Como escribir una novela policial.
William Huntington (1888-1939) fue un filólogo que desembarcó azarosamente en el relato policial. Durante un período de convalecencia que lo alejó de sus tareas profesionales comenzó a interesarse en el género. Fué así que en 1926 escribió una de las mejores novelas policiales del siglo XX: El misterioso caso de Benson (The Benson Murder Case), publicado bajo el seudónimo S.S. Van Dine.
Pero su interés en el policial no declinó. El éxito de la novela lo llevó a abandonar paulatinamente su profesión de filólogo para dedicarse de lleno a la narrativa. A partir de entonces compuso una sucesión de tramas complejas y laberínticas cuyo resultado estaba sometido al escrutinio de Philo Vance, un detective de razonamientos fulminantes.
Su obra policial se expande en 12 novelas elegantemente desarrolladas y numerosos relatos. Entre ellos cabe destacar: El misterioso caso de Benson (The Benson Murder Case), El caso del canario asesino (The Canary Murder Case), El asesinato en la perrera (The Kennel Murder Case), El asesinato en el jardín (The Garden Murder Case), El asesinato del obispo (The Bishop Murder Case), El caso del escarabajo sagrado (The Scarab Murder Case), El asesinato de Greene (The Greene Murder Case), El asesinato de Gracie Allen (The Gracie Allen Murder Case), El asesinato invernal (The Winter Murder Case), El asesinato del dragon (The Dragon Murder Case), El asesinato del casino (The Casino Murder Case), y El caso del secuestro (The Kidnap Murder Case).
Ahora bien, S.S. Van Dine no era un hombre que por su formación académica fuese propenso a conservar un secreto. Su fórmula para crear extraordinarios e impactantes policiales pronto fue publicada en un artículo de 1928 de la revista American Magazine. En él, S.S. Van Dine comparte el secreto de su éxito a lo largo de 20 puntos que todo creador de novelas y relatos policiales debe seguir.
Aquel artículo pronto adquirió la consistencia de otro misterio revelado. Las 20 reglas de S.S. Van Dine se transformaron en verdaderos axiomas que desde entonces sostienen la estructura de todo relato policial que se precie de tal.
En cierta forma, S.S. Van Dine plantea el cuento policial como una lucha cooperativa entre el detective y el lector. Del lado del autor se presenta un crimen y la búsqueda de su responsable; del otro, resolverlo con las mismas armas que posee el detective en cuestión. La lucha entre ambos debe ser leal. El autor nunca deberá apelar a cuestiones sobrenaturales, o excesivamente banales, que enturbien la intelectualidad del enigma. En este sentido, S.S. Van Dine nos ofrece un juego delicado: poner al lector en igualdad de condiciones con el detective y de este modo permitirle, en la medida de su sagacidad, resolver el problema incluso antes que el profesional.
20 reglas del relato policial.
Twenty rules for writing detective stories, S.S. Van Dine (1888-1939)
1) El lector y el detective deben estar en igualdad de condiciones para resolver el problema.
2) El autor no tiene el derecho de emplear recursos distintos de los que el culpable emplea con relación al detective.
3) La verdadera novela policial debe estar libre de intrigas amorosas. Si se introdujera el amor se perturbaría el mecanismo puramente intelectual del problema.
4) El culpable nunca debe ser el mismo detective.
5) El culpable debe ser identificado por medio de una sucesión de deducciones, nunca por accidente, por casualidad o por confesión espontánea.
6) En toda novela policial debe haber un policia. Y ese policía debe hacer su trabajo y hacerlo bien. Su misión consiste en reunir las huellas que nos llevarán al descubrimiento criminal que cometió su fechoría en el primer capítulo. Si el detective no llega a ninguna conclusión satisfactoria por medio del análisis significa que no logró su cometido.
7) No puede existir una novela policial sin un cadáver. Me permito añadir además que cuanto más muerto esté el cadáver, mejor. Ofrecer al lector trescientas páginas sin presentar un solo asesinato es un abuso.
