Es un copia y pega:
"He leído hace poco una novela de Candance Camp llamada "Escándalo". Dentro de la historia de amor, la protagonista, Priscilla, tiene un secreto que, de salir a la luz, hundiría su reputación. Su secreto es que es escritora y que publica sus historias con un seudónimo masculino.
Cualquiera pensaría que ese secreto es una chorrada y no entiende el porqué Priscilla tiene que mantenerlo en secreto. Sin embargo, si uno presta atención, verá que el comportamiento de Priscilla se ajusta a la realidad de su época.
Cecilia Böhl de Faber es una conocida escritora del siglo XIX. Entre sus novelas destaca "La gaviota", la historia de una joven de origen humilde que destaca por su magnífica voz. Cecilia Böhl de Faber publicó sus obras con el seudónimo masculino de Fernán Caballero. ¿Por qué? Era miembro de una adinerada familia. Su padre era cónsul en Cádiz. Usó un seudónimo en sus obras porque estaba mal visto que una mujer escribiera.
Los temas sobre los que escribían Priscilla, en la novela, y Cecilia Böhl de Faber no tenían nada que ver con lo que se esperaba que una mujer escribiera, es decir, historias románticas sin fondo alguno. Priscilla escribía novelas de aventuras con cierto tinte crítico. Cecilia Böhl de Faber bebió de las fuentes del Realismo español. "La gaviota" transcurre en gran parte en un pequeño pueblo pesquero.
Escribo esta entrada para entender un poco el porqué de esas obtusas mentes que debían de creer que una mujer era poco menos que una perdida ¡sólo por el simple hecho de escribir! Es la hipocresía y el puritanismo elevados a la enésima potencia.
El porqué es muy sencillo. La mujer tenía que dedicarse en exclusiva a su casa, a su marido y a sus hijos. No podía perder el tiempo escribiendo. Porque, en opinión de esa sociedad tan cerrada de mente, una mujer no podía ser escritora a tiempo completo porque no era propio de las mujeres "decentes".
Otro ejemplo. La mismísima Jane Austen. Era la hija de un clérigo protestante. Y, por lo visto, a su padre le debía de sentar mal que su hija escribiera. Por lo que ella estaba siempre atenta cuando se encerraba en su habitación a escribir. Si alguien iba a entrar, escondía deprisa sus escritos. No entiendo cómo pudo concentrarse y regalarnos historias tan inolvidables como "Orgullo y prejuicio", "Persuasión" o "Sentido y sensibilidad".
Quizás el padre acabó cediendo al deseo de Jane de ser escritora porque creía que escribía sobre temas ligeros, como las posibilidades de unas hermanas en contraer matrimonio. Sin embargo, dentro de esos temas "ligeros" se escondía una fina crítica hacia la sociedad británica de su tiempo, sin desdeñar los vicios y las perversiones de algunos miembros honorables de la misma (Willoughby, pretendiente de Marianne en "Sentido y sensibilidad" abusa de una cría de catorce años y la deja embarazada).
Fue a partir del Romanticismo cuando muchas mujeres empezaron a dejar de lado los seudónimos masculinos para escribir.
Fue a partir de sus escritos cuando muchas mujeres empezaron a tomar conciencia de su situación. No debían de limitarse a ser sólo madres, esposas y amas de casa. No debían de aguantar a unos maridos que no las querían en muchos casos. No estaban sólo de adorno. Podían pensar. Podían ser libres. Podían ser independientes.
Algunas de esas mujeres escritoras, como es el caso de Emilia Pardo Bazán (aristócrata de cuna, comportamiento rebelde, estilo realista y pluma afiladísima), se convertirían en las primeras feministas de la Historia.
Pero eso lo veremos en otra entrada.
Mientras, demos gracias de vivir en una sociedad donde una mujer no tenga que esconderse para escribir y plasmar una historia en un papel."
Cualquiera pensaría que ese secreto es una chorrada y no entiende el porqué Priscilla tiene que mantenerlo en secreto. Sin embargo, si uno presta atención, verá que el comportamiento de Priscilla se ajusta a la realidad de su época.
Cecilia Böhl de Faber es una conocida escritora del siglo XIX. Entre sus novelas destaca "La gaviota", la historia de una joven de origen humilde que destaca por su magnífica voz. Cecilia Böhl de Faber publicó sus obras con el seudónimo masculino de Fernán Caballero. ¿Por qué? Era miembro de una adinerada familia. Su padre era cónsul en Cádiz. Usó un seudónimo en sus obras porque estaba mal visto que una mujer escribiera.
