VAMPIRESA CENICIENTA
"Oh dulce Cenicienta que cumpliste tu sueño
pero a las doce al príncipe dejaste.
Él estuvo buscándote completamente obsesionado
hasta que al final apareciste."
pero a las doce al príncipe dejaste.
Él estuvo buscándote completamente obsesionado
hasta que al final apareciste."
-¿Quién es la vampiresa más hermosa de todas? -se pregunta así misma.
-No lo sé, pero la más orgullosa es Débora Orgoglio -contesto de mala forma, Débora pone mala cara.
-¿Decías algo, sucia híbrida? -baja el espejo-. ¿Sabes una cosa? La Corte ha enviado un mensaje a mamá, se trata de un banquete para que el príncipe de los vampiros encuentre esposa y pronto dé el paso definitivo para ser rey... Va a ser hoy -sonríe con malicia-. A los híbridos como tú no se les permite asistir, sólo a los purasangre aristócratas... como yo.
-Muy bien, ¿a caso esperas que me tire de los pelos por celos?
Oigo como corre Sabrina hacia mí y me zarandea mientras grita cosas que no logro comprender. Mientras que Débora es la belleza, Sabrina es la inteligencia aunque todo tiene truco. Nadie se atreve a preguntar quién es la persona que hace los tratamientos de belleza de Débora (aunque la belleza de los vampiros sea increíble, cuesta mucho que perdure siéndolo) o los discursos de Sabrina. Ambas son purasangre de una de las familias más nobles de la Corte, como lo era mi padre que antes de fallecer se había casado con mi madrastra. Mi verdadera madre había sido una humana que amaba mi padre hasta que ella murió. En eso consiste mi actual situación: en hacer todos los favores de mis inútiles hermanastras y de mi seria madrastra a cambio de que a veces tenga momentos de libertad. Se podría decir que soy como la Cenicienta.
-Oh, Emily -me dice Sabrina-. ¿Podrías comprarme un bonito vestido en el centro comercial? Bien sabes que la luz me mataría completamente -hace un gesto dramático-. Y a nadie de la Corte le gustaría despedirse de una poetisa de alto calibre.
-¡Hey! -se queja Débora-. Yo también quiero que me compres un vestido bastante despampanante para dejar K.O. al príncipe -ríe de forma psicópata-. El príncipe se inclinará ante mí y me pedirá mil veces que me tenga como su pareja.
-¡¡No!! -grita Sabrina-. El príncipe se inclinará ante mí por mi intelecto y por el poema maravilloso que estoy preparando -me guiña el ojo-. Además, las rubias son tontas.
Se disponían a discutir cuando la voz chirriante de Lady Orgoglio, mi madrastra, resuena en torno a la habitación y nos pone los pelos como escarpias a las tres. Una palabra de Lady Orgoglio te mandaba al infierno o al purgatorio, debido a que toda cosa que diga es mala aunque puede ser un poco más suave. Da igual a que persona desprecie... pueden ser sus hijas, su gato, su criado hasta ella misma, lo malo es que con sus 500 años no haya cambiado ni un poquito. Se pasea por su habitación mientras fuma su pipa con elegancia. Y mira de reojo a sus hijas hasta que pone sus manos en mis hombros, siento como sus manos me inyectan un frío desolador que produce que empiece a temblar. Cuando empieza así, significa que he hecho algo malo.
-Estimada Emily, es una horrible curiosidad que el príncipe vaya a elegir esposa y que mis hijas no tengan la posibilidad de llegar a serlo... -hinca sus uñas y yo suelto un grito de dolor-. Sabes que ellas no pueden ir a la luz del día... en cambio tú has recibido el maravilloso don de poder hacerlo.
-¡No he dicho que no fuese a hacerlo! -grito mientras se me escapan algunas lágrimas.
-Y entonces, ¿a qué esperas para irte? -me pregunta de manera malévola.
-Ahora voy -aparto sus manos de mi hombro y salgo del cuarto. No puedo evitar acariciar mi hombro que aún siente ese glaciar frío que me inundó al suave roce de Lady Orgoglio. También percibo de que estoy sangrando, pero desvío la mirada para preocuparme en encontrar esos dichosos vestidos para mis hermanastras malcriadas.
