¿Qué mejor regalo para este gran día que la novela juvenil, "Hilo Rojo Del Destino", escrita entre varias socias del club?
Argumento:
Dicen que los polos opuestos se atraen…
Caroline es una chica normal,
una estudiante ejemplar que prefiere no meterse en líos y llevar una
vida tranquila.
Roberto es el típico chico malo, el rebelde que pasa de
todo y hace lo que le da la gana. Ambos se conocen el primer día de
instituto, en un encuentro no demasiado agradable… para descubrir
después que son vecinos.
Éste será el inicio de una auténtica historia
de amor, un amor que superará cualquier barrera y prejuicio
demostrándonos que nada es lo que parece, y que se enfrentará con un
oscuro pasado que podría regresar de nuevo para atormentar a los
protagonistas.
Dos personas totalmente distintas que estaban unidas por
el Hilo Rojo del Destino…
¿Te atreves a conocer su historia?
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Razones para leerla:
1ª Razón (hada Fitipaldi):
—Mirad chicos, teníamos una espectadora —el ganador me señaló con el dedo, se paró junto a mí unos instantes, y me miró de arriba a abajo, deteniendo la vista en mi pecho—. Parece que ese sujetador que llevas te está apretando un poco esos preciosos pechos que tienes. Si quieres me ofrezco voluntario para liberar esa tensión —como me pilló tan de sorpresa, mi reacción instantánea fue ruborizarme hasta parecer un semáforo en rojo. Antes de que pudiera replicarle, siguió diciendo—: Mm, me encantan las chicas que se ponen rojas como si fueran fresones —esta vez se acercó un poco más a mí, y me miró directamente a los ojos—. Dan ganas de lamerlas de arriba abajo hasta que exploten.
—¡Imbécil! ¡Sinvergüenza! —las palabras salieron sin yo ser consciente de las mismas—. Le voy a decir al director ahora mismo que competían en el aparcamiento del instituto. Dime tu nombre —se oyeron abucheos por parte de sus amigos e incluso pude ver expresiones amenazadoras. El chico intentó calmar los ánimos haciéndoles gestos con las manos, y soltó una risilla tan irritante como encantadora.
—Roberto, nena —dijo arrastrando las palabras, como si quisiera darles énfasis—. Recuérdame como el tío que quiere curar con su lengua todas las zonas rojas de tu cuerpo —y con esas últimas palabras y un guiño de ojo se despidió de mí, no sin antes ver mi dedo corazón delante de sus narices. ¡Vaya engreído, maleducado y cobarde! Ni siquiera me había dado su apellido para ir con el cuento al director. Aunque me pondría a indagar en seguida.
—Mirad chicos, teníamos una espectadora —el ganador me señaló con el dedo, se paró junto a mí unos instantes, y me miró de arriba a abajo, deteniendo la vista en mi pecho—. Parece que ese sujetador que llevas te está apretando un poco esos preciosos pechos que tienes. Si quieres me ofrezco voluntario para liberar esa tensión —como me pilló tan de sorpresa, mi reacción instantánea fue ruborizarme hasta parecer un semáforo en rojo. Antes de que pudiera replicarle, siguió diciendo—: Mm, me encantan las chicas que se ponen rojas como si fueran fresones —esta vez se acercó un poco más a mí, y me miró directamente a los ojos—. Dan ganas de lamerlas de arriba abajo hasta que exploten.
—¡Imbécil! ¡Sinvergüenza! —las palabras salieron sin yo ser consciente de las mismas—. Le voy a decir al director ahora mismo que competían en el aparcamiento del instituto. Dime tu nombre —se oyeron abucheos por parte de sus amigos e incluso pude ver expresiones amenazadoras. El chico intentó calmar los ánimos haciéndoles gestos con las manos, y soltó una risilla tan irritante como encantadora.
—Roberto, nena —dijo arrastrando las palabras, como si quisiera darles énfasis—. Recuérdame como el tío que quiere curar con su lengua todas las zonas rojas de tu cuerpo —y con esas últimas palabras y un guiño de ojo se despidió de mí, no sin antes ver mi dedo corazón delante de sus narices. ¡Vaya engreído, maleducado y cobarde! Ni siquiera me había dado su apellido para ir con el cuento al director. Aunque me pondría a indagar en seguida.
