté al fin sin apartar mis verdosos ojos de los suyos color miel.

    -La Marina creyó conveniente otorgarme un día más de vacaciones -comenzó él a explicarme sin apartar su penetrante mirada de la mía-. No lo descutí y tomé el primer avión para venir directamente hacia aquí...

    Dejó la frase sin terminar, simplemente me mantuvo la mirada cómo esperando a que yo le dijera algo. Entonces mi mente comenzó a trabajar a mil por hora... "¿Por qué no me avisó entonces de que llegaría un día antes?, ¿es que no tenía tantas ganas como yo de que nos viéramos de nuevo?". Aquél pensamiento me afligió y a la vez, me enfureció.

    -¿Y por qué no me avisastes? -pregunté finalmente, mientras le daba la espalda y fingía mirar con interés algo del escaparate de la tienda que estaba al lado. No quería que viera mi expresión preocupada.
  
    Ethan me giró y clavó su preciosa mirada sobre mí, una mirada que logró erizarme por completo, sentí una brisa fría que recorrió todo mi cuerpo, saturándolo de una extraña sensación. 
 
    -¿No lo sabes?- preguntó sugestivamente al tiempo que me mostraba esa maravillosa y cálida sonrisa, y yo me sentí cohibida, sus ojos devoraban mi alma. 
 
    No pude responder. ¿Cómo hacerlo? 
 
    En vez de eso bajé la mirada, sonrojada. 
 
    Mis manos jugueteaban nerviosas con un pañuelo de seda blanco que yo solía llevar a todas partes mientras que mis mis ojos no lograban hallar un punto en donde fijarse, comencé a sentir una presión muy grande, una mezcla de tantos sentimientos se arremolinaba en lo profundo de mi ser. 
 
    Tenía tantas ganas de abrazarlo, al mirarlo ahí, parado frente a mí, con esa sonrisa tan amplia que alegraba a cualquiera, quise besarlo una vez más, como antaño, echarme en sus brazos y llorar. Llorar por todos aquellos malos momentos que habíamos atravesado. 
 
    Decirle al oído lo mucho que lo extrañé durante su ausencia y que lo amaba tanto.
 
    Pero él no decía nada, esperaba apaciblemente a que yo comenzara. Quizás era lo apropiado, pero en esos momentos mi corazón palpitaba dentro de mi pecho de tal manera que me vi atada a la nive helada y sin poder mover un músculo o articular palabra alguna. 
 
    Esperé que él dijera algo, afortunadamente no tardo demasiado. Y cuestionó algo simple. 
 
    -¿Me echaste de menos? -parecía avergonzado, su mirada se paseaba lentamente de un lado a otro-Yo lo hice Anne.
 
    Levanté mi rostro y clavé mis ojos en los suyos. Dos años, ¿como no iba a echarlo de menos?, a pesar de todo, las peleas los problemas... Yo lo amaba, lo amaba como nunca habia amado a alguien. 
 
    En vez de responderle con palabras, decidí demostrale lo mucho que le amaba con un gesto... Y sin dudarlo ni si quiera por un momento, me acerqué más a él y lo besé con tal pasión que nuestros labios no tardaron en inflamarse de deseo.
 
    Ethan respondió al beso con la misma urgencia, mientras sus masculinas manos se aferraban sobre mi cintura y me atraía más hacia su cuerpo duro.
 
    Un lánguido gemido escapó de mis sonrorjados labios al sentir tal cercanía. Hacía tanto tiempo que no lo sentía a mi lado, que un simple beso lograba transportarme al paraíso... Por eso, opté por hacer lo mismo; mis manos ávidas por tocarle, rodearon sus caderas y se posaron en su prieto trasero.
 
    Fue cuando me di cuenta de que tenía algo metido en el bolsillo trasero de sus pantalones. Me separé de él con el ceño fruncido y lo miré confusa.
 
    Ethan simplemente me dedicó una de sus sensuales sonrisas a la vez que metía su mano en dicho bolsillo y extraía el objeto que allí guardaba.
 
    -No pensaba dártelo hasta mañana, pero viendo que necesitas una explicación por haberte ocultado mi precipitado regreso... -no terminó de acabar la frase, la dejó en el aire mientras me entregaba el pequeño paquete envuelto en papel de regalo en tonos dorados y rojos.
 
    Yo me quedé muda sin saber qué decirle mientras tomaba el presente entre mis manos temblorosas. "¿Me estaba confesando que no me dijo nada de que se regresaba un día antes, para poder comprarme un regalo y así, darme una sorpresa?, ¡y yo que había llegado incluso a dudar de su amor por mi y encima, aún no le había comprado nada!".
 
    Dejé todo pensamiento alguno olvidado cuando descubrí lo que guardaba aquella cajita... Con asombro, contemplé aquel bello y precioso anillo de oro...
 
    -Anna, mi vida... -comenzó a decirme él en un susurro apenas audible. Alcé la vista apartándola de aquella hermosa joya al oirle pronunciar mi nombre y lo miré aún algo confusa. "¿Estaba Ethan nervioso, o eran cosas mías?, ¿que intentaba decirme?". 
 
Continuará...

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