8) La resolusión del problema debe abordarse con recursos estrictamente realistas.
9) En una novela policial no debe haber más de un detective. Reunir el talento de tres o cuatro policias para poder atrapar al bandido equivaldría no sólo a dispersar el interés y a perturbar la claridad del razonamiento, sino a tomar una ventaja desleal con respecto al lector.
10) El culpable debe ser siempre un personaje que desempeña un papel más o menos importante en la historia, es decir, alguien a quien el lector conoce. Si en el último capítulo se adjudica el crimen a un personaje que se acaba de introducir o que desempeñó un papel insignificante, ello demostraría la incapacidad del autor para medirse de igual a igual con el lector.
11) El autor nunca debe elegir al criminal entre el personal doméstico: mayordomo, lacayo, cocinero, etc. Esto debe evitarse porque ofrece una solución demasiado fácil. El culpable debe ser alguien que valga la pena en la trama de la historia.
12) El culpable debe ser uno solo, no importa la cantidad de crímenes que haya cometido. El lector debe poder concentrarse en la búsqueda de una sola alma sórdida.
13) Las sociedades secretas y las maffias, no tienen cabida en la novela policial. El autor que las incluya pasará al terreno de la novela de aventuras o de la novela de espionaje.
14) El modo en que se comete el crimen y los medios que llevan al descubrimiento del culpable deben ser racionales y científicos. La pseudociencia, con aparatos puramente imaginarios, es inadmisible en la novela policial.
15) La solución final del enigma debe resultar visible a todo lo largo de la novela, siempre que el lector sea lo suficientemente perspicaz como para descubrirla. Con esto quiero decir que si el lector releyera el libro, advertiría que la solución estaba a mano desde el principio, y que si él hubiera sido tan perspicaz como el detective habría podido descubrir el secreto sin necesidad de leer el libro hasta el final. Está de más decir que esto ocurre, en efecto, con mucha frecuencia. Hasta me atrevo a afirmar que es imposible ocultar el secreto a los lectores hasta el final si la novela policial está construida lealmente. Por eso siempre habrá cierto número de lectores que demostrarán ser tan sagaces como el autor. Y en esto reside el valor del juego.
16) En la novela policial no debe haber largas descripciones, análisis sutiles o preocupaciones de “atmósfera”, porque perturban el motivo central que es exponer un crimen y buscar al culpable. Todo lo que retarda la acción también dispersa la atención y distrae al lector del asunto principal. Cuando el autor ha logrado dar una imagen de la realidad y captar, para los personajes y para el problema, el interés y la simpatía del lector, no tiene necesidad de hacer más concesiones a la técnica puramente literaria. Hacerlo no sería legítimo ni compatible con las exigencias del género. La novela policial es un género bien definido; el lector no busca en él adornos literarios, sino una excitación de la mente o una especie de actividad intelectual.
17) El escritor debe evitar elegir al culpable entre los profesionales del crimen. Corresponde a la policía ocuparse de las fechorías de los asaltantes y bandidos, no a los autores y a los detectives aficionados más o menos brillantes. Forman parte de la tarea diaria de las comisarías mientras que lo realmente fascinante son los crímenes cometidos por un hombre piadoso o por una mujer anciana conocida por su gran caridad.
18) Lo que desde el principio de la novela se presentó como un crimen no puede resultar ser, al final del relato, un accidente o un suicidio. Capitular una investigación larga y complicada de ese modo sería jugarle al lector una mala pasada imperdonable.
19) El motivo del crimen siempre debe ser estrictamente personal. Los complots internacionales y las oscuras maquinaciones de la política corresponden a la novela de espionaje. La novela policial debe reflejar las experiencias y las preocupaciones cotidianas del lector y dar una posibilidad de escape a sus aspiraciones y sentimientos reprimidos.
