Aquí les dejo el tercer relato nacido del nuevo reto organizado en el club, hecho por nuestra compi Patricia O (Patokata):
AVERIGUALO POR TI MISMA
La mujer, que lucia un vestido rojo ceñido al cuerpo, caminaba con paso seguro y sensual. Llevaba una carterita de cuero colgada del brazo, quizá tan cara como toda la indumentaria y las joyas que llevaba encima. Mientras ingresaba al lujoso hotel miraba a los lados con indiferencia. Los movimientos de su cuerpo de curvas perfectas atraían la atención de los presentes.
Cuando llegó al mostrador de recepción, se quito los lentes oscuros, dejando ver unos ojos color miel, que remarcaban las facciones delicadas y atrayentes de su rostro y de su piel canela; y que hacían juego con el tono castaño del cabello, recogido en un elaborado rodete de donde escapaban algunos rizos rebeldes.
En el hotel ya todos estaban enterados de su llegada. Lorenzo, el distinguido dueño, quien gozaba de una dudosa reputación que lo había llevado al estatus donde se encontraba, no se perdía un solo movimiento de la recién llegada.
Desde su amplia oficina, ubicada en la planta alta, y mientras fumaba un habano, podía ver todo lo que sucedía en el prestigioso lugar gracias al ventanal disimulado tras un espejo. Lorein era su mejor cliente, una mujer muy apetecible y a la que siempre le había tenido ganas; pero a él le gustaba que las mujeres lo buscaran, y ella siempre fue muy difícil.
Si bien Lorenzo ya tenía cincuenta años, era un tipo muy bien parecido y con fama de ser muy complaciente en la cama; más allá de la influencia y los millones que poseía, además de la cadena de hoteles de la que era dueño. Tenía a todas las mujeres que quería, pero a él le gustaba ella, de la que ya se había encargado de averiguar todo. Sabía que acababa de cumplir veintisiete años y que era viuda. Al parecer, su marido había muerto un par de meses atrás en un trágico accidente automovilístico; ella, como única heredera, se hizo cargo de su puesto en una firma multinacional muy reconocida, en la cual ambos eran accionistas mayoritarios.
En recepción, la mujer firmó el libro de ingresos y tomó su llave, pero no se retiró de inmediato; le dijo algo al recepcionista y enfiló hacía el restaurante del hotel. Lorenzo se mojo los labios con la lengua cuando la vio irse, moviendo su trasero de esa manera tan provocativa que solo ella sabía.
Levantó el teléfono y vio al empleado de recepción tomar la llamada.
―Quiero que me mantengas al tanto de todos los movimientos de la señora Bellis.
El muchacho, levantó la vista e hizo un movimiento afirmativo con la cabeza hacía el gran espejo de la planta alta.
Ya era la hora del almuerzo, y en la tarde tendría una importante reunión con un distinguido cliente; debía alistarse y salir. Se dirigió a su pent-house, ubicado en el último piso del hotel, sobre la suite presidencial; allí, volvió a servirse un trago y se fue quitando la ropa a medida que paseaba por el amplio apartamento.
Cuando se terminó de desnudar, se paró frente al espejo y se contempló. La madurez lo había vuelto más atrayente e interesante; por naturaleza poseía un cuerpo atlético pero, aun así, hacía sus visitas diarias al gimnasio. Todo estaba en su lugar y bien distribuido. Se pasó la mano por el pecho, acariciando algunos vellos aun castaños sobre una piel bronceada, salpicada de pecas. Sus labios, expresivos y sensuales, se curvaron en una sonrisa picarona; acompañados por el brillo de sus ojos verdosos, que lo miraban con las cejas enarcadas en una expresión de aprobación.
No podía quejarse, aun conservaba la misma cantidad de cabello que en la juventud, aunque su tono castaño estaba salpicado por algunas hebras plateadas, especialmente en la zona de las sienes.
El sonido insistente del teléfono lo sacó de su ensimismamiento.
―¿Conoces a su acompañante?
―……
―Muy bien. En unos minutos bajo.
«Parece que la damita necesitaba un poco de diversión. No ha perdido el tiempo y ya se ha conseguido un gigoló», pensó, mientras se afeitaba, antes de tomar una ducha.
―Lorenzo ―le susurró a su imagen en el espejo―, ya va siendo hora de que pongas manos a la obra; si no quieres que venga otro y te saque del jugo.
Se dedicó una sonrisa, que dejó ver una bien cuidada hilera de blancos dientes, y se metió bajo la regadera.
