martes, 21 de febrero de 2012

FINAL DE LA HISTORIA "CAZADA" HECHO POR ANGY. W

Y con este fantástico final, finaliza el reto: Diferentes Versiones De Un Mismo Cuento.

Pero antes de despedirnos de este gran reto, quiero aprovechar la ocasión para agradecerles a las socias que han colaborado en el mismo que lo hicieran y encima, que escribieran tan maravillosos relatos... ¡GRACIAS CHICAS!.

Y ella son mis queridas:

-Déborah F. Muñoz
-Rossiel
-Memetin
-Mircea
-Jonaira (JJ Campagnuolo)
-Athena R.
-Cali Axfer
-Hada Fitipaldi
-Paty C. Marín
-BlogdeJustinAndYou
-Lara Nidea
-PukitChan
-Luz
-Angy. W

Ahora sí, aquí les dejo el final de "Cazada" (comenzado por Hada Fitipaldi y continuado por BlogDeJustinAndYou):


Final de Cazada


Susana se sentó en el sofá del apartamento, inquieta. Darek no volvía, aunque ya era habitual. Últimamente apenas le veía, y mucho menos hablaba con él. El cazador se levantaba muy temprano y se pasaba el día metido en la sala de entrenamiento, o bien cazando criaturas por su cuenta, en solitario. Regresaba muy tarde, y nada más llegar se iba a dormir, exhausto. Así había sido en las últimas semanas.

Susana sabía bien que era una mera vía de escape, su compañero luchaba y entrenaba sin parar hasta el límite, sin permitirse ni un segundo de respiro, hasta quedar tan agotado física y mentalmente que ya no tendría fuerzas para pensar en Claudia.

Estaba preocupada por él, pero en el fondo también le envidiaba. Ella no había encontrado nada tan eficaz para eludir lo obvio, y por ello sólo podía pensar en su amiga y sentirse culpable. Siempre, cada día. Pero, al contrario que Darek, en su caso la culpa sí que era suya. Fue ella la que había insistido en conocer a Álex y la había llevado a su perdición. Ni siquiera podían acusar a Dámen, les faltaban pruebas, y hacerlo implicaba confesar que Claudia era una vampiresa. Si al menos pudieran obtener la poción…

Cerró los ojos, apartando aquellos pensamientos de su mente. Miró el reloj que colgaba de la pared, las cuatro de la madrugada. Se mordió el labio, Darek nunca había regresado tan tarde. ¿Le habría ocurrido algo?

“Calma” —pensó— "Darek es fuerte. Seguro que estará bien"

Aguardó su regreso, acurrucada en el sofá en el salón, a oscuras, y al final se quedó dormida sin darse cuenta.

Un suave golpe en el hombro la despertó. Cuando abrió los ojos, vio que el chico estaba a su lado, pero no pudo ver su expresión debido a la penumbra.

—Darek, qué… —farfulló, incorporándose.

Él le tapó la boca y la levantó con cierta brusquedad.

—Vamos —la instó.

—¿Adónde?

—A salvar a Claudia. Tengo la pócima.

Sin darle tiempo a reaccionar, la empujó hasta la puerta.

—¿Qué? —preguntó ella, desconcertada. Se giró. Él no contestó—. ¿Dónde has estado? ¿Cómo es que tienes la poción?

Entrecerró los ojos. Ahora que se estaba acostumbrando a la oscuridad, podía ver su rostro. Estaba pálido y cansado, parecía haber envejecido de pronto. Su mirada le asustó, conocía a su compañero lo suficiente para saber que había pasado algo, algo que no quería confesar.

—¿Qué ha ocurrido?

—No hay tiempo para explicaciones, Susana. Tenemos que irnos.

—No me pienso mover de aquí hasta que me expliques qué ha pasado.

Él gruñó.

—No te estoy dando a elegir —dijo, sacando un puñal del cinturón—. Necesito tus poderes para detectar al vampiro, pues eres la única que conoce su presencia y puede localizarlo. Y vas a guiarme lo quieras o no.

Se le abrió la boca de la sorpresa. Nunca había visto a Darek así. Pero sabía que iba en serio, así que contuvo sus ganas de replicar y obedeció. Ya le interrogaría más tarde.

—Esta me la pagas, Darek —susurró mientras salían a la calle. No obtuvo respuesta, pero sabía que la había oído.