***
Que pueda caminar a pleno sol del día sin desintegrarme, no significa que cuando me ponga bajo la sombra no note quemaduras en la cara. Por eso, siempre que termino de hacer las comprar me pongo bajo la sombra de uno de los árboles del parque. Así no sólo me tranquilizo sino que también regenero mis quemaduras. Por ello, las heridas ocasionadas por Lady Orgoglio habían casi desaparecido. Lo bueno de los vampiros es que pueden regenerarse, lo malo es que están condenados por sí mismos. Son tan fríos, tan maquiavélicos... no conozco a ninguno que no sea así.
Oigo de pronto como el viento zarandea unos arbustos más atrás; pero, al ver un leve mechón negro, sonrió y doy dándome cuenta de que en realidad es Dante. Él ha sido siempre mi amigo, desde pequeña antes de que mi padre se volviese a casar, y tiene mi misma edad (ambos tenemos 18). Lo llamo y saca la cabeza de los arbustos rápidamente. Se acerca corriendo a mí, por lo visto él es una persona también con piel sensible pero no es un híbrido o vampiro. Lo sé porque él no tiene los ojos rojos como los vampiros, ni la piel tan pálida. Sus ojos verdes incluso confirman que no hay maldad en él.
-¡Hey! -me saluda amigablemente-. ¿Has tenido que ir a comprar algo?
-Nada importante -aparto la bolsa y arrugo la nariz-. ¿Por qué te ocultabas en los arbustos?
-¡¡Quería sorprenderte!! -exclama de repente.
Sonrío al percatarme de que Dante tiene un montón de hojas enredadas en su precioso pelo negro. Así que me acerco a él y empiezo a quitárselas con cuidado.
-¿Qué tal va todo? -le pregunto.
-Oh... Bien, nada del otro mundo. He oído que tu casa se ha levantado un tanto alborotada hoy -cambia de tema.
-Bueno, por lo visto la Corte va a dar un baile por un motivo que a mí no me concierne -le quito unas ojas del flequillo.
Dante piensa que mi familia es aristócrata, lo es pero no de los humanos. Por lo que nunca le he dicho que soy una híbrida y mis hermanastras vampiresas. A saber qué haría si supiese eso, seguramente huiría de mí por el hecho de que podría beber su sangre y cosas así. Los vampiros purasangre y aristócratas se alimentan de la sangre de mayor calidad, lo que no son aristócratas beben sangre de menor calidad...
En cambio, los híbridos se alimentan de la sangre de las ratas, como es mi caso. Aunque puedo alimentarme de la comida humana y siempre me escaqueo de tomar sangre. Aún así siempre me da miedo decirle a un humano que soy mitad vampiro.
-¿¡Qué dices!? -exclama Dante y niega con la cabeza-. Siento que te verías muy linda con un vestido del tipo siglo 17.
-Pero Dante, yo nunca voy a querer involucrarme en una atmósfera tan fría y horrenda como esa. Si ya de por sí mi madrastra es fría... me pregunto cómo serán los demás que son peores que ella.
-Entiendo -frunce el ceño-. Me gustaría estar en un baile y que fuese contigo.
Enrojezco violentamente y cojo la bolsa con rapidez para irme corriendo a casa. Dante siempre bromea conmigo y, al mirar atrás, me di cuenta de que sonreía. Así que nunca me hará mucho caso, no debo hacerme muchas ilusiones. Sólo porque él sea amable, divertido, mi mejor amigo...
no significa que me guste completamente.
Al llegar a casa: terminé la rima (la edité también para que sonase mejor), peiné a mis hermanastras, las maquillé y le ayudé a vestirse sus pomposos vestidos. Me da igual cuán entusiasmadas estuviese, porque lo que espero es quedarme completamente en casa sin que nadie me mire o me mande hacer algo que no quiero. Cuando Débora, Sabrina y Lady Orgoglio estuvieron preparadas, suspiré de cansancio. Sus vestidos pueden presumir de tener colores elegantes y cortes sumamente juveniles (en el caso de Sabrina y Débora). Además llevan las mejores joyas, joyas de parte de la familia de mi padre que fueron pasadas de generación en generación. Al ser una híbrida, no tengo derecho a ese tipo de cosas aunque no es algo que atesorase mucho. Si lo hiciese, ellas no llevarían esas joyas. Llamaron al timbre y Lady Orgoglio mandó a Débora y Sabrina que entrasen en el coche ya. Así que me quedo con Lady Orgoglio bajo la luz de las velas que se encuentrasn en la telaraña de cristal que hay en la enorme entrada. Por un momento creo ver un leve brillo de temor en los ojos escarlata de Lady Orgoglio.