20) Para finalizar, voy a enumerar algunos recursos a los que nunca debe recurrir ningún escritor de novelas policiales. Son recursos que hemos encontrado con frecuencia y que son familiares a los verdaderos aficionados al crimen literario. Por eso todo autor que los utilizara demostraría con eso su incapacidad y su falta de originalidad.
a) Descubrir la identidad del culpable comparando la colilla del cigarrillo encontrado en el lugar del crimen con el que fuma el sospechoso.
b) El criminal que durante una sesión de espiritismo se delata, presa del terror.
c) Las falsas impresiones digitales.
d) El empleo de un maniquí para fabricar una coartada.
e) El perro que, por no ladrar ante el intruso, demuestra que éste le es familiar.
f) El culpable es mellizo o pariente del sospechoso, por lo que surge un equívoco.
g) La jeringa hipodérmica y el suero de la verdad.
h) El asesinato cometido en una habitación cerrada y en presencia del representante de la policía.
i) El empleo de asociaciones de palabras para descubrir al culpable.
j) El desciframiento de un criptograma por el detective, o el descubrimiento de un código cifrado.
S.S. Van Dine (1888-1939)
Más taller de literatura. I Relatos de detectives.
Más literatura gótica:
William Huntington (1888-1939) fue un filólogo que desembarcó azarosamente en el relato policial. Durante un período de convalecencia que lo alejó de sus tareas profesionales comenzó a interesarse en el género. Fué así que en 1926 escribió una de las mejores novelas policiales del siglo XX: El misterioso caso de Benson (The Benson Murder Case), publicado bajo el seudónimo S.S. Van Dine.
Pero su interés en el policial no declinó. El éxito de la novela lo llevó a abandonar paulatinamente su profesión de filólogo para dedicarse de lleno a la narrativa. A partir de entonces compuso una sucesión de tramas complejas y laberínticas cuyo resultado estaba sometido al escrutinio de Philo Vance, un detective de razonamientos fulminantes.
Su obra policial se expande en 12 novelas elegantemente desarrolladas y numerosos relatos. Entre ellos cabe destacar: El misterioso caso de Benson (The Benson Murder Case), El caso del canario asesino (The Canary Murder Case), El asesinato en la perrera (The Kennel Murder Case), El asesinato en el jardín (The Garden Murder Case), El asesinato del obispo (The Bishop Murder Case), El caso del escarabajo sagrado (The Scarab Murder Case), El asesinato de Greene (The Greene Murder Case), El asesinato de Gracie Allen (The Gracie Allen Murder Case), El asesinato invernal (The Winter Murder Case), El asesinato del dragon (The Dragon Murder Case), El asesinato del casino (The Casino Murder Case), y El caso del secuestro (The Kidnap Murder Case).
Ahora bien, S.S. Van Dine no era un hombre que por su formación académica fuese propenso a conservar un secreto. Su fórmula para crear extraordinarios e impactantes policiales pronto fue publicada en un artículo de 1928 de la revista American Magazine. En él, S.S. Van Dine comparte el secreto de su éxito a lo largo de 20 puntos que todo creador de novelas y relatos policiales debe seguir.
Aquel artículo pronto adquirió la consistencia de otro misterio revelado. Las 20 reglas de S.S. Van Dine se transformaron en verdaderos axiomas que desde entonces sostienen la estructura de todo relato policial que se precie de tal.
En cierta forma, S.S. Van Dine plantea el cuento policial como una lucha cooperativa entre el detective y el lector. Del lado del autor se presenta un crimen y la búsqueda de su responsable; del otro, resolverlo con las mismas armas que posee el detective en cuestión. La lucha entre ambos debe ser leal. El autor nunca deberá apelar a cuestiones sobrenaturales, o excesivamente banales, que enturbien la intelectualidad del enigma. En este sentido, S.S. Van Dine nos ofrece un juego delicado: poner al lector en igualdad de condiciones con el detective y de este modo permitirle, en la medida de su sagacidad, resolver el problema incluso antes que el profesional.