Cerrando los ojos, respiró el aire puro de la noche, pronto amanecería. Y se centró en su presencia, esa presencia demoníaca que, a su pesar, no había logrado olvidar. Era una energía extraña, difícil de describir, pero que de algún modo la atraía. Suspiró, lo había sentido. No había sido difícil puesto que tampoco se molestaba en ocultarse. Sintió un escalofrío al saber que iba a tener que verlo de nuevo. Álex…

—Está cerca —susurró, concentrándose en el punto exacto donde notaba su esencia—. Sígueme.

Fueron a marcha rápida, ágiles y silenciosos en las calles vacías, compenetrándose a la perfección. Estaban acostumbrados a aquellas expediciones nocturnas. Susana lo guió a un callejón a unas manzanas más allá. Su experiencia como Detectora de seres oscuros le había hecho ver cosas de todo tipo, cosas que desmayarían a una persona normal, pero nada le había preparado para la escena que se encontraron a continuación.

Del lugar emanaba un olor pestilente y el aire era húmedo y pegajoso. Había un bulto en el suelo, que al mirarlo mejor resultó ser un cuerpo. Su ropa estaba desgarrada y estaba lleno de arañazos y heridas. Pero no se le podía ver la cara, ya que la tapaba una maraña de cabellos rubios, pertenecientes a una chica arrodillada a su lado, hundida en su cuello. Detrás, Álex observaba la escena con una siniestra sonrisa de satisfacción.

La mujer levantó la cara, y una expresión de horrorizada estupefacción se dibujó en el rostro blanco de Claudia. Le sobresalían dos enormes colmillos manchados de rojo, y un hilillo de sangre le resbalaba por la barbilla. Susana se quedó tan paralizada como ella, y de pronto sintió enormes ganas de vomitar.

—Vosotros… —balbuceó la vampiresa mientras sentía subirle por el cuello la repentina vergüenza y las ganas de esconderse, como si hubiera hecho algo que no debía y la hubieran pillado. De repente, consciente de sus acciones, la invadieron el miedo, el arrepentimiento y el asco a sí misma—. Lo siento, yo…no, no teníais que haber visto eso, yo…no me quedó más remedio…

Quiso echarse a llorar mientras trataba de justificarse inútilmente y buscar una salida a toda esa pesadilla. 
Bajó la vista sollozando, y emitió un chillido al ver a su víctima, mientras lo apartaba de un golpe. Se había convertido en un monstruo.

Álex caminó hacia la petrificada pareja.

—Vaya… —dijo divertido—. Veo que tenemos público.

—¿Qué…qué le has hecho? —murmuró Darek, lívido.

—¿Yo? Nada. Sólo estaba enseñando a mi pequeña a alimentarse —respondió con una sonrisa maliciosa. Claudia se había tapado la cara con las manos, pero el leve en sus hombros la delataba—. Y lo está haciendo muy bien, debo añadir.

—Hijo de… —soltó Susana, pero Darek ya se había lanzado contra él, con una furia inusitada.

Ambos comenzaron a luchar de forma violenta. Mi compañero golpeaba con fuerza, y Álex a duras penas podía esquivarle. Al sentirse de pronto amenazado, empezó a atacar en serio, tornándose en una feroz batalla.

—¡Susana! —le gritó Darek, lanzándole algo—. ¡La poción!

Ella cogió el frasco en el aire, y se acercó rápidamente a su amiga. Sin embargo, algo pasó rozando su mano antes de que pudiera llegar hasta ella. Si no hubiera sido por sus rápidos reflejos, hubiera reventado el bote. Una flecha se clavó en el suelo. Miró en la dirección de la que provenía. Dámen estaba al final de la callejuela, con la ballesta en una mano, apuntando hacia ellas. El desconcierto inicial y la confusión dieron paso a la furia en Susana. ¡Era el líder de los cazadores! ¿Cómo podía traicionarles de aquella manera? ¿Y por qué? Sintió que las lágrimas de ira se agolpaban en sus ojos. Era tan humillante.

Darek, que había conseguido reducir a Álex, se olvidó de pronto de él girando la cabeza aturdido.

—¡Dámen! ¿¡Por qué?!

Él entrecerró los ojos en una expresión de dolor.

—Porque te amo.