Los temas sobre los que escribían Priscilla, en la novela, y Cecilia Böhl de Faber no tenían nada que ver con lo que se esperaba que una mujer escribiera, es decir, historias románticas sin fondo alguno. Priscilla escribía novelas de aventuras con cierto tinte crítico. Cecilia Böhl de Faber bebió de las fuentes del Realismo español. "La gaviota" transcurre en gran parte en un pequeño pueblo pesquero.
Escribo esta entrada para entender un poco el porqué de esas obtusas mentes que debían de creer que una mujer era poco menos que una perdida ¡sólo por el simple hecho de escribir! Es la hipocresía y el puritanismo elevados a la enésima potencia.
El porqué es muy sencillo. La mujer tenía que dedicarse en exclusiva a su casa, a su marido y a sus hijos. No podía perder el tiempo escribiendo. Porque, en opinión de esa sociedad tan cerrada de mente, una mujer no podía ser escritora a tiempo completo porque no era propio de las mujeres "decentes".
Otro ejemplo. La mismísima Jane Austen. Era la hija de un clérigo protestante. Y, por lo visto, a su padre le debía de sentar mal que su hija escribiera. Por lo que ella estaba siempre atenta cuando se encerraba en su habitación a escribir. Si alguien iba a entrar, escondía deprisa sus escritos. No entiendo cómo pudo concentrarse y regalarnos historias tan inolvidables como "Orgullo y prejuicio", "Persuasión" o "Sentido y sensibilidad".
Quizás el padre acabó cediendo al deseo de Jane de ser escritora porque creía que escribía sobre temas ligeros, como las posibilidades de unas hermanas en contraer matrimonio. Sin embargo, dentro de esos temas "ligeros" se escondía una fina crítica hacia la sociedad británica de su tiempo, sin desdeñar los vicios y las perversiones de algunos miembros honorables de la misma (Willoughby, pretendiente de Marianne en "Sentido y sensibilidad" abusa de una cría de catorce años y la deja embarazada).
Fue a partir del Romanticismo cuando muchas mujeres empezaron a dejar de lado los seudónimos masculinos para escribir.
Fue a partir de sus escritos cuando muchas mujeres empezaron a tomar conciencia de su situación. No debían de limitarse a ser sólo madres, esposas y amas de casa. No debían de aguantar a unos maridos que no las querían en muchos casos. No estaban sólo de adorno. Podían pensar. Podían ser libres. Podían ser independientes.
Algunas de esas mujeres escritoras, como es el caso de Emilia Pardo Bazán (aristócrata de cuna, comportamiento rebelde, estilo realista y pluma afiladísima), se convertirían en las primeras feministas de la Historia.
Pero eso lo veremos en otra entrada.
Mientras, demos gracias de vivir en una sociedad donde una mujer no tenga que esconderse para escribir y plasmar una historia en un papel."
Fuente:
¡Saludos!
¡Qué buen post! Gracias por la información. Un beso Lou
ResponderEliminarPense yo algo parecido hace unos dias, la sociedad de hoy dia apremia mas a que las mujeres publiquemos y eso hace que leamos menos historias publicadas por hombres. Mientras antes que una mujer publicara era algo indispensable, las mujeres antes debiamos escribir con un seudonimo y si publicamos nos excluirian de la sociedad aunque escribieramos una buena historia.
ResponderEliminarUn análisis interesante. Me causa la duda de... cuántos escritos importantes siguen reconociéndose que fueron autores masculinos cuando en realidad son seudónimos de mujeres que se atrevieron a ir en contra de lo que se esperaba de ellas? Se conocen casos de hombres que publicaban a su nombre algunos escritos, cuando en realidad no eran los autores. Sin embargo, se aprovechaban de una mujer para ellos tener fama y, obvio, dinero.
ResponderEliminarPor otra parte, creo que en la literatura se sigue promocionando mucho más, a nivel internacional, autores masculinos. Las mujeres poco a poco van tomando poderío e importancia, pero todavía no es igualitario.
Una reflexión muy cierta, el el siglo XIX muchas autoras firmaban con pseudonimo, también lo utilizaron escritores aunque ,supongo, que por razones distintas.
ResponderEliminarLa doble moral sigue existiendo aunque en menor medida.
Besos.
¡Muchas gracias por haber publicado mi entrada en tu blog, Dulce! ¡Estoy muy contenta!
ResponderEliminarOtro ejemplo que se me olvidó anotar en el blog.
La autora de "La ingenua libertina", Colette, vio cómo las novelas que ella escribía eran firmadas por su marido. ¡Y estoy hablando de principios del siglo XX! Finalmente, Colette acabaría divorciándose de él, con el consiguiente escándalo, y firmando sus obras como suyas. ¡Todo un gesto de rebeldía para la sociedad de la época! Y eso que en Francia, donde ella vivía, la sociedad se la tenía como más permisiva.
¡Un abrazo a todas! Y, una vez más, gracias por todo, Dulce.