-¿Cuándo volverán?- pregunto.
-Seguramente un poco tarde -comenta-. Espero que estés despierta...
-¿Y eso por qué? -frunzo el ceño sospechosamente.
-Emily, si mal no recuerdo, tú tienes 18 años.
Asiento con la cabeza. Lady Orgoglio se acerca a mí y levanta mi barbilla con sus manos completamente heladas. El mismo escalofrío de antes, me vuelve a recorrer. Se dibujan en su rostro algunas pequeñas arrugas y forma una sonrisa maquiavélica.
-Emily, hay algo que debo comentarte -coge un mechón de mi pelo castaño-. Tu madre no era una simple humana.
-¿¡Qué!? -me quedo acongojada-. No bromee conmigo, madame.
Lady Orgoglio acaricia mis mejillas mientras me sigue sonriendo de la misma manera.
-Eres tan repugnante como ella -susurra-. Ella se enamoró de tu padre cuando ella realizaba su asesinato.
Me quedo de piedra. Sé perfectamente que significa eso... La gente que realiza asesinatos a los vampiros son las personas que desean su extinción sea como sea. Una cazavampiros se enamoró de mi padre, supuestamente yo también debería ser cazavampiros... lo cual es una completa ironía. Lady Orgoglio gruñe y araña mi mejilla con sus afiladas uñas. Emito un gemido de dolor y me aparto de un empujón de ella. Me paso la mano por la mejilla y me la encuentro llena de sangre.
-Tu padre no sabía la circunstancia de tu madre, cuando él murió todos nos dimos cuenta de eso. Decidimos ocultártelo hasta que cumplieses los 18 años y así matarte -se acerca a mí y lame la sangre de mi mano. Arruga la nariz y después escupe-. Asquerosa...como tú.
-¿Por qué a los 18 años? -pregunto en un momento de valentía.
-Porque un cazavampiros empieza a actuar con sólo 18 años... y porque no quería correr el riesgo de que pudieses matar al príncipe -me abofetea-. Cuenta las horas, minutos y segundos que te quedan en esta vida... porque te juro que nunca volverás a tener otra.
Me lanza al suelo y me vuelve a mirar de esa forma tan odiosa. Sale de casa, cerrando las puertas con llave. Corro hacia ellas intentando abrirlas pero me es imposible... Da igual cuántas veces tire de ellas; al final, acabo deslizándome por la puerta hasta caer al suelo. Ahora debería llorar el hecho de que voy a morir, no obstante no lo hago. En vez de desesperación, me inunda la venganza y el orgullo destrozado. Toda mi vida he estado siendo la porquería que inundaba este lugar, nunca tuve consideración alguna y sin duda prolongaron mi vida para que hiciese el rol de la estúpida chica que sirve los horribles deseos de sus amos. No, no era momento de ponerme a llorar como quién no quiere la cosa... Me levanto y doy pequeños pasos que resuenan por la vacía casa. Me acerco a la habitación de Débora y empiezo a buscar entre todos sus vestidos elegantes. Ella no notará que son suyos, porque no se acuerda de ellos... Sin duda alguna, haré que todo lo que me han hecho sufrir se cumpla... No habrá perdón, aunque tenga que acabar con todos los miembros de la Corte.
***
Una vez llego al baile, todos los vampiros se quedan anodados al verme. La gente se pregunta quién soy o a qué familia pertenezco. Nadie puede notar que soy como una rosa: bellas pero llena de espinas. Débora bufa al notar que no prestan atención a su maquillada belleza y Sabrina se ocultó entre las sombras cuando me burlé de la rima... es irónico que me critique a mí misma. Ya tenía todo calculado para el final de la Corte al estilo Hamlet, da igual qué era lo que sucedía al final, todos compartirían el mismo destino...
incluido ese insignificante príncipe.