Susana se quedó petrificada ante sus palabras, sintiendo cómo el mundo se detenía.

—Hicimos un trato —siguió farfullando Darek, desesperado—. Cumpliré mi promesa, lo juro. Me entregaré a ti a cambio de la poción. Pero déjala a ella.

—¡Ella! —bramó, fuera de sí—. ¡Todo lo haces por ella! ¡Siempre piensas en ella! ¿¡De qué me sirve tenerte, entonces!? Antes, cuando te fuiste, lo comprendí. ¡Comprendí que tu corazón nunca será mío mientras esa furcia siga viva! —gritó mientras apuntaba la ballesta a una asustada Claudia. La miró con odio—. Pero ahora que eres una vampiresa, nada me impedirá acabar contigo.

—¡No!

Susana se lanzó hacia su amiga y cerró los ojos, preparada para recibir el impacto. Sin embargo, algo la apartó en el último momento, empujándola violentamente hacia el suelo. Se oyó un ruido sordo.  Se giró rápidamente, y un profundo terror la invadió.

—¡Álex! —se levantó rápidamente y corrió hacia él, arrodillándose a su lado. Él jadeaba costosamente, y la herida de la flecha estaba extendiéndose rápidamente en forma de grietas por todo su pecho. La chica sabía que pronto se convertiría en cenizas. Sollozó— ¿¡Por qué lo has hecho?!

Tampoco él mismo estaba muy seguro. Fue un arrebato, una necesidad que sintió en ese momento. Ni siquiera se paró a pensarlo, nada más ver a Susana en peligro fue hacia ella, con una velocidad que sobrepasó la vampírica. Miró a los ojos a aquella chica extraña que le hacía sentir cosas ya olvidadas. Sí, era aún un vampiro joven…

—¿Quién sabe? —le sonrió con un hilillo de voz—. Porque desde luego yo no. Quizá al final me haya enamorado de ti.

Cerró los ojos mientras sentía cómo se sumía en una profunda inconsciencia que le aliviaba el dolor.
“Sentimientos…” —alcanzó a pensar— "Los misterios de los vivos te persiguen incluso cuando estás muerto"

Susana tragó saliva, mientras notaba cómo sus lágrimas caían una tras otra, en un caos de sentimientos contradictorios. Quería gritar, pero no le salía la voz. Quería abrazarlo, pero temía hacerle daño. Quería hacer algo, pero no podía hacer nada.

Dámen estaba tumbado en el suelo, y Darek tenía la punta de la espada en su cuello, pero le temblaba la mano, incapaz de hacer nada más. Poco a poco la retiró.

—¿Por qué no me matas? —preguntó éste. Nunca le había dolido tanto hablar.

—Vete —le espetó el cazador secamente.

—Darek…

—Vete de aquí, ahora mismo, antes de que cambie de opinión.

Dámen  no sabía qué le dolía más, si la certeza de que el chico que amaba nunca le correspondería, si la decepción y el odio que había causado en él, si sus propias acciones por celos o la piedad que le estaba profesando. Fuese lo que fuese, dolía demasiado.

—¿Por qué me perdonas, después de todo lo que he hecho?

Darek cerró los ojos, de pronto cansado.

—¿Cuándo he dicho eso? No te he perdonado, ni creo que lo haga nunca, pero le estaría haciendo un mal al mundo si acabo con un cazador que pelea para defender las personas de los seres oscuros.

Abrió los ojos.

—Pero te prometo una cosa. Si algún día descubro que vuelves a hacer algo, cualquier fechoría, por mínima que sea, entonces no volveré a ser tan piadoso contigo.

Susana, mientras tanto, sólo podía pensar en Álex, inmóvil. No oía nada, no veía nada, sólo a él y a la horrible herida en su pecho. Las palabras del vampiro seguían en ella, trastornándola. ¿Qué era lo que estaba sintiendo? ¿Por qué le dolía tanto que aquel ser demoníaco muriera? Para aumentar su tortura, lo había hecho para salvarla. Volvió a sentir un estremecimiento en su corazón.

—Álex…

Notó que Claudia se acercaba temblorosa a ellos y ponía una mano en su hombro. No reaccionó. La chica le estaba hablando, pero Susana no oía nada. Su amiga cogió el frasco del suelo y lo dejó en su mano. Ella la miró, sin comprender.