20 reglas del relato policial.
Twenty rules for writing detective stories, S.S. Van Dine (1888-1939)
1) El lector y el detective deben estar en igualdad de condiciones para resolver el problema.
2) El autor no tiene el derecho de emplear recursos distintos de los que el culpable emplea con relación al detective.
3) La verdadera novela policial debe estar libre de intrigas amorosas. Si se introdujera el amor se perturbaría el mecanismo puramente intelectual del problema.
4) El culpable nunca debe ser el mismo detective.
5) El culpable debe ser identificado por medio de una sucesión de deducciones, nunca por accidente, por casualidad o por confesión espontánea.
6) En toda novela policial debe haber un policia. Y ese policía debe hacer su trabajo y hacerlo bien. Su misión consiste en reunir las huellas que nos llevarán al descubrimiento criminal que cometió su fechoría en el primer capítulo. Si el detective no llega a ninguna conclusión satisfactoria por medio del análisis significa que no logró su cometido.
7) No puede existir una novela policial sin un cadáver. Me permito añadir además que cuanto más muerto esté el cadáver, mejor. Ofrecer al lector trescientas páginas sin presentar un solo asesinato es un abuso.
8) La resolusión del problema debe abordarse con recursos estrictamente realistas.
9) En una novela policial no debe haber más de un detective. Reunir el talento de tres o cuatro policias para poder atrapar al bandido equivaldría no sólo a dispersar el interés y a perturbar la claridad del razonamiento, sino a tomar una ventaja desleal con respecto al lector.
10) El culpable debe ser siempre un personaje que desempeña un papel más o menos importante en la historia, es decir, alguien a quien el lector conoce. Si en el último capítulo se adjudica el crimen a un personaje que se acaba de introducir o que desempeñó un papel insignificante, ello demostraría la incapacidad del autor para medirse de igual a igual con el lector.
11) El autor nunca debe elegir al criminal entre el personal doméstico: mayordomo, lacayo, cocinero, etc. Esto debe evitarse porque ofrece una solución demasiado fácil. El culpable debe ser alguien que valga la pena en la trama de la historia.
12) El culpable debe ser uno solo, no importa la cantidad de crímenes que haya cometido. El lector debe poder concentrarse en la búsqueda de una sola alma sórdida.
13) Las sociedades secretas y las maffias, no tienen cabida en la novela policial. El autor que las incluya pasará al terreno de la novela de aventuras o de la novela de espionaje.
14) El modo en que se comete el crimen y los medios que llevan al descubrimiento del culpable deben ser racionales y científicos. La pseudociencia, con aparatos puramente imaginarios, es inadmisible en la novela policial.
15) La solución final del enigma debe resultar visible a todo lo largo de la novela, siempre que el lector sea lo suficientemente perspicaz como para descubrirla. Con esto quiero decir que si el lector releyera el libro, advertiría que la solución estaba a mano desde el principio, y que si él hubiera sido tan perspicaz como el detective habría podido descubrir el secreto sin necesidad de leer el libro hasta el final. Está de más decir que esto ocurre, en efecto, con mucha frecuencia. Hasta me atrevo a afirmar que es imposible ocultar el secreto a los lectores hasta el final si la novela policial está construida lealmente. Por eso siempre habrá cierto número de lectores que demostrarán ser tan sagaces como el autor. Y en esto reside el valor del juego.
16) En la novela policial no debe haber largas descripciones, análisis sutiles o preocupaciones de “atmósfera”, porque perturban el motivo central que es exponer un crimen y buscar al culpable. Todo lo que retarda la acción también dispersa la atención y distrae al lector del asunto principal. Cuando el autor ha logrado dar una imagen de la realidad y captar, para los personajes y para el problema, el interés y la simpatía del lector, no tiene necesidad de hacer más concesiones a la técnica puramente literaria. Hacerlo no sería legítimo ni compatible con las exigencias del género. La novela policial es un género bien definido; el lector no busca en él adornos literarios, sino una excitación de la mente o una especie de actividad intelectual.
