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viernes, 2 de marzo de 2012

¡¡¡YA PUEDES COMPRAR LA NOVELA "OCULTO EN EL CORAZÓN", QUE CORRESPONDE AL SEGUNDO NÚMERO DE LA SERIE "ENAMORADOS" (El primer número es "Mi Corazón Es Tuyo"), ESCRITO POR NUESTRA COMPI BRIANNA CALLUM!!!

Así es, ya puedes hacerte con un ejemplar en formato digital de esta gran historia, que seguro te cautivará.

Si quieres conocerla un poquito más, sigue leyendo:

Detalles de la obra:

Título: Oculto en el corazón.
Autora: Brianna Callum.
Serie: Enamorados N°: 2
Editorial: Editora Digital
ISBN: ---
Formato: Digital
Páginas: 374
Género: Romántica contemporánea
Fecha de publicación:
Precio: U$S 6.-


Sinopsis:


Después de su enamoramiento no correspondido por Faith Gareth, Germain cree que nunca podrá amar a otra mujer… Supone que jamás habrá otra fémina capaz de acelerarle el pulso hasta niveles insospechados, o de ocupar sus pensamientos día y noche; mucho menos cree que alguna sea capaz de hacerle desear vivir cada minuto de su vida a su lado, tal como le ocurría con Faith.

Germain cree firmemente que ya no podrá volver a enamorarse, pero todo empieza a sufrir un cambio cuando en su vida aparece Julianne.

Las firmes convicciones de Germain empiezan a flaquear ante la hermosa y eficiente asistente, y él se verá envuelto en una vorágine de sentimientos. Su razón empecinada le dice que él no es capaz de amar a otra mujer, mientras que ocultos en su corazón, empiezan a gestarse poderosos sentimientos que pujan por salir a la luz, pero deben hacerlo antes de que sea demasiado tarde…

La felicidad de Germain y Julianne pende de un hilo, y dependerá de que él sea capaz de reconocer a tiempo los verdaderos sentimientos que anidan dentro de su corazón. ¿Pero será capaz de dejarlos salir a la luz cuando su fuerte empecinamiento nubla la verdad?

Brianna Callum
Serie Enamorados II
Oculto en el corazón


"Facta sunt potentiora verbis".
Los hechos son más poderosos que las palabras.

Prólogo

París, enero de 2008

Germain Le Blanc, joven abogado francés de veintiocho años; exitoso y millonario; había pasado esos últimos años, loco de amor por un imposible.

La mejor forma de describir lo que a él le había sucedido, sería decir que había quedado encandilado en cuanto le habían presentado a Faith Gareth. Ella era una bonita americana que había residido en París durante tres años mientras estudiaba Arte. Tenía abundante cabello castaño rizado y enormes ojos del color de la miel… Se había quedado embobado, perdido en la profundidad de aquellos ojos, cientos de veces, y sospechaba que ya nunca los olvidaría.

Él siempre había sabido que ella estaba total y completamente enamorada de: su amigo de toda la vida y novio, Jared Blake. No tenía ojos para nadie más y nunca, pero nunca, le había dado señales de sentir o de interesarse por él, de otra forma que no fuera una amistad. Además, para rematarla, Faith era la mejor amiga de su cuñada. Sophie era quien los había presentado aquella noche, dos años y medio atrás...


Corría el mes de junio del año dos mil cinco. El clima había estado espléndido durante todo el día, manteniendo en el ambiente un remanente de ese calor aún durante la noche que estaba apacible y estrellada. Esa noche no llovería. El cielo se veía limpio de nubes y aunque las luces de la ciudad no permitían que las estrellas se destacaran, estas parecían brillar más que nunca.

Sophie y Ethienne, el hermano mayor de Germain, lo habían invitado a cenar con ellos a La Tour d´Argent. “La Torre de Plata” se había convertido en el restaurante preferido de la pareja. Un lugar magnífico; lujoso y bastante caro, cuya privilegiada ubicación permitía una envidiable e inmejorable vista del Sena y de Notre Dame.

