martes, 14 de febrero de 2012

... Y SEGUIMOS CELEBRANDO EL DÍA DE LOS ENAMORADOS

Así es, ¿y que mejor manera de hacerlo que con un nuevo relato romántico?. Pues como ya os dije esta mañana, hoy les traigo el segundo relato romántico basado en el día de hoy, San Valentín.

Esta vez, viene a manos de nuestra querida compañera Iris Martinaya, ambas esperamos que lo disfruten. ¡Saludos! 


¿Crees en el amor? 


14 de febrero, 11: 45 PM

David cerró el ordenador portátil, masajeándose el puente de la nariz. Estaba agotado y lo único que quería era irse a casa, darse una ducha y acostarse, solo. Pero la luz del contestador llevaba horas parpadeando, avisándole de que tenía un mensaje que no había querido escuchar en todo el día. ¡Su hermana pensaba que él tenía tiempo para aquellas tonterías! Con desgana, apretó el botón y esperó a que la voz cantarina de Janet llenara su solitario despacho.

-Hola hermanito –musitó el aparato tras el típico aviso de, “tiene un mensaje, recibido el…”-, apuesto a que cuando escuches esto estarás aún en tu despacho, rodeado de una montaña de papeles y con el ordenador encendido y enviando una docena de correos electrónicos que,  por supuesto no podían esperar –continuó con tono de reproche-. ¿Cuándo me harás caso y saldrás a divertirte? Conocer gente… Todas las mujeres no son como ella –susurró después de una pausa-. Y me pongo como ejemplo –río-. Te envío una sorpresita, espero que no te enfades mucho. No olvides que te queremos, los dos.

David apagó el contestador y frunció el ceño. ¿Qué le habría mandado la loca de su hermana?, se preguntó evitando a propósito no pensar en lo que de verdad era importante en aquel mensaje.

Quizá tuviese razón, se dijo mirando a su alrededor y viendo como había acertado en todo. Su mesa estaba llena de papeles, acababa de cerrar el ordenador y el edificio estaba en silencio, vacio. Estaba solo. Desde hacía demasiado tiempo.

Un ruido en la recepción lo sacó de la nostalgia en la que por un instante se había permitido navegar.

Meredith  maldijo por cuarta vez esa noche. ¿Hasta qué punto había que estar al lado de una amiga?, se preguntó. Ella era capaz de cualquier cosa por ayudar a Kate, pero aquello…

Su amiga tenía una cita. La primera después de su divorcio, y ahí estaba ella, sustituyéndola en su trabajo como limpiadora en el turno de noche de un edificio de oficinas. Y estaba bien, ella se merecía esa cita, y a ese super hombre con el que había salido.

-Joder, Meredith –se maldijo una vez más. No podrías al menos haber usado tu propia ropa. Allí estaba ella, con una bata que no era de su talla, con los botones a punto de estallar y por los que se podía ver el bodi rojo y negro de seda y encaje que había sido tan estúpida de ponerse ese día. ¿Por qué no se puso algo simple, de algodón y de un color menos llamativo?, se reprochó tratando una vez más de agacharse sin que los botones estallaran al fin y la dejaran más desnuda de lo que ya se sentía.

Levantó el cesto de frutas que reposaba en la brillante mesa color caoba que presidia  el recibidor y trató, no sin esfuerzo, de usar una mano para sujetarlo y la otra para pasar el paño por la amplia superficie. No lo consiguió. Dos frutas de la pasión rodaron por la mesa y finalmente cayeron al suelo formando un estruendo que, en pleno día no sería nada, pero en aquel edificio vacío y casi a oscuras, fue algo así como lanzar una piedra al cristal de una ventana.

Contuvo la respiración, esperando que realmente la rendija de luz que salía de uno de los despachos fuese un olvido de alguien y que no hubiese nadie allí. Su amiga la había advertido que nadie debía saber que la estaba sustituyendo esa noche.

Tampoco tuvo éxito en eso, pensó al ver como la puerta se abría y la imponente figura de un hombre avanzaba hasta ella.