Unas trompetas resuenan en el salón y un híbrido anuncia la llegada del príncipe. Estoy ansiosa por saber quién es el desdichado a quién mataré junto con sus vasallos, la venganza no solo concierne a mi familia sino también a su especie. Desde hace tiempo, una idiota con mi mismo nombre pensaba en ser libre alguna vez... pero me doy cuenta de que si no acabo con ellos nunca lo seré. Las cortinas rojas se abren y todo el mundo espera a un vampiro orgulloso de sí mismo y fuerte. Pero, la cruda realidad es que ninguno de los presentes nos imaginábamos quién era. Un chico alto, de pelo negro y extraños ojos verdes. Un híbrido, bromas de la vida, llegaría a ser el rey de los vampiros. Todos toman eso como algo horrible, pero a quién más impactó fue a mí. Dante... es él, no tengo ninguna duda... Nunca pensé que eso fuese posible. Sonrío mientras que Dante baja las escaleras pasando completamente de algunos murmullos ofensivos hacia él. Ya nada me importa: ni la venganza, ni una masacre... Por un momento, sólo pienso en él. Mientras que los vampiros se burlan de su aspecto casi humano, yo no pude evitar que él sí es un verdadero príncipe encantador. Voltea la cabeza y me ve, pienso que no sabe quién soy pero soy la única que no ha dicho nada malo. Me acerco a él con cautela, mientras que él me mira con extrañeza.
-Me gustaría ir a un baile y que fuese contigo -le susurró al oído-. Sólo me tienes hasta las 12 de la noche, Dante...Y entonces, desapareceré de todos ellos. Pero, como en el cuento de la Cenicienta, el príncipe encuentra a Cenicienta.
Dante sonríe y me aparta un mechón del pelo. Me coge de la muñeca izquiera y rodea mi cintura con el otro brazo. Entonces, suena la música... Todo está olvidado.
-Entonces -sonríe-. No te olvides del zapato.
-Por una extraña razón siempre supe que estaba enamorada, pero pensé que sólo bromeabas -digo insegura, ahora soy una completa idiota que ha olvidado algo que debía hacer por encima de todo. ¿La Cenicienta se sintió así alguna vez?
Todos se pusieron a bailar al ritmo de la música. Por un momento pasamos desapercibidos, Dante se inclina y me besa con ternura.
-¿Ahora lo crees? -me pregunta.
-No, por eso, te confío esto -le doy una postal antigua que guardaba mi madre hace tiempo y que encontré antes de ir al baile. En ella está la foto de su antigua parcela, imposible de que vampiros lleguen hasta ella por los soleados días que siempre hay-. Éste es mi zapatito de cristal.
-Entonces, no tardaré en encontrarte -me vuelve a besar-. Mi Cenicienta...
Colorín, Colorado... Aunque no lo creaís, este cuento se ha acabado.
FIN
Ahora le toca a Melii escribir este mismo cuento pero desde el punto de vista de Dante. Lógicamente, no será muy extenso ya que estos dos personajes (Emely y Dante), apenas coinciden en toda la historia... Y ¡claro!, Melii tendrá que escribir justamente sobre esas escenas que ambos comparten, jejeje >.<
Saludos!
NO PUBLICAR
ResponderEliminarHola mi vida una preguntita
¿te ha enviado Natalia el relato? es que como no coincido con ella, porque no me paro mucho por el facebook no he podido hablar con ella.
Besicos guapa y espero que estés teniendo un buen día de San Valentín
Muakkkkkkkkkkkkkkk
Me ha gustado mucho esta versión vampirica de la cenicienta. Deseando leer la otra parte. Besos.
ResponderEliminarEsta cenicienta es de las mías, guerrera, jeje!! Un cuento fresco y muy indie del clásico de Cenicienta.
ResponderEliminarA la espera a ver qué opina el principe híbrido, que por cierto se llama como mi perro (sólo a mí se le ocurre ponerle Dante a un Mastín español)
Besos!!