2ª Razón (Nadia S. y D. C. López):
Cerré los ojos con fuerza pero pude sentir su piel rozar la mía, erizándose al contacto. Sentí su aliento en mi oído y un leve, pero incontrolable suspiro se escapó de mi boca.
—Apuesto que ese imbécil jamás podría sacarte ese suspiro, nena.
No lo ponía en duda. Michael jamás me había hecho ser tan consciente de mi condición sexual cómo él me hacía sentir en ese momento.
3ª Razón (Mari y Nadia S.):
Cerré los ojos con fuerza pero pude sentir su piel rozar la mía, erizándose al contacto. Sentí su aliento en mi oído y un leve, pero incontrolable suspiro se escapó de mi boca.
—Apuesto que ese imbécil jamás podría sacarte ese suspiro, nena.
No lo ponía en duda. Michael jamás me había hecho ser tan consciente de mi condición sexual cómo él me hacía sentir en ese momento.
3ª Razón (Mari y Nadia S.):
—Vamos a divertirnos un rato, guapa —me susurró pegándome a su cuerpo.
—Suéltame —dije en forma de advertencia, pero al ver que no me soltaba grité—: ¡Suéltame imbécil! —todo pareció causar el efecto contrario en él, puesto que ni me soltó, ni se alejó, sino que me acorraló en la misma pared en que había apagado el cigarro, acercándose peligrosamente a mi boca.
—¡Quieta, guapa!, nos lo vamos a pasar muy bien —susurró con la voz ronca cuando logró acorralarme contra la pared, pese a mi resistencia.
—¡Suéltame! —volví a gritar, zarandándome en un vano intento de soltarme, mientras rogaba que no volviese a hablar, no quería sentir su aliento a cerveza cerca de mí de nuevo.
—Suéltame —dije en forma de advertencia, pero al ver que no me soltaba grité—: ¡Suéltame imbécil! —todo pareció causar el efecto contrario en él, puesto que ni me soltó, ni se alejó, sino que me acorraló en la misma pared en que había apagado el cigarro, acercándose peligrosamente a mi boca.
—¡Quieta, guapa!, nos lo vamos a pasar muy bien —susurró con la voz ronca cuando logró acorralarme contra la pared, pese a mi resistencia.
—¡Suéltame! —volví a gritar, zarandándome en un vano intento de soltarme, mientras rogaba que no volviese a hablar, no quería sentir su aliento a cerveza cerca de mí de nuevo.
4ª Razón (D. C. López):
Su mirada cargada de lujuria contenida se posó descaradamente sobre mis pechos durante un largo segundo antes de desviarla y clavarla en mis ojos. ¿Que tenía todo el mundo con mis senos?, empezaba a sentirme acomplejada...
—Papá, ella es mi vecina, Caroline —dijo con desgana. Se notaba que entre ellos no había buen rollo—. Caroline, él es Lorenzo, mi padre.
Aunque me encontraba incómoda con la situación y sentía mis mejillas arder de vergüenza por encontrarme bajo el escrutinio de aquél descarado hombre, sonreí igualmente y le tendí la mano respetuosamente.
Nota: Se agradece todo tipo de difusión de este lanzamiento, ¡Gracias!
***
Y... porqué no, ¿participar en este super concurso que ha organizado mi hermana en su blog "VidinaLa"?
Finaliza el 16 de este mes, así que... ¡Date prisa y participa!
Más información aquí:
¡Saludos!
4 comentarios :
Desde luego que sería un gran regalo de San Valentín, uno buenísimo. A hacer publi, claro ;)
Besos.
jejeje, bueno, estaría bien que me lo regalaran, jejejeje. Un besazo.
La verdad es que pinta muy bien el libro. Me alegro que Elizabeth nos haya recomendado tu blog.
un besote
Εs unn autentісo placeг lеer articulos tan inteгеsаntеѕ.
Ahhora mіsmo lo voy a ρoѕtear еnmi blоg,
sаludoѕ!!
Feel free to visit my web sіtе - todo par bebé - carritosbebe.org,
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