jueves, 1 de diciembre de 2011

RELATO Nº 15 PARA LA ANTOLOGÍA NAVIDEÑA (Paranormal) By Iris Martinaya

Prohibido Amarte
                                                                        


¡Un Tospu! el grito de su padre hizo temblar las paredes, tal y como temía Melinda que pasara cuando se enterara del secreto que tan celosamente había guardado durante las pasadas semanas—.  ¡La sangre de los Omaty no se mezcla con la de los Tospu! bramó. Su furia iba en aumento—. Te prohíbo que vuelvas a verlo la retó. ¡Maldito hijo de perra!, ¡¿cómo se ha atrevido si quiera ese apestoso a poner los ojos en mi hija?!. ¿Y tú…? apretó los puños con fuerza y Melinda vio con horror como empezaba a asomar una garra donde antes estuvieron sus dedos. ¿Estaba su padre apunto de perder el control, de golpearla?. Su hermana se había puesto furiosa cuando la encontró intentando traspasar los límites del campamento, y la había llevado casi a rastras de vuelta a casa. ¿Acaso no te he enseñado nada? Donovan Omaty era imponente, pero Donovan Omaty furioso, era…. ¡Tenemos reglas! informó inútilmente, golpeando la mesa ante la que Melinda había sido ordenada a sentarse. Ella sabía muy bien cuales eran esas reglas, la mayoría para las hembras, los machos no necesitaban que se les guiara o se les ordenara.  Todos los machos Omaty sabían bien donde estaba su sitio. Quiso aullar por la injusticia, pero como siempre, mantuvo la mirada baja y actitud sumisa.  Si eres una mujer, miembro de un clan, de un clan de lobos, si vives en una remota montaña protegida cual princesa en su castillo, debes conocer tres reglas básicas: no salir jamás, y mucho menos sola,  de los límites del territorio de tu clan,  no desobedecer al macho alfa, y la más importante, odiar a los Tospu, el clan rival.
Y ella había llevado a rajatabla esas reglas, hasta hacía tres semanas. Había obedecido a su padre, su alfa, había permanecido siempre cerca de los suyos, y, había odiado a los Tospu; hasta que lo vio a él.
No supo como pasó, estaba distraída, o quizá el destino la llevó hasta allí, se dijo. Su madre siempre había creído en el destino, recordó.  Su hermana mayor, Kate,  siempre le estaba diciendo lo mucho que se parecía a ella, que era igual de soñadora e ilusa, solía añadir con ironía. Ella  había muerto hacía algunos años, nunca le habían contado como. Lo único que sabía era que su padre cargaba desde entonces con la amargura y apatía de la que hacía gala en estos momentos. ¿Y que habían hecho los Tospu para que él ordenara a todo su clan que los odiara?. Tampoco lo sabía, y si alguno en la manada conocía el motivo, de eso no se hablaba, al menos no en presencia de las hijas del alfa.
¿Me has oído? —la voz de su padre la sacó de su ensimismamiento. No volverás a verle. No sé como has osado a… ¡Pero no volverás a poner un pie fuera de esta casa, hasta que estés apareada con un macho de tu propio clan! respiró varias veces, tratando de apaciguar al lobo. Ahora vete donde no pueda verte, y reza para que ese desgraciado Tospu no se atreva a venir a reclamarte.
Melinda se levantó despacio, abatida, sintiendo más que nunca la necesidad de su compañero, que tiraba de ella a través de la marca que ocultaba el cuello alto de su jersey.  ¿Cómo había podido soñar si quiera que pudiera ser posible…?.
Papá… quería decir lo siento, quería borrar esa decepción de su mirada, quería… Pero, ¿acaso podía arrancarse el corazón?.
¡Vete!.