David no lo podía creer. Aquella vez su hermana se había pasado. Recordó que un año le envió bombones y una tarjeta con forma de corazón;  sus empleados estuvieron murmurando durante días. Otro año le envió flores, un ostentoso ramo de rosas rojas que hizo las delicias de todos los cotillas de la planta. Pero aquello era demasiado.

¡¡Una striper!!

La mujer se cubría a medias con una cesta de frutas. Eso sí que era la primera vez que lo veía. ¿Querrían decir las piñas y papayas que llevaba, “cómeme”?, se preguntó viendo como tras unos momentos de duda, finalmente al saberse descubierta, antes de tiempo quizá, soltaba la cesta en la mesa.

Sus ojos, sin quererlo, se dirigieron al escote por el que asomaban unos pechos turgentes. Y siguió bajando, hacía unas piernas torneadas que parecían no acabar nunca, levantó la mirada hacía su rostro, hacía unos labios rosados que eran mordisqueados por unos blanquísimos dientes y hacía unos ojos verdes, brillantes.

Inconscientemente había caminado hacía ella, acercándose  tanto que sus cuerpos casi se rozaban.

Ella fue a decir algo, pero…

Algo pasó.

David sintió como una corriente lo recorría, lo envolvía y estaba seguro que ella sintió lo mismo.

Los segundos pasaron y ninguno dijo nada; solo se miraron, grabando los rasgos del otro en sus retinas, en sus recuerdos, en sus memorias, hasta que, lo que fuese que los había atravesado cuan flecha del amor, aflojó su agarre y David pudo hablar.

-¿Crees en el amor… a primera vista?, preguntó sorprendido por como su corazón palpitaba.

Ella no respondió, solo alzó la mano y le acarició la mejilla.

-Mi hermana se ha pasado, pero me alegro –le dijo sujetando los dedos temblorosos contra él, y pasándole su brazo libre por la cintura, atrayéndola hacía sí.

-No conozco a tu hermana –susurró ella contra sus labios-, ni tampoco a ti.

David no la creyó, pero no le importó. En silencio le agradeció a Janet por el regalo de ese año.

Pero David ignoraba que su hermana ya había desistido en su empeño de hacerle creer de nuevo en el amor. Y el regalo de ese año era la invitación a su boda, con el mejor amigo de su hermano, con el que llevaba más de un año de secreta relación.



FIN


Si quieres saber más sobre esta fantástica escritora, os recomiendo que visitéis su ficha de socia que es la siguiente:


Decirles que, de todas sus maravillosas obras, la más destacada es esta:


No estaría nada mal ganar un ejemplar en papel de esta preciosa historia, ¿verdad?. Pues, si realmente quieres tener una oportunidad para que eso sea posible, no te pierdas lo que muy pronto está por llegar... Y es que algo GRANDIOSO se aproxima... Y hasta aquí puedo decir >.<

6 comentarios :

Astarielle dijo...

K bonito cielooo ^^, me encanta^^:P

★Sadistic H E R O☆ dijo...

Bueno, Dulce, por San Valentín te he hecho esta tarjeta:
http://2.bp.blogspot.com/-I9VhczNjLfA/Tzq728h24WI/AAAAAAAAF7g/h_Q8IPWdX1I/s1600/sanvalentindulce.png

Espero que te guste :)

Raquel Campos dijo...

Me ha encantado la historia, que romántica y que final tan bonito.
Besos y feliz día de San Valentín.

Unknown dijo...

Que hermooooso! jajaj celebrar el día del cariño con ustedes en esta página tan especial es absolutamente lo maximo! estos relatos me van a tener llorando todo el dia, pero son taaaaan empalagosos que ya no necesitaré chocolate! jajaja
Otro beso de colores guapisima!
att
withney
wm-lca.blogspot.com

María O.D. dijo...

¡genial relato! ¡un regalo muy peculiar y acertado! :)

Mari dijo...

Le ha quedado un relato fantastico, me ha gustado mucho

Besicos