—Dale la poción, Susana —murmuró—. Es la única manera de salvarlo. No garantizo que viva, pues al volverse humano se volverá más vulnerable a la herida, pero al menos el arma anti-demoníaca dejará de hacerle efecto —se puso en pie poco a poco.

La cazadora levantó la cabeza, insegura.

—¿Y tú? —preguntó. Apenas se le oía la voz.

Claudia sonrió, pese a todo. Debía ser fuerte, aunque no se sintiera así lo más mínimo. ¿Dónde había quedado su habitual energía y descaro?

—Creo que él lo necesita más que yo. Date prisa, porque se le acaba el tiempo.

Eso fue suficiente para Susana, que rápidamente le vertió el líquido en los labios. Darek se acercó por detrás. Claudia se giró hacia él, sin atreverse a hablar. Pero el chico la comprendió sin palabras.

—Todo ha acabado —le dijo mirándola a los ojos.

—Dámen…

—Se ha ido.

Ella bajó la vista, sin saber qué hacer. Era la primera vez que era consciente de los sentimientos de su amigo, que hizo que ella también descubriera los suyos. A su pesar, aunque quisiera dárselo todo, solo podría aportarle desolación.

—Lo siento, Darek —dijo mirando a Álex—. Tuve que hacerlo.

Las grietas grisáceas del vampiro estaban desapareciendo poco a poco, y en su lugar empezó a manar sangre, fresca, cálida, viva.

—Me he convertido en lo que más odias —susurró.

El asesino acortó la distancia que los separaba y la abrazó. Pegó su frente a la suya.

—Yo nunca podría odiarte.


Epílogo


Susana contempló a Álex, tumbado en la cama del hospital, y se preguntó dónde estaría en ese momento, o si soñaba. Le habían asegurado que si le hablaba, podría oírla, pero no estaba para nada segura.

Las facciones del chico se habían suavizado, y si se esforzaba, podía  sentir su corazón latiendo débilmente.

—Por favor, abre los ojos… —susurró.

Había estado reflexionando mucho tiempo sobre sus sentimientos, pero seguía confundida. Lo único que quería era que Álex despertara. No le habían garantizado que pudiera sobrevivir, y tenía tantas posibilidades como de quedarse así para siempre, o de morir. Suspiró.

Tras mucho tiempo, todo había vuelto a su cauce. Dámen se había exiliado de los cazadores, y nadie supo nunca el motivo. Darek y Claudia siguieron encontrándose furtivamente, hasta el día que lograran conseguir otra poción de nuevo y estar juntos al fin. Aitor se convirtió en un vampiro completo, y ocupó el puesto de Álex.

Susana miró a través de la ventana, al cielo azul. Quizá no haya sido un final del todo feliz, pero habían seguido delante de algún modo. Sólo ella se había quedado estancada. A la espera de que ocurriera algún milagro.

Se inclinó hacia Álex y acarició su rostro. Entonces, algo inesperado ocurrió. Su mano inerte empezó a temblar y, inconscientemente, subió y cogió a la de la chica. Susana se quedó inmóvil, petrificada, sin atreverse a pensar en nada.

Los párpados de él temblaron, y poco a poco se abrieron. Giró lentamente la cara, desorientado.

—¿Susana?


FIN


Aquí les dejo las otras historias nacidas de este reto: Diferentes Versiones De Un Mismo Cuento. Espero que os guste y disfrutéis de la lectura:

Mágica Cita


Mágica Cita (Déborah F. Muñoz, Rossiel y Mircea


Mágica Cita (Déborah F. Muñoz, Memetin y Athena R.)


Mágica Cita (Déborah F. Muñoz, Memetin y Cali Axfer)


Cazada (Hada Fitipaldi, Paty C. Marín y Lada Nidea


Cazada (Hada Fitipaldi, Paty C. Marín y PukitChan)



¡¡¡Saludos y Feliz Martes!!!

4 comentarios :

Astarielle dijo...

He estado leyendo gran parte del reto y m encanta! Precioso final^^

Déborah F. Muñoz dijo...

pues sí que nos ha costado acabarlo!!

María O.D. dijo...

¡Genial, es un maravilloso final, muy emotivo y sorprendente :)

Mari dijo...

Me ha encantado el final esta maravilloso.

Besos