***

Esto nos va a traer problemas, lo sabes dijo Tyler.
Lo sé asintió Daron.
La preocupación apenas le dejaba respirar. Melinda no había aparecido a su cita diaria  y sabía muy bien a que se debía.
Te lo advertí Daron. No me gusta tener que decírtelo, pero, estaba cantado que la descubrirían y cuando lo hicieran… Daron no quería pensar en ello, no quería ni imaginar que haría Donovan Omaty cuando descubriera que su hija se había entregado a un Tospu.
Tres semanas atrás se habían adentrado más de lo recomendable en el cinturón de terreno que separaba las lindes de los dos clanes, persiguiendo a unos renegados que habían atacado días antes a su clan y, sola, sentada sobre un peñasco, como si nada en el mundo la preocupara más que disfrutar del sol que iluminaba sus facciones, estaba ella, Melinda.
Saltó sobre la roca con el mayor de los sigilos, ella también era una loba, sus sentidos eran tan agudos como los de él y Daron no quería ser descubierto antes de poder observar a la dueña de aquel aroma que ya le tenía extasiado.  Pero ella pareció intuir su presentir su presencia. Giró su rostro hacía él, y, Daron lo supo.  Era ella, su compañera. 
También supo enseguida que estaban en problemas, en graves problemas. Ese mismo día la marcó. No pudo contenerse, no pudo dejarla ir sin imprimir su huella en ella. Necesitaba que Melinda supiera que le pertenecía, que era suya. Suya para adorarla, para amarla, para protegerla.
¿Y que había hecho?, en lugar de llevarla consigo, la había dejado marchar un día tras otro, esperando que el tiempo corriera deprisa y volver a tener sus labios, a escuchar su voz, su risa… 
Sus hermanos le habían advertido lo que podría pasar. Su padre no se había molestado si quiera en opinar, mucho menos había aceptado ir con él a reclamar a su compañera.  Se lavó las manos, recordándole las veces que les había advertido que las hembras Omaty estaban prohibidas para ellos, para cualquiera de los machos de su clan, mucho más las hijas del alfa.
Él había creído que su padre comprendería.  Cuando un macho encuentra  a su compañera, no hay vuelta atrás. No había impedimento, más que la muerte, para separar al macho de su hembra, y así se lo había inculcado desde que no era más que un cachorro, “Cuando encuentres a tu compañera, hijo, agárrate a ella con uñas y dientes, no habrá más que una oportunidad en la vida”.
Somos más, y más fuertes había fanfarroneado Narel cuando supo que Daron había encontrado a su hembra.  Podemos ir allí y robarla para ti. Y quizá a alguna que otra loba más. Dicen que las mujeres Omaty son muy ardientes… había sonreído con picardía. Pero era Narel. No se le podía tomar en serio, tampoco ignorarlo. Era duro como el acero, brutal en la batalla, pero, era Narel.
Daron había pensado que tendría más tiempo. Tiempo para convencer a Melinda de que ya no podrían vivir el uno sin el otro, para convencerla de que lo mejor era que huyese con él, de que se ocultaran hasta que pasara la tormenta que acarrearía su desaparición y después volver, tal vez con un hijo que ablandara a sus clanes, a sus padres, a sus alfas.
Pero ella tenía miedo, no quería decepcionar a su gente, y pensaba inocentemente que podría enternecer a su padre con la fuerza de su amor por él.
Y ahora estaban así, separados, quien sabía por cuanto tiempo. Y el lobo dentro de él rugía y se retorcía. Necesitaba a su compañera, necesitaba su voz calmante, su toque suave. La necesitaba como el aire que respiraba.
¿Qué planes tienes? preguntó Tyler. Daron se encogió de hombros. Era incapaz de pensar más allá de Melinda, de cómo estaría, de si le habrían hecho daño…. Vas a tener que hacerle caso a Narel, por una vez, ese cabeza hueca tiene razón. Tendremos que ir allí  y robarla para ti Daron alzó la mirada que tenía clavada en las láminas de madera del suelo del porche.
¿Harías eso por mí?, ¿me ayudarías a sacarla de allí?.
Eres mi hermano, necesitas a tu compañera. Por supuesto que lo haría, sé que tú también lo harías por mí guardó silencio unos segundos,  faltan dos días para Navidad… La luna será nueva, un nuevo comienzo, una nueva vida…
Iremos esta noche, la ocultaré en las montañas hasta entonces Daron empezaba a recobrar la esperanza. Necesito que convenzas a nuestro padre para que realice la ceremonia cuando llegue el momento Daron empezó recorrer la habitación, pensando en lo que necesitaría llevar, lo que podría necesitar Melinda. Lo que une la luna nueva… murmuró distraído, sin percatarse en que su hermano repetía las mismas palabras-,  no lo separa nadie.
Será una buena unión. Luna nueva y Pascua, tienes todos los ingredientes —le consoló Tyler más tarde, mientras se preparaban para lo que seguramente sería una buena pelea. Daron no quería que Melinda se viera envuelta en ello, pero no le quedaba más remedio si quería tenerla con él. Y Dios sabía lo mucho que la necesitaba a su lado.