17) El escritor debe evitar elegir al culpable entre los profesionales del crimen. Corresponde a la policía ocuparse de las fechorías de los asaltantes y bandidos, no a los autores y a los detectives aficionados más o menos brillantes. Forman parte de la tarea diaria de las comisarías mientras que lo realmente fascinante son los crímenes cometidos por un hombre piadoso o por una mujer anciana conocida por su gran caridad.
18) Lo que desde el principio de la novela se presentó como un crimen no puede resultar ser, al final del relato, un accidente o un suicidio. Capitular una investigación larga y complicada de ese modo sería jugarle al lector una mala pasada imperdonable.
19) El motivo del crimen siempre debe ser estrictamente personal. Los complots internacionales y las oscuras maquinaciones de la política corresponden a la novela de espionaje. La novela policial debe reflejar las experiencias y las preocupaciones cotidianas del lector y dar una posibilidad de escape a sus aspiraciones y sentimientos reprimidos.
20) Para finalizar, voy a enumerar algunos recursos a los que nunca debe recurrir ningún escritor de novelas policiales. Son recursos que hemos encontrado con frecuencia y que son familiares a los verdaderos aficionados al crimen literario. Por eso todo autor que los utilizara demostraría con eso su incapacidad y su falta de originalidad.
a) Descubrir la identidad del culpable comparando la colilla del cigarrillo encontrado en el lugar del crimen con el que fuma el sospechoso.
b) El criminal que durante una sesión de espiritismo se delata, presa del terror.
c) Las falsas impresiones digitales.
d) El empleo de un maniquí para fabricar una coartada.
e) El perro que, por no ladrar ante el intruso, demuestra que éste le es familiar.
f) El culpable es mellizo o pariente del sospechoso, por lo que surge un equívoco.
g) La jeringa hipodérmica y el suero de la verdad.
h) El asesinato cometido en una habitación cerrada y en presencia del representante de la policía.
i) El empleo de asociaciones de palabras para descubrir al culpable.
j) El desciframiento de un criptograma por el detective, o el descubrimiento de un código cifrado.
S.S. Van Dine (1888-1939)
Más taller de literatura. I Relatos de detectives.
Más literatura gótica:
- Historia de la ficción detectivesca.
- Diferencias entre Horror y Terror.
- Como escribir un cuento de terror.
- Como escribir un relato de terror (según H.P. Lovecraft)
- Cuentos de terror de detectives.
Fuente: El Espejo Gótico
¡Saludos!
Muy útil, muchas gracias!!
ResponderEliminarDe momento no me a dado por escribir una novela policial, pero en un futuro me gustaría hacerlo..y tendré en cuenta esta entrada!
¡Muchas gracias! =)
Una entrada muy útil e interesante, me ha gustado mucho :D.
ResponderEliminar¡Besos!
Hola!
ResponderEliminarMuy buena entrada, gracias! voy a tomar nota de varios consejos.
Saludos.
Parece tan ... fácil.
ResponderEliminarHay que ser bastante retorcido para escribir ese tipo de literatura, lo digo en el buen sentido :)
Buscarle los 3 pies al gato y darle vueltas y vueltas para que no se sepa quién es el culpable hasta el final y tal vez, dejar abierta la puerta de la duda razonable... También estar informado de asuntos de abogacía, fiscalía, jueces, uhmm. Mucho arroz para tan poco palomo como yo.
Haré una pero fácil, se sabrá el culpable en el título.
Saludetesssssss
Muy interesantes las propuestas de Van Dine. Hace años leí algunas de las novelas de Philo Vance. Muy entretenidas.
ResponderEliminarUna entrada muy interesante Dulce!! Estoy segura de que a muchos nos servirá de gran ayuda en un futuro.
ResponderEliminarPor cierto, me encanta el nuevo aspecto del blog, está precioso!!
Besos