El paisaje nocturno era único y aunque Germain había residido en Paris durante toda su vida, no podía ser indiferente a aquella belleza que se revelaba majestuosa para sus ojos: Las imponentes columnas y los llamativos rosetones de la fachada de Notre Dame iluminados a lo lejos; el río; las luces de las farolas y de los edificios refractándose en la superficie del agua… Ethienne había reservado una de las mejores mesas junto a la ventana abovedada del restaurante. Desde allí también se podía ver el inmenso cielo…

Germain había llegado al 15-17 del Muelle de la Tournelle,[1] en su coche, bastante después del horario acordado con su hermano puesto que había tenido un inconveniente menor en el camino. Cuando se había acercado a la mesa, Sophie y Ethienne se hacían arrumacos y se susurraban cosas al oído. Al verlo a él, la pareja se había separado un poco, aunque no demasiado y lo habían saludado con una enorme sonrisa, invitándolo a tomar asiento junto a ellos. Sólo unos pocos instantes después, alguien más se les había unido.

—Germain, ella es mi mejor amiga, Faith Gareth. No ha podido resistirlo y había ido a echarle una ojeada a una pintura que tienen exhibida en la planta baja. Dicen que es un original de Rembrandt. ¡Yo insisto en que no es más que una copia! Aunque muy buena, eso sí. —había dicho Sophie, en tono divertido, mientras hacía las presentaciones.

Germain había escuchado todo lo que le había dicho su cuñada, aunque no había podido concentrarse demasiado en las palabras. Sus cinco sentidos habían quedado apabullados frente a aquella mujer que le estaban presentando.

Ella era hermosa. ¡Qué decir hermosa! Nunca en su vida había visto a una mujer más bella. Y no había sido solamente su aspecto el que lo había extasiado, —que era imposible mejorarlo—, a ella la rodeaba un aura especial. Se veía tan inocente, tan dulce y elegante enfundada en aquel vestido gris. Germain presintió que esa mujer no era para nada coqueta, tan contrastante con las mujeres a las cuales él estaba acostumbrado a frecuentar, y tal vez haya sido eso aquello que más lo cautivó. Ella era hermosa y sin embargo, parecía no ser consciente de ello, ni tampoco usaba ese poder seductor que la rodeaba. Era natural. Era… Germain se había quedado mudo, sin palabras.

Sophie, quien siempre parecía poseer un sexto sentido, en seguida notó todo lo que él había sentido y cuando estuvieron solos le había dicho, muy sutilmente, que Faith AMABA, —así, con letras mayúsculas—, a su novio Jared y que lo mejor era que él dejara de mirarla con “ojos de enamorado” y sólo se limitara a ser su amigo. Su hermano también se lo había advertido “con tiempo”.

—Te lo digo ahora que todavía estás a tiempo de evitar que tu corazón albergue sentimientos especiales por ella, Germain —había dicho Ethienne—. Deja de babear por Faith y métete en la cabeza que tiene novio. 

¿Qué tiempo? ¿De qué tiempo le hablaban? ¿Acaso no se habían dado cuenta de que no había tenido siquiera oportunidad de pensar? ¿Que sin más, en ese instante, en esa noche de junio que él no olvidaría jamás, esa mujer se había colado en su corazón y que él, irremediablemente, se había enamorado de ella?

Le habían advertido, le habían avisado, y aunque le pesara, no podía decir lo contrario; pero aún así, Germain no había podido evitar quererla.

Cierta vez, aprovechando que Faith y su novio se habían distanciado, —la causa había sido un gravísimo mal entendido—, él le había propuesto a ella matrimonio. No le importaba que Faith no lo amara, él sentía suficiente amor por los dos. Se hubiese conformado con cariño. Sólo deseaba tenerla a su lado, que fuera suya…[2]

La hubiese hecho feliz, ¡claro que sí! La hubiese tratado como a una princesa si ella se lo hubiese permitido.

La adoraba, ¡Dios sabía que era así! Pero ella lo había rechazado; por supuesto que alegando que él merecía una mujer que lo amara de verdad, puesto que ella sólo podía quererlo como a un amigo. Amigo… ¡Comenzaba a odiar esa palabra! La desterraría de su vocabulario si pudiera…

Y ahora, él había recibido aquel llamado en el que ella le había dicho que se había reconciliado con Jared.

¡Maldito Jared Blake!

Era inevitable, Jared la amaba, siempre la había amado; pero había sido tan estúpido al no creerle… Pero claro, era obvio que en algún momento iría a recapacitar, y ese momento había llegado. 