A los pocos minutos entraba en el restaurante, con su impecable traje Armani en un tono blanco que resaltaba su bronceado y su atlético porte. Todas las miradas se volvieron hacía él, incluso la de Lorein, que lo miró por sobre el borde de la copa de vino que estaba degustando. Lorenzo, la recorrió de los pies a la cabeza y se detuvo en esas piernas cruzadas, que permitían imaginar el resto de su cuerpo como una visión muy prometedora.
El acompañante de la mujer, un hombre de unos veintisiete años, atlético, enfundado en un traje negro de última moda, de piel bronceada y ojos azules intensos, le dijo algo al oído y ella le sonrió de forma provocativa. Al instante el hombre se levantó, abotonó su chaqueta y salió caminando con paso tranquilo.
Ella quedó allí, saboreando el vino de su copa y sonriendo con satisfacción.
Lorenzo, que no se había perdido nada, hizo un imperceptible movimiento de cabeza a uno de los gorilas apostado a los lados de la barra del restaurante. Aquel salió sin despertar sospechas. Minutos después, él fue detrás.
Cuando entró a la habitación destinada a Lorein, ya sus hombres se habían encargado de amordazar al gigoló, que fue sorprendido mientras esperaba a su conquista, desnudo por completo y pronto para el asalto cuerpo a cuerpo.
―Muy bien, amiguito―dijo, quitándole la venda de los ojos―. Tienes dos opciones, tú eliges ―Le señaló el fajo de billetes y el arma que descansaba sobre la mesa ratona―. ¿Y bien? ―El hombre, observó lo que le mostraba y lo miró con una mueca de desprecio; luego, sonrió de forma cínica ―. Te quiero fuera de mi hotel en menos de lo que canta un gallo ―ordenó, Lorenzo. Luego, giró sobre sus talones y se dirigió al restaurante con las manos metidas en los bolsillos de su elegante pantalón.
―¿Puedo?―se dirigió a Lorein, que lo miró con esos ojos almendrados que le prometían el cielo. Sin esperar respuesta se sentó frente a ella ―. Luces tan hermosa como siempre ―susurró, con su mejor sonrisa, al tiempo que la recorría de los pies a la cabeza. Al instante, su expresión se tornó seria, se cruzó de piernas y encendió otro habano; allí no se podía fumar, pero él era el dueño―. Lamento informarte que tu joven pretendiente se vio en el apuro de tener que abandonar el hotel. Me pidió que te dejara sus saludos ―le informó, en tono burlón, sin abandonar su risa sarcástica.
Lorein no pareció asombrarse, por el contrario, sonrió y se mordió el labio inferior.
―Vaya, hasta que por fin reaccionaste―dijo, con una voz muy melosa―. ¿Qué era lo que te detenía; mi edad ó mi condición de viuda? ―preguntó, sin dejar de saborear de la copa que tenía en la mano. Lorenzo solo la observaba con deseo, sin responderle, con una sonrisa en su atractivo rostro ―. Prefiero pensar que fue por lo segundo, pues he oído por ahí de tu buen desempeño en la cama.
Su voz se oía muy sensual y provocativa; sonrió, al tiempo que se humedecía los rojos labios con la lengua.
―Puedes averiguarlo por ti misma, cuando gustes ―la invitó, mirándo sus ojos de forma intensa.
Antes de retirarse, y en un movimiento imperceptible, dejo sobre la mesa la tarjeta de acceso a su pent-house. Ella, lo siguió con la mirada y luego tomó la tarjeta. Una sonrisa se dibujó en sus labios y sus ojos brillaron, la noche se veía muy prometedora.
FIN
6 comentarios :
Estupendo relato del reto!!!
Me ha gustado mucho!!! Enhorabuena!!!!
Hola, te dejo mi blog, en breve publicaré mi primera novela en amazon
http://sabelaknight.blogspot.com.es/
ahi sale el primer capítulo, agradecería lo pusieras en tu blog, mil gracias
Me gustó un montón!!!
Voy a ver si sale algo y participo en el reto ^^
Un beso, Dulce!
Qué lindo Lorenzo!! Jajaja, tremendo, mira con los hombres que nos sale esta niña :-P
Muy buen relato, Pato!!
Besos, Dulce!!
Un relato muy muy sensual, del que te quedas con ganas de leer más. Ay ese Lorenzo, no ya por tener pasta, sino por como es, jejeje!
Muy buen relato.
Besos!
Gracias chicas, me alegra que les guste. Terrible Lorenzo, ehh??? jeje
Besitos
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