***

Melinda hizo lo único que le pedía el cuerpo. Se echó en la cama y lloró. Lloró lo que le parecieron horas, hasta que el cansancio la adormiló. Por ello no notó cuando Kate entró en el cuarto, ni que la observó largo rato antes de hablar con ella.
Mel Kate se echó a su lado. Melinda  se sobresaltó, e inmediatamente recordó que había estado llorando, y que se había quitado el jersey y solo llevaba debajo una fina camiseta. Ocultó el rostro en la almohada, esperando que su hermana la dejara sola de nuevo.  Vamos, no seas niña la zarandeó un poco. ¿Cómo has podido…?. Es un Tospu, Mel, ¿qué esperabas que hiciera nuestro padre?.¿ Qué te diera sus bendiciones, y te enviara con ese…? Melinda no respondió.
Había sido muy ilusa al pensar que los dos clanes podían acabar con su rivalidad.
Vamos, ya se te pasará. Estás rodeada de machos mejores que ese. En cuanto metas algo de sensatez en ésa cabecita ilusa que tienes y aceptes a uno de los nuestros como tu compañero, no recordarás ni quien era ese lobo.
¡Eso no va a pasar nunca! levantó la cabeza de la almohada y el movimiento dejó al descubierto su cuello. ¡No voy a emparejarme con ningún otro hombre!, ¡es a Daron a quien quiero! Kate tenía la mirada clavada en ella, pero no atendía a sus palabras, tenía los ojos fijos en su cuello, en la marca que Melinda había olvidado ocultar.
¡Te ha marcado!, ¡oh Dios, ese bastardo se ha atrevido a marcarte!. ¡Y tú se lo has permitido! Melinda nunca esperó que la reacción de su hermana fuese aún peor que la de su padre. Quiso apartarse de su lado en cuanto vio como la furia distorsionaba sus bellos rasgos, pero fue demasiado tarde. Kate alzó el puño y la golpeó en la cara.
Después de ese primer golpe, su hermana  pareció enloquecer. La cogió por el pelo y la tiró al suelo mientras la llamaba zorra, le propinaba patadas  y le reprochaba una y otra vez el haberlos traicionado. 

