viernes, 29 de junio de 2012

203. SELES LÜTZEN

Hola a tod@s!, como ven, antes de que finalice la semana, os traigo a la nueva miembro del club, que es:

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SELES LÜTZEN

Ahora paso a indicaros la Url de su único blog, uno muy bonito:

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAZCYe8SZ56UBpfO1Cx9CRgdX1pYs3zwOUWEl3NZKFeDA1d6qXfvjvaBlc17QTQ2UtRw6klSkzInzeHKaFbol56-IjnrqiWS3jnfRGScDmCKFzBSW18LYRzgsbRkjn4ttXUIHJYxRfijQ/s1600/cabecera.png


Decirles que allí publica algunos textos, escritos reflexivos, como va con sus proyectos literarios y audiovisuales, y una blog-novela. La misma está siendo publicada todos los viernes y posiblemente, esté finalizada para mediados de Septiembre, y es la siguiente:

"Sueños Entre Pesadillas"

Aquí os dejo un pequeño adelanto...

Abrí los ojos, y parpadeé un par de veces, algo mareada y con un leve dolor de cabeza.

Lo primero que vi fue el techo blanco de mi habitación. Ya era de día, y me tocaba madrugar, como todos los días de instituto. Y, claro está, me daba pereza incorporar mi cuerpo, así que decidí quedarme unos minutos más haciéndome la remolona en la cama.

Pero miré el reloj que había en mi mesita de color madera claro, y me levanté casi sin ganas. Me observé a mí misma en el espejo rectangular de cuerpo entero que tenía en mi habitación, cerca de la puerta. No estaba precisamente mona, y menos recién levantada.

Tenía el pelo encrespado, con ciertos bucles desordenados. El tono castaño claro estaba algo apagado y casi sin brillo. No me gustaba como me quedaba.

Me contemplé el cuerpo casi sin darme cuenta. Cuando recuperé el dominio de mi conciencia, pude ver que mi camisón negro estaba desgastado, y lo mejor que podía hacer era ponerlo a lavar y pedirle a mi madre que arreglara una costura rota que había detectado en él. Estaba en mi costado izquierdo.

Me rasqué un poco la cabeza. Ésta mañana estaba preocupada por mí, sin saber muy bien por qué, e hice lo que siempre hago cuando no sé cuál es mi estado de ánimo.

Me fijé en mis ojos. Ahora mismo tenían un tono azulado, como tristes… en el fondo algo en mi pecho se removió. ¿Por qué debería de estar triste?

No tenía ningún motivo aparente. Por muy fea que estuviera, yo no estaba como para sentir estas incontrolables ganas de llorar. No sabía nada sobre lo que me pasaba, sólo…

Sólo que él se iba a ir.

Sí, eso debía de ser. Como él se iba a ir, yo tenía que estar así, amargada por su marcha. K, mi mejor amigo, se iba a marchar de la ciudad, para poder estudiar en otro sitio mejor y vivir en un lugar diferente. Quería hacerlo, y yo no debía retenerlo, como lo hacían otros amigos suyos, porque ante todo, debía respetar su decisión.

No, si él quiere irse, no es para nada asunto mío. No podía hacer otra cosa aparte de dejar que hiciera lo que él viera conveniente…

Espera un momento, ¿por qué lloraba? ¡¡Ya estaba todo decidido!! Estaba todo claro. Se iba a ir, punto y final. No podía ponerme triste sólo por eso. No podía, me negaba en rotundo.

Sacudí la cabeza. Me volví para mirar el reloj de mi mesita de noche otra vez. Sería mejor que me diera prisa, porque si seguía con esos absurdos pensamientos, llegaría tarde a clase. Últimamente me quedaba demasiado ensimismada pensando en mis cosas y en mi mundo. ¡Ésta vez no iba a llegar tarde!