Y él, Germain Le Blanc, sabía que la había perdido para siempre…

¿Pero se puede perder a alguien a quién uno nunca tuvo…?



Capítulo I


Enero de 2008
París - Francia

Llovían torrencialmente sobre París, y ningún otro clima hubiese sido más apropiado para que combinara con su estado de ánimo sombrío.

—¡Demonios! —Gritó Germain, arrojando un pisapapeles de acrílico contra la pared blanca de la oficina. Inmediatamente después, en evidente gesto de desconsuelo, apoyó los codos en el escritorio y descansó su frente entre las manos. Ni siquiera ese exabrupto había logrado calmar su fastidio.

No habían transcurrido ni treinta segundos, cuando la puerta de la oficina de Germain se abrió de golpe, dando paso a su hermano Ethienne, quien venía hecho una tromba a causa del sobresalto provocado por el estruendo.

—¿Germain, te encuentras bien? —Le preguntó; aunque en cuanto había visto el rostro de Germain, no le había sido difícil advertir que las cosas no estaban del todo bien y tenía una leve sospecha de lo que podría estar sucediendo.

—Perfecto —contestó Germain, cortante.

—¿Y por qué no se lo dices a tu cara? —Le replicó su hermano mayor, con una sonrisa de lado.

—No estoy de humor para bromas —espetó el menor, fulminándolo con la mirada. Los ojos de Germain eran sumamente expresivos y en ese momento expresaban muchas cosas que fusionadas creaban un cóctel explosivo.

—¡Oh, sí, eso ya lo he notado! —Replicó Ethienne sin amedrentarse y continuando con un dejo de broma.

—De verdad, Ethienne, necesito estar solo —protestó Germain. Su tono era cansino; débil. Se frotó el rostro con las palmas y luego se mesó el cabello rubio, extremadamente corto y peinado en puntas con gomina.
Ethienne comprendió que era mejor no seguir bromeando con su hermano. No era eso lo que él necesitaba, sino consuelo. Su tono divertido mutó por uno más serio y comprensivo antes de volver a hablarle. Avanzó hasta el inmenso escritorio de su hermano y se detuvo justo en frente de él. No tomó asiento, pero sí apoyó las enormes palmas sobre la superficie de madera oscura, lisa y exquisitamente lustrada.

—¿Es por Faith, no es así? —Arriesgó. Conocía muy bien a Germain, por lo tanto estaba completamente seguro de que se trataba de ese asunto.

Al oír la pregunta de su hermano, las facciones de Germain dibujaron un rictus de incredulidad y su cuerpo se tensó como una cuerda de guitarra.

—¿Lo sabías? —Preguntó, dirigiéndole una mirada con dureza. No podía creer que su hermano supiera que Faith se había reconciliado con Jared y que se lo hubiese ocultado.
Ethienne asintió con la cabeza.

—Faith se lo contó a Sophie, y bueno… ella a mí —respondió finalmente, con voz titubeante y a manera de disculpa. Sin esperar invitación, se dejó caer en la silla con reposabrazos que estaba frente al enorme escritorio.

—¿No se te ocurrió pensar que la noticia podía interesarme, no es verdad? —Preguntó Germain. Sus ojos ahora irradiaban reproche, y todo él, comenzaba a parecer molesto. Más de lo que había estado hasta entonces.

—Mira, Germain, Faith pidió que no te lo dijéramos. Ella misma quería hacerlo —se justificó Ethienne—. Supongo que te llamó —dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia el teléfono.

—Hace unos minutos —respondió el aludido, fríamente.

Ethienne se removió en la silla, incómodo con la situación. La oficina se iluminó con un relámpago y fuera resonó un trueno con tanta fuerza que los vidrios del inmenso ventanal vibraron. Eso otorgó a Ethienne unos gloriosos segundos de gracia para pensar bien en lo próximo que diría.

—Mira, Germain… —comenzó a decir—, tú sabías que esto algún día pasaría…

—Lo sé —interrumpió el más joven de los hermanos—. Pero una cosa es saberlo, y otra muy distinta es aceptarlo.

Germain había vuelto a ocultar su rostro entre las manos. Ethienne se puso de pie, rodeó el escritorio para acercarse a él, y lo palmeó en la espalda.

