Quería estrangularlo, torturarlo y luego matarlo, ¿cómo se atrevía decirme eso?. Apenas me conocía y se creía el centro de mi universo... Dejé de pensar cuando rozó sus labios con los mios y me aprisionó con sus brazos. Todo era silencio a nuestro alrededor. Se me escapó un suspiro y Roberto sonrió con arrogancia entre mis labios. Él me volvió a besar con más pasión y yo casi olvido que estábamos en un lugar público. ¿Podía ser cierto que estuviera equivocada y que realmente no quería que Roberto me dejara en paz?.
Capítulo Seis
(Angy. W y ¿?)
Un ruido procedente de algún lugar detrás de mí me devolvió a la realidad. Me aparté de Roberto de un empujón, horrorizada, y me giré para ver qué sucedía.
Michael, con la boca abierta y los ojos llenos de dolor, había dejado caer su comida al suelo al vernos. Toda su cara se contrajo en una fiera expresión de ira que me asustó, retrocedí y sentí un extraño e incomprensible alivio al ver que Roberto me pasaba los brazos por los hombros y me apretaba hacia él, en un ademán posesivo. Michael lo miró con rabia, dando un paso adelante. Por un momento creí que le iba a pegar, pero se lo pensó mejor y salió de la cafetería a grandes zancadas sin decir nada. El silencio era total.
Comencé a respirar agitadamente, sólo entonces me di cuenta de que había contenido el aliento. No sabía qué hacer, si seguir a mi amigo y hablar con él o quedarme allí, donde estaba.
Por un lado, él no tenía derecho a enfadarse y a comportarse así conmigo. Sea cual sea la película que se había montado, estaba todo dentro de su cabeza e igualmente no era asunto suyo con quién salía o a quién besaba.
Pero por otro, él era mi amigo…y, sin embargo, esa expresión de odio que puso, y después de todo lo que me había hecho, me dejaba sin saber cómo actuar…
Miré a Iris, desesperada, y ella se encogió de hombros.
-Vaya pringao -comentó entonces uno de los amigos de Roberto, riéndose. El ambiente poco a poco fue volviendo a la normalidad y las conversaciones se restablecieron. Entonces, ¿por qué tenía la extraña certeza de que hablaban de nosotros?.
-Nena, ¿te sientas con nosotros? -me susurró Roberto al oído, quitándome el pañuelo para descubrir el chupetón y alardear de él.
Por un lado, él no tenía derecho a enfadarse y a comportarse así conmigo. Sea cual sea la película que se había montado, estaba todo dentro de su cabeza e igualmente no era asunto suyo con quién salía o a quién besaba.
Pero por otro, él era mi amigo…y, sin embargo, esa expresión de odio que puso, y después de todo lo que me había hecho, me dejaba sin saber cómo actuar…
Miré a Iris, desesperada, y ella se encogió de hombros.
-Vaya pringao -comentó entonces uno de los amigos de Roberto, riéndose. El ambiente poco a poco fue volviendo a la normalidad y las conversaciones se restablecieron. Entonces, ¿por qué tenía la extraña certeza de que hablaban de nosotros?.
-Nena, ¿te sientas con nosotros? -me susurró Roberto al oído, quitándome el pañuelo para descubrir el chupetón y alardear de él.
-Vete a la mierda -le dije, arrebatándoselo de las manos y yendo a sentarme con Iris a la mesa más apartada de la estancia.
Las siguientes clases fueron un horror, no me podía concentrar en nada y no paraba de notar miradas clavadas en mí y cuchicheos. Hasta los profesores me miraban disimuladamente. El sonido de la última campana anunció mi salvación, salí del instituto apresuradamente y regresé a casa sin detenerme.
Las siguientes clases fueron un horror, no me podía concentrar en nada y no paraba de notar miradas clavadas en mí y cuchicheos. Hasta los profesores me miraban disimuladamente. El sonido de la última campana anunció mi salvación, salí del instituto apresuradamente y regresé a casa sin detenerme.
***
Por la tarde, cuando por fin acabé los deberes, cerca de las siete, llamé a Iris.
-¡Hey! -me saludó.
-¿Quedamos para tomar algo?. Necesito hablar con alguién -confesé.
-¿Y tu cita con Roberto?.
-No pienso ir, pensé que ya lo había dejado claro.
Justo acababa de decir la frase cuando mi madre entró en la habitación sin llamar, cosa que odiaba.
-Cariño, abajo está esperándote Roberto, el nuevo vecino.
Las palabras que estaban a medio salir de mi garganta se me atragantaron.
-Es la primera vez que lo veo, pero parece majo -comentó-. Me alegro de que hayáis congeniado.
-¿Majo…? -repetí, incrédula. ¿Roberto majo?. Imposible. Ella continuó sin escucharme.
-¡Hey! -me saludó.
-¿Quedamos para tomar algo?. Necesito hablar con alguién -confesé.
-¿Y tu cita con Roberto?.
-No pienso ir, pensé que ya lo había dejado claro.
Justo acababa de decir la frase cuando mi madre entró en la habitación sin llamar, cosa que odiaba.
-Cariño, abajo está esperándote Roberto, el nuevo vecino.
Las palabras que estaban a medio salir de mi garganta se me atragantaron.
-Es la primera vez que lo veo, pero parece majo -comentó-. Me alegro de que hayáis congeniado.
