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sábado, 1 de octubre de 2011

¡ YA TENEMOS EL FINAL DE "MÁGICA CITA" HECHO POR CALI AXFER!

Voy a comenzar el fin de semana mostrándoros el final que ha hecho Cali Axfer a la historia "Mágica Cita" creada por Déborah F. Muñoz y Memetin.

Los capítulos anteriores son: 



Álex abrió la puerta de la habitación blanca donde había dejado a Susana tras terminar su primera clase (que había resultado algo incómoda, puesto que la chica soltaba las palabras como si las vomitase o escupiese en su dirección). Parecía que todo iba a cámara lenta. Temía que uno de aquellos transformistas o cómo se llamasen atacase.

-¿Susana? -musitó la "taciturna". De momento, Isa permanecía callada, cosa que era de agradecer.

-¿Si? -dijo la interpelada-, ¿Amalia?.

Su voz sonaba extraña. Como si estuviese hablando a través de una radio. La chica estaba recogiendo unos libros (cosa extraña, puesto que podría transportarlos perfectamente hasta la biblioteca sin siquiera moverse) del suelo.

-Uff... que susto -suspiró Álex aliviado. Ya se temía lo peor.

-¡SI, SUSI, QUE SUSTO! -chilló el Arco Iris andante que permanecía en la puerta-. CREÍMOS NOTAR LA PRESENCIA DE UN TRANSFORMISTA, ¿TÚ NO?.

-No -el sonido que salía de la garganta de la joven se transformó en un prolongado gemido cada vez más extraño.

Su piel comenzó a caer como hojas castañas en otoño mientras su cuerpo parecía deshacerse en convulsiones. Un grito luchaba por salir de la garganta de Amalia, Isa y Álex, cuando delante de ellos comenzó a formarse otra figura completamente distinta a Susana. Un ser que parecía estar formado solamente por músculos, pero sin piel para recubrirlos y unas alas carnosas. Una especie de masa de plastilina todavía sin moldear.

-No soy un Mago, no soy un Demonio. Soy una mezcla de los dos -recitó aquella cosa en tono burlón.

En cuanto terminó de pronunciar la última palabra, las dos chicas intentaron gritar y se desvanecieron en el aire.

***


Apenas un segundo y una mirada helada después, Álex y el ser se encontraban en algo parecido a una enorme celda suspendida en la nada.

-Oh. Veo que no sabes lo que esa frase significa -dijo el Transformista.

El chico, que estaba demasiado asustado como para contestar, sacudió la cabeza, negándolo. Una estruendosa risa brotó de los labios del otro.

-Bien. Te diré que sirve para que los Magos Experimentados huyan aún sin quererlo -explicó con una terrible sonrisa en lo que parecía ser la cara.

-¿Quién eres y qué quieres? -preguntó Álex sacando las fuerzas de donde no las había.

-Solamente algo que posees -respondió mirándole con unos ojos prácticamente incoloros.

"Mi piel", se dijo el chico. "Necesita mi piel, ¡quiere ocupar mi cuerpo!". Tembló al imaginar lo que le sucedería. Aunque ahora le venía otra cosa a la cabeza, ¿y Susana?, ¿Dónde se encontraba ella?.

-Lo tendrás -se resignó, ante el profundo asombro del ser-. Pero antes, dime dónde está ella.

-Prácticamente, ella nunca ha existido -dijo remarcando la segunda palabra-. ¿Aún no lo comprendes? -preguntó al ver la cara de incomprensión de Álex-. Llevo "siendo" Susana desde el momento en que le revelé qué era realmente. Yo soy ella y ella es yo. Los dos somos una única cosa y a la vez dos distintas.

El joven apretó los puños y frunció el ceño. Aquello no podía ser posible. No al menos con la colaboración consciente de la chica que siempre intentaba responder a sus burlas y devolverle algunas de sus bromas pesadas.

-Yo coloqué ese Hechizo de Repulsión en ti.-prosiguió el demonio -Nadie debe acercarse a ella jamás. Nadie debe necesitarla. Pero veo que aún con mi insistencia, alguien ha hecho oídos sordos.

-Yo no la necesito -sentenció Álex-. Tú me necesitas. Yo no necesito a nadie.

Hubo ahí unos segundos de silencio por parte de ambos. El Transformista estaba sorprendido con lo bien que mentía y se resistía el humano. Normalmente, sus víctimas solían rendirse pronto.

-Tienes razón en que te necesito. Pero debemos comprobar lo segundo que has dicho -dijo con una sonrisa maliciosa en la cara.

Giró un poco la cabeza y algo comenzó a aparecer en una esquina de la celda: Un cuerpo. El cuerpo de una chica. Estaba pálida, muy pálida, como si la muerte hubiese mandado ya su propia invitación al funeral de la joven. El oscuro cabello le tapaba la cara, y ella yacía encogida como si, aún inconsciente, tuviese que protegerse.
 
Álex sabía de quién era el cuerpo. E intentó resistir los impulsos de correr a ver si estaba viva. Se sujetaba a sí mismo para no ir hacia la esquina.

