PARTE XIX
—Lady Diana, ¿de nuevo os he de decir que soy vuestro amo y que puedo hacer con vos lo que me plazca? —le preguntó tranquilamente, mientras comenzaba a caminar en su dirección con parsimonia—. Creí que anoche os dejé bien claro quién es el que manda aquí —añadió mientras sonreía con ironía— Pero por lo que veo, no fui lo suficientemente explícito, y por ello, me veré obligado a explicároslo de nuevo.
PARTE I
Suspiró con resignación mientras se decía que al menos el tortuoso viaje al fin había acabado y que dentro de poco estaría dentro de aquellos muros de piedra, resguardada del clima otoñal. Por lo menos Diana esperaba que así fuera, aunque había muchas posibilidades de que allí dentro le reparase un destino aún peor que la suerte que hasta ahora había tenido. Pues desde que despertó en aquél desconocido bosque horas atrás, todo había ido cuesta arriba. No solamente había viajado en el tiempo, sino que además había sido secuestrada por un traficante de esclavos y ahora mismo iba a ser vendida al mejor postor.
PARTE X
PARTE XXIII
Sin poder evitarlo, Diana buscó la fuente de aquella masculina voz, y pronto la encontró. Pertenecía a un apuesto espécimen de hombre, con espaldas y hombros anchos, constitución atlética, rasgos bien marcados en aquél precioso rostro de mandíbula cuadrada y con una melena negra azabache tan larga que le rozaba los hombros. No pudo comprobar de qué color eran sus ojos, pues había bastante distancia entre ellos. Pero aún así, lo poco que podía ver de él desde su posición, le pareció insuficiente. Por alguna extraña razón, ansiaba verlo más de cerca y deleitarse con su belleza salvaje.
PARTE X
Él, como el señor del castillo y teniendo a su disposición al menos media docena de hermosas mujeres, jamás había tenido problemas para desfogarse en cuanto sentía la imperiosa necesidad de fornicar. Normalmente solo se excitaba cuando alguna de ellas se presentaban ante él, con aquellas túnicas hechas expresamente para seducirlo, pero nunca lo hacía cuando las evocaba en su mente, ecepto con esta hembra que acababa de conocer... "Quizás es por la novedad", se dijo Julen, "a todo el mundo le atrae las cosas nuevas" volvió a decirse, intentado encontrar explicación alguna a su extraña obsesión. "Sea la razón que sea, esta noche la haré mía y seguro que, después de probarla y dejar mi huella en ella y hartarme de su sabor, terminará esta fijación que siento", se dijo en un intento de convencerse así mismo.
Sin pensárselo dos veces, aprovechó que Julen les había dado las espaldas, para arremeter contra él y tirarlo al piso. Sus intenciones eran dejarlo caos durante un tiempo, y lo consiguió, pues nada más caer Lord Braine hacía delante, se golpeó la sien contra la esquina de la mesa, perdiendo así el conocimiento.
—Pero mi lady, ¡¿que habéis hecho?! —preguntó el estupefacto mozo de cuadra, mientras se lanzaba de rodillas al suelo y comprobaba que su señor aún respiraba—. ¡Menos mal que aún sigue con vida!, aunque su respiración es irregular, su pulso late estable —le informó mientras suspiraba de alivio y se ponía en pie.
PARTE VI
PARTE VI
Sin poder evitarlo, Diana buscó la fuente de aquella masculina voz, y pronto la encontró. Pertenecía a un apuesto espécimen de hombre, con espaldas y hombros anchos, constitución atlética, rasgos bien marcados en aquél precioso rostro de mandíbula cuadrada y con una melena negra azabache tan larga que le rozaba los hombros. No pudo comprobar de qué color eran sus ojos, pues había bastante distancia entre ellos. Pero aún así, lo poco que podía ver de él desde su posición, le pareció insuficiente. Por alguna extraña razón, ansiaba verlo más de cerca y deleitarse con su belleza salvaje.
3 comentarios :
Madre mía, ¡qué buena pinta!
Me voy a pasar a cotillear^^
Un besazo:)
Voy a leerla en cuanto pueda!!!
Cuando la continuas :(?! Por cierto enhorabuena por este increíble blog! De momento no empezaré con ningun libro asta no terminar destinada a ser tu esclava.un beso
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