domingo, 25 de diciembre de 2011

SIGUIENTE CONTINUACIÓN DE LA HISTORIA "HILO ROJO DEL DESTINO" HECHO POR ANGY. W

Hola de nuevo a tod@s!, aquí les traigo la siguiente continuación que se acaba de hilar a esta preciosa historia, creada entre varias socias del club. En esta ocasión, la socia que ha aportado su granito de arena ha sido Angy. W. Luego tendrá que continuarla Nika Neko y después, Gisela.

Primero os dejo el último párrafo escrito hasta ahora y luego, la nueva continuación:

"-Sí, ya veo que tú lo haces -me dijo sonriéndome con aquella preciosa sonrisa que siempre me cautivaba-. Ahora, vámonos que no podemos perder tiempo alguno. No quiero que se haga de noche y estemos en esa casa.

Asentí y preparé mi bolso con mis cosas antes de salir y hacérnos con la moto de Roberto y dirigirnos hacia la casa de su padre. Teníamos que ver si podíamos descubrir al asesino o al menos tachar a alguno de los sospechosos... 

Ivonne"

______________

 
Llegamos al centro de la ciudad en poco tiempo, en ese momento ya ni siquiera me preocupaba la velocidad de Roberto, estaba ya acostumbrada.

—Aquí es —dijo mientras paraba la moto. Miré arriba. Estábamos frente a la Royal Destiny, el edificio más conocido y famoso del lugar, que sobresalía entre las demás construcciones como un gran gigante apuntando al cielo. Esta era una zona adinerada, de “pijos”, como lo llamábamos nosotros, y las calles llenas de luces estaban atestadas de gente. Me bajé poco a poco para observar su inmensidad, intimidante. Ni siquiera en mis mejores sueños podría haber imaginado vivir en un lugar así, parecía estar habitado sólo de gente importante. Demasiado lujoso, demasiado moderno. Sentí un escalofrío.

— ¿Cómo lo haremos para entrar? —le susurré—. Esto debe de estar lleno de cámaras de vigilancia y personal de seguridad.

Roberto se rió con ganas.

—No somos ladrones, Caroline. Sigo siendo el hijo de Lorenzo Di Steffano…y su heredero. Puedo entrar y salir cuando me apetezca.

Sentí la vergüenza subir lentamente por mi cuerpo. Tal vez me había emocionado demasiado. A menudo se me olvidaba quién era en realidad.

Entramos en silencio y Roberto saludó con la cabeza a la mujer del recibidor. Dentro era incluso más impactante que fuera, deslumbrándome. Me encogí. Subimos al ascensor, recubierto de espejos y cristal.

— ¿En qué planta vivía tu padre? —pregunté.

Él sonrió con cansancio.

—El edificio entero es de mi padre. O era.

Dejé que mis ojos se abrieran como platos y mi boca cayera hasta donde se lo pudiese permitir. Sabía que Lorenzo era poderoso, pero eso ya era extremo. ¡Era la Royal Destiny! ¿De verdad tenía tanto dinero? ¿Y…todo eso lo iba a heredar Roberto? No pude evitar sentirme compungida.

Una vez en la última planta, aún tuvimos que subir unas escaleras hasta llegar a la sala de las cintas, restringida. Rápidamente él tecleó algo en unos botones que había en la pared y la puerta se abrió. Cruzamos un pasillo y entramos en la sala.

¿Cómo describir lo que había dentro? Era algo irrealmente futurista, con pantallas y teclados muy avanzados. Parecía sacado de una película. O quizá era simplemente yo, una chica ridículamente normal e insignificante, no muy dada a rodearse de estrafalarias y abrumadoras tecnologías en cámaras protegidas por códigos secretos para descubrir el asesino de un multimillonario. En serio, ¿qué hacía allí? ¿De verdad era real lo que estaba viviendo?

—Pero… —le dije a Roberto mientras él se dirigía a lo que parecía ser el sistema principal— ¿No es un poco absurdo guardar los vídeos de seguridad con contraseña? Es decir, se supone que están para evitar los robos y eso, entonces debería poder verlo el personal y la policía, ¿no?

—Eso sería lo normal —respondió—, pero mi padre no era precisamente un buen hombre. Estaba metido de lleno en asuntos muy sucios y no todo lo que hacía en este lugar era legal. Si estas cintas llegasen a la policía, hubiese sido su fin. Y él era precavido.

Tragué saliva mientras se disponía a insertar el código. No querría para nada ver alguno de esos vídeos, ni por accidente, así que desvié la mirada y me dediqué a observar el lugar. De pronto, Roberto farfulló algo incomprensible. Me giré rápidamente hacia él.

— ¿Qué has dicho?

Él observaba la pantalla incrédulo.

—Imposible —murmuró—. Mierda.

— ¿Qué pasa? —pregunté preocupada, intentando ver qué era lo que le desconcertaba tanto.

—No está, Caroline —me dijo, volviéndose hacia mí con los ojos desorbitados—. El vídeo no está. Alguien las ha borrado. Todas las cintas de las últimas semanas.

Sus palabras chocaron contra mí, implacables y despiadadas. Impotente, me apoyé en la mesa al sentir que las fuerzas me fallaban.

—Pero no puede ser —continuó—. Ni el mejor hacker del mundo podría hacerse con la contraseña, y sin ella es totalmente imposible acceder a los vídeos. Mi padre empleó muchísimo dinero en este sistema.