***

Era difícil enmascarar el olor de un lobo, más cuando había que ocultárselo a otros de su misma especie. Pero a Daron no le importó jugar un poco sucio para la ocasión.
Él, sus hermanos y algunos otros lobos del clan, “jugaron” con un puma, hasta que lograron que este se metiera en las tierras de los Omaty, provocando una pequeña distracción que les sirvió para colarse sin ser vistos, y, en el fragor de la caza, sin ser olidos.
Solo tendrían que buscar entre todas aquellas construcciones de madera la casa del alfa, y llegarían hasta ella, hasta su compañera.
Daron  barajó  la posibilidad de que Donovan Omaty ocultara a su hija en otro lugar. Si se daba el caso, tendrían que improvisar.  Pero  estaba convencido de que el alfa no sospechaba si quiera la profundidad de los sentimientos que tenía  por su hija, por lo que tampoco esperaría que se presentara a buscarla.
Estaban equivocados. Donovan Omaty, imponente como Daron no lo recordaba,  estaba apostado, tranquilamente,  en el porche delantero de la cabaña. No habían logrado engañarlo con la maniobra del puma.
Esperaba que los  hijos de Aray Tospu jugaran  con más dignidad. El jueguecito del puma… no ha estado nada bien su tono era bajo, apaciguado, pero al igual que ellos no habían logrado ocultar su presencia, él tampoco podía ocultarles la ira que brillaba en sus retinas—. ¿Con quien tengo el honor? Daron dio un paso adelante, flanqueado por sus hermanos a los que les pidió sin palabras que le dejaran hablar.
Daron Tospu se presentó. No queremos causaros problemas, solo… He venido a por ella. No me iré de aquí sin ella recalcó, intentando no parecer hostil. Si podían evitar la refriega…
El alfa soltó una carcajada.
¿De verdad crees que voy a dejar que mi hija ensucie mi sangre con un Tospu? volvió a reír, aunque sin humor. Largaos de aquí antes de que pierda mi buen humor.
No va a ser posible Daron tampoco estaba de humor. Esa hembra es mía la voz no le tembló para reclamarla, y no me iré de aquí sin ella.
Ahh un grito de dolor procedente de la casa rompió la tensa calma. Daron no esperó a que le dieran permiso, se lanzó al interior de la cabaña, y fue  abriendo y cerrando puertas, llamando desesperado  a Melinda. El alfa entró en una habitación al fondo de un largo pasillo. Daron y sus hermanos lo siguieron. 
La escena hizo que los cuatro machos gruñeran. Melinda estaba tirada en el suelo, y sobre ella, otra hembra la inmovilizaba mientras la golpeaba en la cara.
Donovan levantó a la hembra morena en vilo y la abofeteó con fuerza, gritándole en que estaba pensando, que demonios hacía. 
Daron se tiró al suelo,  palpando, frenético el cuerpo de Melinda, en busca de heridas graves. La sangre cubría la mayor parte de  su rostro pálido. Gimió adolorida cuando la alzó en sus brazos.
Shh, estoy contigo, todo va a ir bien la tranquilizó. Sus hermanos le flanquearon. Te llevo a casa.
Será por encima de mí el alfa bloqueó la salida.
Deja que se la lleve, padre la morena les miró igual que si mirara la carroña. La ha marcado El alfa lanzó un gruñido.
No es cierto, lo hubiera olido en ella. Déjala ahora, y os iréis de aquí sin mayor problema  amenazó sin  hacer mucho caso a las palabras de su hija.
¡Lo he visto!, la ha marcado repitió. Donovan se acercó y sin cuidado alguno, movió la cabeza de Melinda  hacía atrás, exponiendo su cuello.
Llévatela dijo con asco cuando pudo ver la marca oscura, su marca. No quiero a esta zorra bajo mi techo, ni entre mi gente Daron dio gracias a Dios por que Melinda estuviera desmayada. Si hubiera visto la mirada de su padre, y si hubiera oído sus palabras…
No sabes lo que dices  le dijo Daron dolido en nombre de su mujer. Pero espero que recapacites, y, si no es así… tú te lo pierdes. 
Sus hermanos no habían dicho una palabra, se habían mantenido al margen, y  dedicado por completo a estar a su lado. Y Daron se lo agradecía y así se lo dijo una vez hubieron dejado las tierras Omaty.
Después de todo, hubiera podido hacerlo solo intentaba aligerar el  tenso ánimo que la escena del cuarto les había dejado. Tyler le apretó el hombro antes de abrirle la puerta del jeep que habían dejado oculto entre los arbustos, fuera de los límites del clan rival—. Tarda mucho en despertar  añadió después de que Narel arrancara y se adentrara en la espesura.
No te preocupes por ella, debe haber sido el shock. Aunque en ese estado, es mejor que la lleves a casa y te olvides del plan inicial. No creo que se encuentre muy cómoda en una fría cueva de piedra. ¿Tú dirás?.
Narel tiene razón secundó Tyler. A juzgar por la facilidad con la que esos machos ignoran a una de los suyos por el  simple hecho de emparejarse con uno de nosotros, no creo que vayan a venir a buscarla. Solo falta ver como lo toma nuestro padre añadió. 