-¿Majo…? -repetí, incrédula. ¿Roberto majo?. Imposible. Ella continuó sin escucharme.
-Aunque yo siempre había pensado que tú y Michael…
Eso acabó de sacarme de mis casillas.
-¡MICHAEL NO ES MI NOVIO! -repliqué, furiosa, subiendo el tono de voz. ¿Qué tenía todo el mundo con él y conmigo?.
-¿Caroline? -preguntó Iris en el auricular- ¿Qué está ocurriendo?.
-Tranquila, que tampoco es para ponerse así. Bueno, yo me voy a trabajar, así que date prisa -dijo mi madre a punto de salir de mi dormitorio.
-Mamá, dile que no estoy -le supliqué ignorando sin darme cuenta a Iris que esperaba al otro lado de la línea.
Eso acabó de sacarme de mis casillas.
-¡MICHAEL NO ES MI NOVIO! -repliqué, furiosa, subiendo el tono de voz. ¿Qué tenía todo el mundo con él y conmigo?.
-¿Caroline? -preguntó Iris en el auricular- ¿Qué está ocurriendo?.
-Tranquila, que tampoco es para ponerse así. Bueno, yo me voy a trabajar, así que date prisa -dijo mi madre a punto de salir de mi dormitorio.
-Mamá, dile que no estoy -le supliqué ignorando sin darme cuenta a Iris que esperaba al otro lado de la línea.
-Ya sabe que estás aquí.
-Pues entonces dile que no pienso ir.
-Baja a decírselo tú -sentenció.
Suspiré, resignada, mientras mi madre salía.
-Bueno, bueno -dijo Iris-. ¿Qué se cuece por allí?.
-Nada, que Roberto está abajo esperándome y que a mi madre le parece majo.
-¿Majo? -repitió, entre risas-. Tía, ¡mañana tienes que contármelo todo!.
-No voy a ir -afirmé, decidida.
-Sí, sí, lo que tu digas.
-De verdad. Te llamo luego.
Bajé las escaleras dispuesta a rechazarle, pero me quedé congelada en el último peldaño. ¡Roberto…con esmoquin…qué fuerte!.
-Hola, nena -me saludó, sonriendo con un brillo en esos hermosos ojos verdes que tanto me fascinaban. Por mucho que cambiara físicamente su apariencia, por dentro seguía siendo el mismo de siempre.
-Roberto... esto... no voy a ir -balbuceé con nerviosismo.
Él puso mala cara. La verdad es que en ese momento me sentí un poco mal, ya que era evidente que se había currado su aspecto para estar presentable. Estaba más impresionante que nunca.
-Oh, sí que vendrás -Susurró, poniéndome la carne de gallina.
Igual tenía razón, ya que en ese instante, mirándolo, me apetecía bastante. Él me recorrió de arriba abajo con la mirada, y no sabía si eran imaginaciones mías, pero me pareció un tanto... sensual.
-Perfecta -musitó-. Vamos.
Me quedé clavada donde estaba, dudando a momentos si debía seguirle o echarle de allí. Él decidió resolverlo por sí solo.
-Vaaamos -me dijo, como si fuera una niña pequeña, mientras me cogía en brazos.
-¿Qué haces?, ¡suéltame! -me retorcí y pataleé pero no conseguí que me bajara. Salimos de casa y me dejó en la acera- Eh… ¿adónde vamos? -pregunté, dudosa.
-¡Ajá!, ¿ves cómo sí quieres venir? -dijo con una sonrisa burlona, haciendo que me ruborizara-. A mi casa, por supuesto.
Le fulminé con la mirada. Así que quería eso... ¡El muy granuja!.
-Eh, eh, tranquila -dijo, alzando las palmas de las manos como si hubiera leído mis pensamientos-. Era broma. Venga, súbete.
Le fulminé con la mirada. Así que quería eso... ¡El muy granuja!.
-Eh, eh, tranquila -dijo, alzando las palmas de las manos como si hubiera leído mis pensamientos-. Era broma. Venga, súbete.
Miré a lo que se suponía que tenía que subirme y no pude contener la risa. ¿La moto?. ¿Después vestirse tan elegantemente iba a llevarme en moto?. Negué con la cabeza y me monté detrás de él. Noté mariposas en el estómago cuando pasé las manos por su cintura, notando sus abdominales debajo de la camisa. ¿Qué me ocurría?, ¿acaso estaba volviéndome loca o... de verdad estaba sintiendo algo por Roberto?. Reflexioné durante el camino, mirando distraída a la calle. De repente, algo que vi me dejó helada. Michael y Stacy estaban... ¿Besándose?.
Hilo Rojo Del Destino
Bien, ahora, ¿quién quiere escribir la siguiente continuación de esta bella historia?. Si deseas formar parte de la historia que se está hilando entre todas las que nos hemos animado a participar, sólo tienes que decírmelo dejándo un comentario aquí mismo.
Y la historia de momento va así:
joe, Michael cada vez me cae peor
ResponderEliminarPues corregido está mucho mejor que como lo escribí, así que te lo agradezco xD
ResponderEliminarBuenos días dulceeeee!!
ResponderEliminarBueno, yo me ofrezco voluntaria para continuar con el reto. Ya he empezado, si por lo que sea no puedo hacerlo, avisasme vale?
Espero que sea que si^^
Un besito cielo
P.D: Como has puesto este tuipo de comentarios??osea, esta forma de que te comenten y no como antes k era mas lento??