Y próximamente se publicará:

"Lágrimas Gemelas"


Prólogo
Poeta y poeta.
Meras almas en pena. Almas que se dejan llevar por la locura de vivir en tinieblas.
-Te dejo –Sus palabras hicieron eco en la cabeza de la muchacha, que miraba el suelo como si hubiese en él alguna respuesta que ofrecerle a su emisor.
Sin embargo, por mucho que buscase, no encontraba nada. Habían escrito juntos tantas historias, habían estado en tantas adversidades al pie del cañón, que toda esa escena parecía ser de una historia. Una trágica escena digno de un final inundado de lágrimas.
-Pero… ¿por qué? –Pudo decir, con un hilo de voz
Poeta y poeta.
Él la mira. Ella le mira. Uno piensa y otro escucha. Ambos olvidan el pasado, y centran sus sentidos en el momento en el que sus versos carecen de sentido y belleza.
-No sé lo que siento por ti. No es amor, ni tampoco indiferencia, por ello creo que lo mejor es que nos separemos, y que ni tan siquiera nos crucemos durante un tiempo.
Ella sacudió la cabeza, sin comprender lo que oía.
-¿Y todos esos versos? ¿Y todas tus palabras de amor? ¿Y todos esos mensajes? ¿Y toda esa muestra de amor durante meses?
No podía mirarla a la cara. Darle respuestas a esas preguntas eran, cuanto menos, irrelevante. ¿Qué importaba ahora qué quería decir cada poema compuesto para ella? Cualquier palabra que saliera de sus labios sólo servía para alimentar más el dolor en el alma de quien fue, durante unos meses, su compañera de viaje y pasiones estampadas en la cama y en papel.
Le había hecho demasiado daño en los últimos tiempos, ignorándola y tratándola como bien le daba la gana. Eso no era vida para nadie, y por muy narcisista que pudiera llegar a ser, no le deseaba a nadie el trato que le había dedicado a la muchacha en los últimos dos meses, donde el amor, anteriormente procesado, se había quedado en un pretérito difuso.
Intentó contemplar sus ojos. Ella no lo merecía, no después de haberle tratado con todo el cariño y respeto del mundo. Le tenía demasiado aprecio como para permitir que sufriera.
Pero no el suficiente como para continuar a su lado como novio.
Por ello, solo pudo decir:
-Lo siento.
Poeta y poeta.
Tan parecidos, y a la vez tan diferentes. Uno calla entre tristezas y soledades de humo, y otro en busca de la felicidad para alimentar el alma vacía de un ser etéreo para el mundo. Ambos, sin darse cuenta, estaban vinculados por el destino. Sin embargo, el caprichoso sino decidió separar sus historias antes de tiempo.
Porque, de forma acelerada, uno de los dos había conseguido arrebatarle su poder y pluma, y darle una copia de sí mismo en forma de ojos apagados.
Se dio la vuelta, y comenzó a caminar, sin esperar que ella le dijera nada.
Aun así, ella gritó.
-¡Imbécil! ¡Idiota! ¿¡Quién crees que eres para hacerme esto!? ¿¡POR QUÉ NARICES HAS TENIDO QUE HACERME ESTO!? ¡¡Te dije que no estuvieras conmigo si no me amabas!! ¡¡Te dije que me enamoraría!! ¡¡TE DIJE QUE ME VOLVERÍA LOCA SI ME DEJABAS!!
A cada paso, los gritos se iban transformando en susurros, hasta acabar en simples murmullos inaudibles. No quería correr, ni tampoco acercarse a ella para consolarla. En el fondo, ni sabía lo que quería.
Ni siquiera le había dado unos motivos por los que la había dejado, y no estaba dispuesto a ver a una mujer despechada por él. Estaba harto de verlas a todas igual, y cansado de buscar palabras bonitas, que servían de tiritas de caída rápida.
Ella, por su parte, siguió gritando, con la esperanza de que recapacitase, pero fue en vano. Ni apareció al estilo de príncipe azul, ni tan siquiera se peleó con ella por montar un espectáculo innecesario.
Nada. Vacío.
Poeta y poeta.
Destinados a participar en una guerra fría etérea y real. Algo que, sin creer que sea posible,  marcará una etapa de sus vidas.

3 comentarios :

Lourdes dijo...

¡Bienvenida Seles!

Anónimo dijo...

Bienvenida Seles!! ya mismo estoy pasando por tu blog. ^^

Grisel R. Núñez dijo...

últimamante he estado desconectada, por irme de vacaciones... pero, que sepas que te doy la bienvenida y que te sigo.

Un beso grande.