—Comprendo, y lo siento mucho por ti, hermano, porque sé lo que sientes por esa muchacha; pero las cosas no podían ser de otra manera… Y si realmente quieres a Faith, sabes que esto es lo mejor para ella.
Germain lo sabía.

Mejor que nadie comprendía que de ninguna manera podría haber tenido una oportunidad de interponerse entre Faith y Jared. El amor de ellos dos era fuerte y de toda una vida…

Germain no podía entender por qué demonios había tenido que quedar embelesado por su belleza, por sus ojos castaños, sus largos rizos, su sonrisa…

¡Buen Dios! No podía dejar de pensar en ella.

Faith Gareth era como una sirena hechizándolo y ella ni siquiera se daba cuenta del poder que ejercía sobre él. Germain no podía dejar de reprocharse. Se sentía un idiota… cien veces idiota, a decir verdad, sobre todo, porque ahora él estaba echado a perder para cualquier otra mujer.

En la cabeza se le había puesto la idea fija de que algo tan fuerte como lo que él sentía por ella, no era posible sentirlo dos veces en la vida. No señor. Él estaba seguro de que nunca más podría volver a amar. De eso, Germain estaba convencido.

—¡Germain! —Ethienne había vuelto a rodear el escritorio y, al ver que Germain se había quedado inmóvil y con la mirada perdida, pasó una mano por delante de los ojos almendrados de su hermano—. ¿Te sientes bien? Te quedaste mirando un punto fijo.

—¿Eh? —Germain movió la cabeza como queriendo despejarla, o al menos, pretendiendo alejar sus pensamientos—. Sí, sí, estoy bien.

—Escúchame, Germain, ¿por qué no vamos por un trago? Puede que te haga bien, no sé… despejarte un rato —sugirió Ethienne cariñosamente.

—No, no. Yo tengo que trabajar —levantó la mirada y buscó la de su hermano. Le sonrió de lado—. En un instante estaré bien —lo tranquilizó—. Además, no doy a basto con tantos casos y tantos papeles —señaló su escritorio cubierto de hojas escritas y de carpetas de archivo—. ¿Tal vez puedas enviar a Pierre para que me eche una mano con algo de esto?

En el rostro de Ethienne se plasmó la culpa.

—Lo siento, Germain, pero Pierre ahora mismo se llevó a su casa una pila de expedientes míos para revisar. Yo también estoy colmado de trabajo —se excusó.

—¡Uff! ¡A este paso no saldré de la oficina ni en tres semanas! —Masculló Germain, reclinándose en el respaldar de su confortable sillón y descansando la cabeza allí. Apaciguado un poco el dolor que le suponía haberse enterado de lo de Faith, su realidad laboral y sus obligaciones, volvían a ser su centro de preocupación.

—Germain, deberías contratar un asistente para ti exclusivamente —sugirió el mayor—. Pierre está desbordado sólo con mis casos, y no podrá ayudarte en varios días...

Germain sopesó la sugerencia y finalmente asintió.

—Sí, pienso que es una buena idea —dijo. Miró el inusual desorden en el que estaba sumido su buró y negó con la cabeza, después añadió—: Tienes razón, Ethienne; me vendría bien un poco de ayuda.

—Además, te mantendrá la mente ocupada…

—¿Qué cosa? —Preguntó distraído. Era inevitable, pero cuando menos lo esperaba, los recuerdos de Faith volvían a sobrevolar sus pensamientos, en vuelo rasante y peligroso.

—Todo lo de la selección, digo… Ya sabes… publicar el anuncio, entrevistar a los candidatos… esas cosas.

—Tienes razón… mantendrá mi mente ocupada… ¡Dios sabe que lo necesito! —Diciendo esto, tomó el auricular del teléfono—. Llamaré ahora mismo al periódico para que publiquen un anuncio en la edición matutina.

—Bien —dijo Ethienne, mostrando su conformidad, luego se puso de pie con intenciones de encaminarse hacia la puerta. Antes de llegar, dubitativo, se volteó hacia su hermano—. ¿Entonces, me prometes que estarás bien? —Preguntó, todavía reacio a dejarlo solo.

—Sí, Ethienne. No me queda más opción que resignarme, ¿no lo crees? —Respondió, alzándose de hombros para restarle importancia al asunto y tranquilizar a su hermano. Nada más alejado de la verdad, puesto que para él, todo aquel caso tenía una gran importancia. Demasiada.