— ¿Y no hay nadie más que conozca la contraseña? —logré balbucear al cabo de un momento. La cabeza me daba vueltas.

Él se puso en tensión, sus labios en ese momento eran una fina línea. Tardó en responder.

—Sólo cuatro personas.

Aguardé a que continuara.

—Él era precavido, como ya te he dicho, y sabía que estaba en asuntos peligrosos. Por eso sólo ellas la conocen, por si un día le sucedía algo. Una es mi padre, otra soy yo mismo. La tercera…es el jefe de la seguridad privada de mi padre.

—Entonces tal vez él…

Roberto negó con la cabeza.

—Murió hace unos meses, a causa de una bala en el pecho. Ya te he dicho que mi padre estaba metido en asuntos peligrosos —masculló. Se encontraba tan tenso que incluso temblaba.

—Entonces, sólo queda la cuarta —respondí—. Y esa es…

Él bajó de pronto la mirada, dejándose caer en el suelo. Yo me arrodillé enfrente suya, y le puse una mano en el hombro. Ahora sus temblores prácticamente eran espasmos, o tal vez se debiera a que yo también estaba temblando.

— ¿Quién es? —susurré levemente, empezando a sospecharlo. Él levantó la vista. Tras sus ojos verdes había dolor, y juraría que estaban brillantes.

—La cuarta persona… —logró articular— es…

Mi mente formó las palabras al mismo tiempo que él las pronunciaba.

—Es mi madre.

***

Tras permanecer todo el camino de regreso en silencio, nos sentamos al fin en la cama de su habitación. Me tranquilizaba encontrarme en mi ambiente de nuevo, lejos de aquella horrible sala.

— ¿Sabes? —comenzó, con la mirada clavada en el suelo—. No es sólo lo que ha pasado ahora. Mi madre…siempre ha sido un tema en el que he evitado pensar. Es verdad que de vez en cuando me pongo en contacto con ella, pero siempre intento no darle demasiada importancia. Cuando le hablaba por teléfono me hacía el indiferente, era maleducado y descarado, como lo que todavía ahora aparento ser. Quería convencerme a mí mismo de que no me importaba. Quizás en el fondo intentaba hacerla sufrir. Porque un día simplemente se fue, cuando era aún un niño. Durante prácticamente diez años he intentado no culparla, comprenderla. Para conseguirlo, lo único que podía hacer era bloquear mis sentimientos, no pensar en ella, olvidarla. Lo hacía por mí mismo, para no formularme la pregunta que en el fondo siempre ha estado allí, presente en mí, carcomiéndome por dentro. ¿Por qué me dejó con mi padre, por qué me abandonó? ¿Por qué no me llevó con ella? Quería borrarla de mi vida y no seguir sufriendo. Llevaba diez años sin verla, y por fin había comenzado a olvidar su cara. Y entonces, hace unas semanas, apareció de nuevo, sin mostrar nada, absolutamente nada, ni siquiera arrepentimiento, sin darme ninguna explicación, rompiéndome otra vez por dentro. Y ahora ocurre esto. Toda esta situación me deja confuso, sin saber qué pensar, y de nuevo surge la maldita pregunta. ¿Y por qué ha vuelto ahora? No quiero creer que es una asesina —sus labios se elevaron ligeramente en una mueca que pretendía ser una sonrisa. Levantó la vista, dirigiendo sus ojos verdes directamente hacia mí. No había lágrimas, pero sabía que lloraba. En ese momento era tan terriblemente vulnerable que me partió el corazón. Deseé abrazarle más que nunca, pero a la vez tenía miedo de hacerlo—. Supongo que todavía me importa. A pesar de todo, supongo que sigo queriéndola. Si no, no me hubiera torturado de esta forma.

Pasó mucho tiempo antes de que pudiera responderle, y sólo se me ocurrió una tontería descabellada.

—Entonces…pregúntaselo. Ve a Italia y búscala. Pídele que te aclare todo esto, que te lo cuente todo…y pregúntale el porqué. Solo ella puede responder tu pregunta.

Él me observó con los ojos muy abiertos. Poco a poco, en su cara fue formándose una expresión decidida.

—Sólo si tú vienes conmigo.

5 comentarios :

Déborah F. Muñoz dijo...

a esta historia ya le queda poco para llegar al desenlace

Mari dijo...

Me he quedado impactada al ver que aparece la madre de Roberto y que es la única persona que quedada en la historia que puede ser la culpable.

Me encanta como va

Besos guapa
Muakkkkkkkkkkkkkkkkkk

Lulai Leo dijo...

Guau... va llegando al final... Que emocion!!!!

Raquel Campos dijo...

Me encanta como va quedando la historia, ¿Qué pasará con la madre? Está muy interesante, estoy deseando leer más. besos y felices fiestas.

Nina Benedetta dijo...

Hola Dulcecita, este comentario no es necesario que lo publiques, es para aclarar lo de Hilo Rojo... cuando me comentaste que había un error me quedé así de O.o nooo!!?
Pero aún me queda la duda, y es que al volver a leer el relato de Angy w. me encuentro con este párrafo:

Tras permanecer todo el camino de regreso en silencio, nos sentamos al fin en la cama de su habitación. Me tranquilizaba encontrarme en mi ambiente de nuevo, lejos de aquella horrible sala.
´????

Mil gracias por la atención y por responder tan pronto!!! ^^