***

Dos días más tarde, aunque Melinda aún estaba dolorida por los golpes, y también dolida en el alma, se encontraban en un claro del bosque, iluminados por la luna nueva de Pascua. Rodeados de muérdago, acompañados por todos los miembros del clan Tospu, que habían acogido a la hembra de Daron como a una más, incluido el alfa, todo estaba preparado para realizar la ceremonia.
La estrella de oriente nos ha guiado hasta aquí susurró Melinda con la mirada perdida en el firmamento.
¿Estás bien? Daron adivinaba su tristeza. Verse rodeada por extraños que ya la querían y protegerían con su vida, era bonito, pero no dejaba de recordarle que su propia sangre le había dado la espalda. Él había intentado contarle todo lo ocurrido, omitiendo los sucios detalles que solo conseguirían herirla. No tenía porque saber del rechazo de su padre, ni  las  palabras envenenadas que le dirigió.
No me arrepiento confesó arrebujándose en su pecho.
Has pagado un alto precio Daron no soportaba sentir su pena. Y la sentía, aunque ella sonreía, aunque parecía feliz, él sabía que su compañera necesitaba del perdón de su padre. ¡Maldita sea! ,¡como si fuera un pecado amar!.
Volvería a pagarlo para estar contigo. Volvería a pagarlo una y otra vez repitió con vehemencia. 
Bueno,  tortolitos la voz guasona de Narel les interrumpió. ¿Va a haber una boda esta noche aquí, o pasaremos la velada contemplando como hacéis manitas?.
Aray se colocó ante ellos en un extremo del círculo  formado por cuatro cirios de colores.
El verde simboliza la tierra, la naturaleza, el hábitat de su especie.  El azul, el firmamento, la luna y las estrellas que  les habían guiado desde tiempos remotos.  El rojo simboliza el amor, el amor indestructible, el vínculo indisoluble que Daron y Melinda forjaban  esta noche. 
Melinda miró a Daron que tenía la mirada clavada en la vela restante. El cirio dorado era el color de la familia, los lazos que se unían esta noche de Navidad  no solo eran entre la hembra y el macho que pronunciaría los votos, sino también entre sus familias.  La de Melinda no solo no estaba presente, sino que despreciaba a la que acababa de adoptarla, de acogerla sin medida, sin condiciones.
No apruebo esta unión sonó una voz familiar a la espalda de los esposos. Los machos Tospu se pusieron en guardia. Melinda se giró.
Su padre estaba solo, aún así le pareció tan fuerte y protector como siempre. Deseó lanzarse a sus brazos, como cuando era niña. Pero se contuvo, aferrando con fuerza la mano de Daron.
Padre, yo…
No, déjame acabar pidió el alfa Omaty. No apruebo esta unión. Pero sé lo importante que es el vínculo que forjáis  esta noche y, quiero daros mi bendición. 
Se acercó al círculo, y aunque lanzó una mirada llena de odio y rencor a Aray, se colocó junto a él y pronunciaron juntos las antiguas  palabras sagradas. 

***

Más tarde, cuando Daron y Melinda fueron uno, Donovan se dirigió a ellos: 
Cuida de tu hembra. Yo no supe hacerlo echó un rápido vistazo a las marcas de los golpes que  Kate le había propinado;  aún eran visibles en el rostro de Melinda.  Después cambió la dirección de su mirada, hasta su vientre.  Espero que la nueva vida que juntos habéis creado os colme de dicha.
Melinda se llevó una mano al estomago. Un reconfortante calor la embargó. Miró a Daron que unió su palma a la de ella,  y los dos supieron que Donovan tenía razón, él o ella ya crecía en su seno.
Mía declaró Daron-. Mía para adorarte.
Mío añadió Melinda  volviendo la mano para apresar los dedos de su macho. Daron sonrió.
¿Cuándo nos comemos el pavo? gritó Narel, y un coro de gruñidos  le secundó.

                                                              


2 comentarios :

Teles dijo...

Magnífico relato, Iris!!! Ya tenía ganas de encontrar un ratito y volver a disfrutar de tus letras!
Un beso gigante
T.

D. C. López dijo...

OMG!, que pedazo de relato más brillante y espectacular!, sin duda alguna, es uno de mis preferidos.

Me ha gustado TODO, la forma de ser narrada, el argumento, el carácter de los personajes, el desenlace... Todo!!!. Te felicito Iris por el brillante trabajo que has hecho!, sabía que eras una buena escritora aunque nunca había tenido el placer de leerte y ahora he comprobado que no estaba equivocada, jejeje, tienes mucho talento!!!.

Así que, sobra decir que estoy muy, muy orgullosa de contar contigo en este proyecto, gracias por hacerlo!!!. Saludos!