Ethienne inclinó la cabeza una única vez en gesto afirmativo.

—Volverás a enamorarte, Germain —dijo, con intenciones de consolar a su hermano—. Faith no es la única mujer que camina sobre la tierra.

—Era única… O mejor dicho, es única para mí. Estoy seguro de que nunca más volveré a amar a otra…

—¡No seas tan drástico! —Lo interrumpió Ethienne.

Pero Germain, una vez que había empezado a hablar, ya no podía detenerse. Las palabras brotaban solas, porque era su corazón quién las dictaba y quién pedía a gritos que las liberara, aunque más no fuera, para desahogarse.

—Ella me hace sentir cosas que nadie había provocado en mí. Al verla o al oír su voz, siento que se me acelera el pulso, que el corazón me va a estallar… Sólo ella es capaz de ocupar mis pensamientos. Yo quería, en realidad aún quiero, vivir cada minuto de mi vida a su lado. Yo la amo profundamente, Ethienne. Es imposible que algo tan sublime pueda ser sentido dos veces en la vida por una persona —había empezado a hablar con euforia, pero al final, la voz, no había sido más que un murmullo cargado de pesar.

—¡Yo, en cambio, creo que es posible! Tú te enamoraste de la persona equivocada, Germain. Ahora, debes esperar que llegue a tu vida la mujer adecuada; aquella que pueda corresponderte —desde el centro de la oficina, Ethienne miró a Germain de frente, justo a los ojos—. Deja que el tiempo pase, deja que el amor vuelva a tu vida.

—Lamentablemente te equivocas, Ethienne —replicó con tristeza—. Yo no soy capaz de volver a amar. Mi corazón no puede sentir ese sentimiento por nadie más.

—¡Siempre fuiste un cabeza dura, Germain, pero ahora estás peor que nunca! —Refunfuñó—. Recuerda lo que te digo: espera y verás.

Germain sólo negó con la cabeza. Aprovechando la falta de respuestas, su hermano mayor prosiguió hablando con tranquilidad.

—Llama a ese periódico y publica el anuncio. Distráete un poco. Deja de pensar en Faith. Deja de lamentarte, y sobre todo, saca de tu cabeza esas ideas absurdas que tienes.

Germain rió tristemente. ¡Ojalá pudiera hacer lo que su hermano le decía! ¡Sácala de tu cabeza! ¡Olvídate de ella! ¡Resígnate…! ¡Qué fácil era decirlo, pero qué difícil para él lograrlo!

Ethienne abandonó la oficina de Germain sabiendo que cuando a su hermano se le metía una idea en la cabeza, era muy difícil hacerlo entrar en razón, aunque esperaba que al menos le hiciera caso con lo de buscar algún asistente. Él ya había pasado por todo el proceso de selección y sabía, por experiencia propia, que algo así podría mantenerle la mente ocupada durante un buen rato, y eso era justamente lo que su hermano necesitaba

Germain llevó, como en cámara lenta, el auricular del teléfono hasta su oreja; abrió su agenda buscando el número del periódico y lo marcó. El tono de llamada se oyó dos veces antes de que una amable secretaria lo atendiera del otro lado. El abogado dictó las palabras que quería que fueran publicadas en la primera edición del día siguiente, colgó el auricular y después se sumergió en su pila de expedientes, “intentando” apartar de su mente todo pensamiento referido a Faith Gareth.

[1] Quai de la Tournelle, en francés.
[2] Hace referencias a hechos del libro “Mi corazón es tuyo”, de esta misma autora.

Nota: Si quieres conocer a la autora de esta gran historia, visita su ficha de socia:

¡Saludos y que tengan un buen Viernes!

5 comentarios:

  1. Jur gracias x la info, yo aun m muero x leerme el primero!!!

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  2. ¡Holaa! Voy a leer la 1º parte porque tiene muy buena pinta ^.^

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  3. ¡GRACIAS por compartirlo, Dulce! Y MIL GRACIAS por tus palabras y buenos deseos respecto a mi mami. Gracias a Dios salió muy bien de la operación (yo me escapé un ratito de la clínica para dormir unas horitas, y luego regreso con ella). El finde te escribo un mail más extenso para contarte como va todo.
    Besos.

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