-¿Está muerta? -preguntó queriendo no parecer afectado por el cuerpo.

-No, todavía. Ella vive de mis fuerzas, y yo utilizo las suyas para vivir en un cuerpo. Pero no por ello la preciso -explicó el Transformista-. Sé que ves como está. Ha llegado la hora de cambiar. Ya no me sirve para  nada. Su cuerpo es ya un manojo de telas de un viejo títere.

Álex casi no podía respirar. NECESITABA saber si podía salvarla. Por lo mal que le había hecho pasar años y años. Se lo debía. Pero, ¿aún a costa de su propia vida?. ¿A costa de volver a ver a sus padres (que seguramente ahora estaría preguntándose por él), a su hermano, a sus amigos...?.

-Pero, puesto que en mi próxima "Adquisición y Posesión" de un cuerpo será mi centésimo primera, me convertiré en un Transformista Mayor -dijo, orgulloso-. Por eso necesito algo más. Necesito un alma para fundirla con la mía. El alma de un Mago no experimentado... como tú.

El chico abrió mucho los ojos y temió que el corazón se le hubiese parado. Sin que él se diese cuenta, pequeñas chispas comenzaban a saltar en su pelo, hasta que éste comenzó a arder. Pero a Álex no le quemaba.
 
El Transformista reía, convencido de que había elegido al alma adecuada. Ya no aguantaba más. Salió disparado hacia el cuerpo y se arrodilló a su lado.

-Eh, Susana. Por favor. Dime que me oyes. No quise hacerte todo ese daño. ¡Lo sabes!, no puedes dejar a Isa, a Amalia ni a la Escuela del Dragón. Por favor... -suplicaba, susurrando en su oído, sacudiéndola con cuidado, mientras el ser, divertido, observaba- ...No puedes dejarme a mí... -terminó.

-Qué iluso eres, niño. Pero eres fuerte. Harás un buen servicio, créeme.

-¿En serio? -ahora era la voz de Álex la que sonaba como pedazos de hielo clavándose en la piel-. Creo que van a ser tus cenizas las que hagan un buen servicio a los gusanos.

Soltó la última frase con desprecio y se lanzó encima del Transformista. Cuando lo tocó, todo su cuerpo estaba ya envuelto en llamas. Convertía en polvo al ser, mientras que éste retorcía su corazón con hechizos y musitaba que la chica moriría también.

***


Abrió los ojos y pestañeó durante unos momentos. Solo veía remolinos de colores. De golpe, cayó. Tenía delante a la chillona. De ahí tanto colorín. A su lado se encontraba Amalia, una señora algo mayor que no conocía y... Susana.

-¡MIRAD, YA SE HA DESPERTADO! -gritó Isa.

-Shh -replicó la señora-. Ya está lo suficientemente dañado como para que ahora lo dejes sordo, Isabela.

-Has acabado con ese maldito Transformista. Susana se despertó mientras peleabais y te trajo aquí. Ella no murió, porque una pequeña parte de su alma no estaba conectada con el Transformista. Dijo que oyó unas voces antes de despertar. Le pedían que volviese, y simplemente, obedeció -relató Amalia. Por alguna razón, Susana parecía muda.

-Eso casi da igual ahora. ¿Que tal estás, hijo? -preguntó la supuesta profesora dirigiéndose a Álex

Éste ya no sabía si la voz iba a responderle. Trató de mover los brazos, y no pudo.

-Bueno, mejor. Pero sería perfecto si pudiese moverme -comentó.

Lo miraron con cara de pena.

-No puedes -le contó entonces Amalia-. El esfuerzo que hiciste en La Jaula casi hace pedacitos tu alma. Y tampoco creas que tu cuerpo ha salido muy bien parado. Hemos intentado ayudarte, pero es complicado...

Entonces el chico comenzó a notar punzadas por todo el cuerpo. Se miró lo que alcanzaba a divisar. Sus manos estaban en parte quemadas, aunque parecía que habían pasado quince días desde que se había causado la quemadura. Sus brazos tenían numerosos cortes, acompañados también de quemaduras. Isa le trajo un espejo y se fijó en que el pelo se le había oscurecido y sus ojos... ya no eran azules. Habían pasado a ser de un tono marrón verdoso.

-Bueno, tampoco está tan mal... -dijo al fin-. Pero... ¿que  pasa... con... con esto? -preguntó señalando a su pecho.

Se mordieron todas el labio y abrió la boca la que menos esperaba que lo hiciese.

-Que... no puedes darle mucho trabajo -respondió Susana, refiriéndose al corazón.

Los dos se miraron, notando un escalofrío que les recorría toda la espalda.

-Pues ya sabes. No me des muchos disgustos -pidió Álex, con una enorme sonrisa en la cara.

Tras eso, ella le abrazó y las demás se unieron al abrazo (excepto la profesora, que estaba a punto de llorar de la "emoción") en el que se fundieron todos.


FIN

by Cali Axfer

4 comentarios:

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